miércoles. 24.04.2024

El interés de Irán por construir una refinería en España para garantizar la exportación de su crudo, que fue desvelado la pasada semana por su viceministro de Petróleo y director gerente de la Compañía Nacional Iraní de Refinado y Distribución, Abás Kazemi, llevaría aparejada la contraprestación de facilitar la entrada en el ambicioso negocio petrolero de aquel país a empresas españolas, según fuentes consultadas por el diario ABC.es.

El levantamiento de las sanciones económicas a Irán va a reactivar el sector petrolero en ese país, que produce 2,8 millones de barriles diarios, lo que le convierte en el tercer mayor productor de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo). A corto plazo, Irán podrá elevar su producción en unos 300.000 barriles/día, cifra que se disparará a un millón de barriles a medio plazo.

Por ese motivo, y ante la inestabilidad geopolítica del país y de la región, el régimen iraní quiere asegurar su fructífero negocio petrolero y para ello pretende construir varias refinerías lejos de sus fronteras. Una de ellas estaría en España, según declaró Abás Kazemi. A cambio, el Gobierno iraní facilitaría la vuelta a aquel país de empresas españolas.

Cabe recordar que Irán suspendió las exportaciones de crudo a España en enero de 2012 por las sanciones de la Unión Europea al sector petrolero iraní por el conflicto del programa nuclear. Hasta entonces, de aquel país procedía el 15% de todo el petróleo que llegaba a España y su destino eran fundamentalmente las refinerías de Repsol y de Cepsa. Pero no sólo serían estas compañías las beneficiadas, sino otras empresas españolas de bienes de equipo, como Técnicas Reunidas y Fluor (Sacyr), que aspiran a participar en la modernización de la obsoleta industria petrolera iraní.

En cualquier caso, el desembarco de empresas españolas en aquel país se producirá en pocos meses, mientras que Irán tardaría varios años en construir una refinería en la península, donde ya existen nueve (cinco de Repsol, tres de Cepsa y una de BP).

Este proyecto, que sería financiado al 50% entre la Compañía Nacional Iraní de Refinado y Distribución y socios españoles (empresas y fondos de inversión), tendría un presupuesto superior a los 3.000 millones de euros. Su financiación no sería un problema, como sí lo sería su localización. De hecho, este es el principal obstáculo.Así es porque un proyecto industrial de este tipo contaría en España con el contundente y habitual rechazo de distintos partidos, organizaciones, asociaciones y hasta gobiernos autonómicos y ayuntamientos.

La principal candidata es la refinería de BP (British Petroleum) en Castellón. Esta multinacional, que ha cerrado en los últimos años varias refinerías en el mundo, podría aprovechar la ocasión para vender esta planta, construida en 1967 y que tiene una capacidad de producción de 6 millones de toneladas al año.

La segunda hipotética localización de la refinería iraní podría ser Tenerife, donde está la planta de Cepsa, que es la más antigua de España (1930) y que lleva parada desde julio de 2013 por problemas medioambientales con el Gobierno canario. La tercera opción sería la refinería Gibraltar-San Roque, también de Cepsa, una de las de mayor capacidad de España y a la que pueden acceder petroleros de gran capacidad.

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