sábado. 20.04.2024

Arabia Saudta es uno de los países fundadores de la OPEP, y el que podría condenar al grupo a muerte. El mayor exportador de crudo del mundo ya ha revertido el papel tradicional de la OPEP como conductor de la oferta mundial de crudo y ha optado en los últimos meses por aumentar la producción para arrebatar cuota de mercado a los productores que incurren en mayores costes (en especial las compañías de fracking en EEUU). Este proceso ha llevado al West Texas desde los 100 dólares en la primera mitad de 2014 hasta los 47 dólares de este martes.

Este último crac del petróleo podría tener unas consecuencias no vistas en otros desplomes del oro negro. Arabia Saudita parece haber reconocido que la era del petróleo ha llegado a su fin, el reino venderá parte del tesoro nacional, la petrolera estatal Aramco. La entrada de inversores privados en el consejo de esta empresa podría hacer virar sus decisiones, entrando de este modo en conflicto con los intereses comunes de la OPEP. El cártel petrolero podría dejar de ser el que ha sido siempre, mientras que Arabia Saudta pensará en ser un productor independiente como lo son EEUU, Rusia o Canadá.

En el marco del plan económico conocido como Visión 2030 que promueve el poderoso hijo del rey, el príncipe Mohammed bin Salman, el gobierno deja entrever que la economía del reino ya no dependerá de los 'petro-dólares'. Por otra parte, la privatización planeada de Aramco hará que Arabia sea el único miembro de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) que no tenga la plena propiedad de su compañía petrolera nacional.

"La principal conclusión que se extrae de la Visión 2030 de Arabia Saudita es que no hay un papel para la OPEP", asegura Seth Kleinman, jefe de análisis de energía para Europa de Citigroup, según informa eleconomista.es. "O que puede haber una OPEP sin Arabia Saudita, que no sería una verdadera OPEP".

El primer cambio de ministro de Petróleo en más de 20 años también podría reformular la relación del país con la OPEP. Los 13 miembros del grupo, que aportan alrededor del 40% de la oferta mundial, se reunirán de nuevo el 2 de junio en Viena.

El 7 de mayo, el rey Salman reemplazó a Ali al-Naimi, la voz más influyente en la OPEP y el artífice de la actual política petrolera saudí. El sustituto de Naimi, Khalid Al-Falih, es un aliado del príncipe Mohammed, que rechazó una proposición apoyada por al-Naimi para limitar la producción de crudo como se había hecho en otras ocasiones. Cuando los grandes productores consideraron en abril congelar la producción para reducir el excedente de oferta global, se impuso la posición del príncipe, no habría acuerdo posible sin la participación de Irán, por lo cual las conversaciones fracasaron.

"No nos preocupan los precios del petróleo", dijo el príncipe Mohammed en una entrevista en Riad el 25 de abril. "El barril a 30 dólares o a 70 para nosotros es lo mismo. Tenemos nuestros propios programas que no necesitan que el petróleo tenga un precio alto".

De concretarse las ambiciones del príncipe, el cambio será enorme. Desde la fundación de la OPEP en 1960 para coordinar las políticas de los mayores exportadores de petróleo del mundo, Arabia Saudita ha sido la voz dominante del grupo en cuanto a formulación de políticas y los ajustes de la producción para conducir los precios globales.

El gobierno planea vender el 5% de la compañía petrolera estatal a inversores privados para 2018. La OPV hará que Aramco se parezca más a los gigantes petroleros privados y se tendrá que enfrentar a lo que han sido las directrices de la OPEP, porque tendrá como mandato aumentar los beneficios y desarrollar operaciones de refinado en todo el mundo, con el objetivo de lograr la mayor retribución para sus accionistas.

En lugar de seguir órdenes del gobierno, Aramco fijará una política de producción que se coordine con los deseos de una junta directiva que elegirá una asamblea general y que reemplazará al consejo supremo designado por el Estado, según el príncipe Mohammed, que en la actualidad preside el consejo.

Arabia Saudita podría firmar la sentencia de muerte de la OPEP
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