viernes. 29.03.2024

(Rafael P. Unquiles / ABC http://www.abc.es/deportes/futbol/20131009/abci-qatar-mundial2022-claves-201310091244.html)

Catar hace los deberes, cumple y paga. Los responsables del Comité Organizador del Mundial de Fútbol de 2022 están convencidos de que hasta ahí llegan sus responsabilidades. Se consideran al margen de los revuelos mediáticos a cuenta de las elevadas temperaturas, de las denuncias de soborno y de compra de votos para la elección de la sede, de las presiones e influencias políticas, de las eternas dudas sobre las fechas, de las sombras en el respeto de los derechos humanos y hasta de las sospechas de brutal explotación laboral de los miles de inmigrantes empleados en la construcción de las infraestructuras. No son sus problemas.

A pesar de ello, las revelaciones del diario The Guardian sobre la muerte de al menos 44 trabajadores nepalíes empleados en obras para el Mundial debido a problemas relacionados con el corazón o accidentes laborales han hecho mella. En Occidente han escuchado con enorme preocupación informaciones que apuntan que los inmigrantes ni siquiera tienen acceso al agua, que no cobran y que sus pasaportes permanecen confiscados. La última palabra está en manos de la FIFA.

Hassan al-Thawadi, secretario general del Comité Supremo de Qatar 2022, se ha apresurado a desmentir las noticias. Ha asegurado que el Mundial “no se está construyendo sobre la sangre de los inocentes” y que “trabajan muy duro” para cumplir los términos del convenio de concesión y de las promesas realizadas. No obstante, las sombras son cada vez de mayores dimensiones.

El punto fuerte de Catar es su potencial económico. Este pequeño reino del Golfo Pérsico, con algo menos de dos millones de habitantes, los mismos que la provincia de Sevilla, quiere superar los obstáculos a base de dólares. Incluso pretende disminuir a límites asumibles los 50 grados de su insoportable verano, hasta ahora principal escollo de una candidatura que, por más puntos negros que presentó en 2010, se impuso a países como Estados Unidos, Australia, Japón y Corea del Sur, cuyas autoridades aún claman por la 'injusticia'.

Estadio Doha Port. Estadio Doha Port.

No les importa que Barak Obama dijera que la FIFA se "equivocó" al elegir a Catar. Y mucho menos que Australia se esté pensando reclamar una compensación de 25 millones de dólares por sentirse damnificada. Confían en sus posibilidades: tienen, además de mucho dinero, la certeza de que albergarán una competición que les situará definitivamente como punto destacado en el mapa planetario de los grandes del deporte, su gran e irrenunciable objetivo desde hace años. “Oriente Medio merece ser anfitrión de un torneo importante”, ha asegurado Hassan al-Thawadi.

En su foro interno piensan que lograr la cuadratura del círculo para salir del laberinto en el que entró el Mundial de 2022 tras la elección de Catar es cosa de otros, se celebre la competición en verano o en invierno. Entre ellos del presidente de la FIFA, Joseph Blatter, que ha reconocido que la candidatura catarí se impuso porque "jefes de gobierno europeos aconsejaron a sus miembros que votaran a su favor” influenciados por “intereses económicos importantes con ese país". Ha llegado a declarar incluso que la elección fue un error, aunque después matizó sus palabras.

En el centro de las sombras está Michel Platini, presidente de UEFA, que días antes de las votaciones que dieron la organización al país del Golfo fue invitado a una cena privada auspiciada por el entonces presidente francés, Nicolás Sarkozy, con el emir de Catar, el Jeque hamd al Thani.

Es pasado. Las 54 federaciones de la UEFA han respaldado una propuesta que persigue trasladar el Mundial de 2022 a los meses de invierno para esquivar las altas temperaturas del verano qatarí. La propuesta deberá superar todavía numerosas barreras.

El principal aval de Catar son los 200.000 millones de dólares que ha puesto encima de la mesa, según un informe publicado por la Agencia Deloitte. Estarán destinados a infraestructuras que incluyen desde estadios con fachada de oro -Qatar University- y paredes recubiertas con pantallas que permitirán seguir los partidos desde todos los ángulos -Al-Rayyan-, a aeropuertos, carreteras, hoteles y redes de metro con diseños y tecnología del futuro.

Los responsables de la organización aseguran que están preparados para cualquier contingencia: si el Mundial es en verano, rebajarán los 50 grados ambiente a 20 en el interior de los estadios. Y si es en invierno, las cuentas pueden salirles aún mejor por las elevadas audiencias que se cosechan en los meses de diciembre y enero. Como prueba del algodón ahí están la Super Bowl, la NBA o la Premier League, que juega partidos hasta en Navidad impulsada por los millonarios registros de telespectadores. El resto es cuestión de voluntad y calendarios.

La empresa es titánica. Han anunciado siete sedes que contarán con 12 estadios, la mitad de ellos ubicados en Doha, capital del Estado. La mayor parte de los campos tendrá capacidad para unos 45.000 espectadores y sólo dos superarán los 65.000: Lusail Iconic -86.250- y Khalifa Internacional -70.000-, ya construido. Cuatro estadios están en uso, de los cuales tres serán remodelados, y los demás se encuentran actualmente en construcción o pendientes de inicio. Queda tarea. Pero hay dinero. Miles de millones de riyales. Y tiempo. Aunque hay quienes no dudan en poner su acento en la lentitud con la que se acometen las grandes obras en el país.

Habrá estadios asentados en penínsulas artificiales. Con forma de barcos tradicionales, de tiendas árabes, de conchas marinas y de diamantes. Reproducciones de fortalezas y de oasis. Y otros tendrán techos móviles y solares. Todo ello en pro de un deporte, el fútbol, que a nivel local no despierta precisamente pasiones. El nivel de la mayoría de los equipos que juega su liga es de Tercera División. Y los mejores pueden alcanzar la Segunda B. No más.

Michel Salgado durante el presentación Spanish Soccer Schools de Dubai. (Celia Unquiles) Michel Salgado durante el presentación Spanish Soccer Schools de Dubai. (Celia Unquiles)

El español Pablo Coira, ex jugador de la Primera División española y hoy entrenador de la Spanish Soccer School de Dubái, dirigida por Míchel Salgado, asegura que la mayor diferencia que presentan los equipos de la zona con los clubes europeos se encuentra en la mentalidad, no muy competitiva; en la disciplina, no muy rigurosa; en la profesionalidad, mucho más relajada; y en el juego, extremadamente lento a causa del calor.

Consecuencia: los campos, que en su mayoría cuentan con una capacidad que no supera los 25.000 espectadores, registran escasas entradas y se muestran vacíos. Los cataríes prefieren ver el fútbol por televisión, en sus casas, en reuniones con amigos mientras fuman las tradicionales shisas. Especialmente si se trata de encuentros que enfrentan a los grandes equipos de la Premier League, principal referente del mundo futbolístico en Catar.

La Liga de Fútbol Profesional de España, que presentó hace tan sólo unos días en Dubái a través de su presidente, Javier Tebas, un ambicioso proyecto de expansión económica para la región de Oriente Medio y África del Norte, se abre camino a grandes pasos en sus corazones. Las últimas gestas de la Selección y equipos como el Real Madrid y, sobre todo, el Barcelona, que cuenta con el patrocinio de Qatar Airways, encuentran en estas tierras cada vez más seguidores. Son hinchas de Cristiano Ronaldo y de Messi. También de Iniesta, de Xavi, de Piqué... y de Shakira.

Y además está Raúl, jugador del Al-Sadd Sports Club, auténtico ídolo de masas y bandera del fútbol nacional. El ex madridista también sufre las consecuencias del calor, pero menos. Las ligas de la zona se disputan en la misma época del año que en España, cuando ya las temperaturas han remitido de forma considerable y se sitúan entre los 22 y los 32 grados, lo que permite jugar en unas condiciones más adecuadas. En cualquier caso, la hidratación permanente y las dietas ricas en hidratos de carbono tanto antes como después de partidos y entrenamientos son parte de su rutina diaria.

Hay más españoles afincados en Doha dedicados al balompié que desarrollan una función esencial de cara al Mundial de 2022: formar una cantera que permita al país contar con un equipo medianamente competitivo llegada la hora de la verdad. Es el caso de Félix Sánchez, procedente del Barcelona y que es el seleccionador Nacional de Catar Sub19, y de Juan Luis Delgado Bordonau, ex del Villarreal. Ambos ejercen como entrenadores en la Academia Aspire, un centro deportivo de alto rendimiento en el que las autoridades tienen puestas sus esperanzas de cara al futuro.

En Aspire todo es a lo grande. Empezando por sus instalaciones, inalcanzables para cualquier equipo de Europa. Continuando por su personal, integrado por más de 300 acreditados técnicos procedentes de medio centenar de países. Y terminando por su inagotable presupuesto. El símbolo es la futurista Cúpula Aspire, con 120.000 metros cuadrados, que alberga espacios para practicar de forma simultánea 13 disciplinas deportivas en un escenario de clima controlado. Ha brotado en pleno desierto y suma salas de conferencias, aulas, laboratorios de ciencias, bibliotecas, anfiteatro, residencia, un ultramoderno centro médico y numerosas instalaciones de ocio. En este caso, el primer mundo queda muy por debajo.

Catar continúa a toda máquina, contra viento y marea, su ruta hacia el que puede ser el primer Mundial de Fútbol disputado en invierno. Aún faltan nueve años para la cita y sus detractores no ceden: a diario afloran nuevas polémicas y aparecen manchas cada vez más oscuras. El antídoto que frente a esa situación preparan en el país con mayor renta per capita del planeta -80.000 dólares- es un campeonato cinco estrellas.

Catar 2022: Lujo, intrigas, enormes agujeros negros y mucha calor
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