sábado. 27.04.2024

El director general de la ONU, António Guterres, llegó a Somalia este martes por la mañana para una corta "visita de solidaridad" con motivo del  Ramadán. El viaje forma parte de sus visitas periódicas a países musulmanes durante el mes sagrado. 

Las autoridades reforzaron drásticamente la seguridad en la capital somalí, Mogadiscio, para esta visita no anunciada. La mayoría de las carreteras fueron cerradas mientras que el transporte público fue restringido.  Esta visita oficial se produce en un momento en el que este país del Cuerno de África sufre una sequía histórica que ha llevado a muchas personas al borde de la hambruna, y también cuando el Gobierno del presidente Hassan Sheikh Mahamoud está inmerso en una ofensiva a gran escala para contrarrestar una sangrienta insurgencia islamista. 

"También estoy aquí para sonar la alarma sobre la necesidad de un apoyo internacional masivo debido a las dificultades humanitarias a las que se enfrenta el país, apoyo humanitario masivo vinculado al refuerzo de las capacidades de seguridad en Somalia y apoyo humanitario masivo para la estabilización y el desarrollo del país", declaró Guterres en una rueda de prensa conjunta con el presidente somalí, Hassan Sheikh Mohamoud. 

Somalia, "gran víctima del cambio climático" 

Somalia, al igual que sus vecinos del Cuerno de África, Kenia y Etiopía, sufre una sequía sin precedentes desde hace al menos 40 años, causada por cinco temporadas de lluvias fallidas que han acabado con el ganado y los cultivos y han obligado a al menos 1,7 millones de personas a abandonar sus hogares en busca de agua y alimentos. 

La ONU ha pedido 2.600 millones de dólares en ayuda humanitaria para el país. "Pido a los donantes y hago un llamado a la comunidad internacional para que aumenten su apoyo para financiar urgentemente el plan de respuesta humanitaria 2023, que actualmente sólo está financiado en un 15%", instó Guterres, quien también recordó que el país es una de las principales víctimas del cambio climático, aunque no contribuya en él. 

"Somalia contribuye en un 0,003% a las emisiones que causan el cambio climático. Aunque Somalia no provoca casi nada al cambio climático, los somalíes se encuentran entre las mayores víctimas. Casi cinco millones de personas sufren altos niveles de inseguridad alimentaria aguda y, por supuesto, el aumento de los precios está empeorando la situación", dijo refiriéndose también a la inflación. 

Según la ONU, cerca de la mitad de la población necesitará ayuda humanitaria este año, con 8,3 millones de personas afectadas por la sequía. 

"La crisis está lejos de haber terminado: las necesidades siguen siendo elevadas y urgentes", había declarado la semana pasada en Ginebra el coordinador de la ONU para Somalia, Adam Abdelmoula. "Algunas de las zonas más afectadas siguen enfrentándose al riesgo de hambruna", había advertido. 

En marzo, las inundaciones provocadas por las lluvias estacionales mataron a 21 personas y desplazaron a más de 100.000 y las lluvias pueden no ser suficientes para mejorar las perspectivas de seguridad alimentaria. 

Somalia ya sufrió una hambruna en 2011 que mató a 260.000 personas, más de la mitad de las cuales eran niños menores de seis años, en parte porque la comunidad internacional no respondió con suficiente rapidez, según la ONU. De acuerdo con un estudio publicado en marzo por el Ministerio de Sanidad somalí, la Organización Mundial de la Salud y la agencia de la ONU Unicef, entre 18.100 y 34.200 personas podrían morir a causa de la sequía durante los seis primeros meses de este año. 

Conflicto con el grupo armado islamista Al Shabab 

Somalia también está asolada por décadas de guerra civil, violencia política y una sangrienta insurgencia de los Shabab, un grupo yihadista afiliado a Al Qaeda. "Con el presidente hablamos de los valiosos esfuerzos del gobierno para luchar contra el terrorismo y avanzar en la paz y la seguridad para todos", dijo Guterres.  

El presidente Hassan Sheikh Mohamoud, que volvió al poder en mayo de 2022, prometió a los islamistas radicales una "guerra total" el año pasado y envió tropas en septiembre para apoyar un levantamiento contra el grupo lanzado por milicias locales en el centro del país.  En los últimos meses, el ejército y las milicias conocidas como "Macawisley" han retomado franjas de territorio, en una operación respaldada por la fuerza de la Unión Africana en Somalia (Atmis) y ataques aéreos estadounidenses. 

El gobierno declaró a finales de marzo que más de 3.000 combatientes Shabab habían muerto desde el comienzo de la ofensiva. Y según el Ministerio de Información, 70 ciudades y pueblos han sido "liberados" de los rebeldes, que luchan contra el Gobierno federal respaldado internacionalmente desde 2007. Pero los medios de comunicación independientes y las agencias de noticias no han podido verificar estas afirmaciones. 

A pesar de los avances del Gobierno, los Shabab han respondido con frecuencia a la ofensiva con ataques mortíferos, demostrando así su capacidad para atacar objetivos civiles, políticos y militares en el corazón de las ciudades somalíes e instalaciones militares. En un informe al Consejo de Seguridad de la ONU en febrero, Antonio Guterres afirmó que 2022 había sido el año más mortífero para la población civil en Somalia desde 2017, en gran parte debido a los ataques de los Shabab. 

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