jueves. 28.03.2024

El Gobierno de Turquía ha mantenido este viernes su aparente actitud despreocupada ante el peor desplome de la lira en trece años, asegurando que el país ganará lo que calificó de “guerra económica” pero sin plantear más medidas económicas que la de encomendarse, literalmente, a Dios.

“Ellos tienen sus dólares, nosotros tenemos nuestro pueblo, nuestra verdad y nuestro Dios“, ha llegado a asegurar el presidente del país, el islamista Recep Tayyip Erdogan, en referencia a la creciente tensión económica y diplomática con Estados Unidos.

Mientras, la tendencia a la baja que la moneda turca inició en 2013, y que se aceleró el último año, se convirtió este viernes en caída libre al perder un 18 % en una sólo jornada, hasta picos de 7,8 liras por euro y 6,8 por dólar, las cotizaciones más bajas desde su reforma en 2005.

Sin embargo, Erdogan dio a su discurso este viernes un tono muy patriótico y nada técnico al limitarse a pedir, una vez más, a la ciudadanía que cambien por liras las divisas o el oro que tengan “bajo el colchón“, para fortalecer así la moneda nacional.

Erdogan hizo esta petición por primera vez en diciembre de 2016 y la ha reiterado, aparentemente sin eco alguno, varias veces en las últimas semanas. “No teníamos problemas económicos reales, pero fuimos blanco de ondas financieras inestables artificiales. No perderemos esta guerra económica. El dólar no puede cortarnos el camino“, dijo el mandatario al inaugurar una carretera en la provincia de Bayburt.

Sin embargo, la caída de la lira se intensificó durante su discurso y el fenómeno se repitió cuando, momentos más tarde, su yerno y ministro de Economía, Berat Albayrak, presentó ante un grupo de empresarios el “nuevo plan económico” para estabilizar las finanzas del país. Albayrak prometió “fundamentos sólidos” para un “crecimiento estable“, pero sin dar ni una sola cifra ni un dato concreto de cómo estabilizar la moneda o reducir la inflación, que por primera vez en una década se sitúa en el 15 % interanual.

“Ha presentado una idea genérica, no una respuesta a la situación actual. No ha cumplido con la expectativa de los mercados de anunciar las medidas urgentes que se necesitan ahora mismo“, evaluó en declaraciones a Efe el catedrático de Economía Ahmet Öncü. “Hay que afrontar los problemas, hay que aceptar que existen, y el Gobierno no lo está haciendo. Esto crea una enorme incertidumbre“, criticó el experto turco.

Numerosos analistas en el país han denunciado en los últimos días en la prensa que la inacción del Gobierno y los intentos de Erdogan de dar directrices al Banco Central asustan a los inversores y frenan la llegada de divisas, imprescindibles para Turquía. El país eurasiático mantiene un déficit comercial y necesita inversiones para financiarlo, pero según el analista Mustafa Sönmez, los inversores desconfían cada vez más de lo que perciben como políticas autoritarias, falta de transparencia y vulneración de la independencia judicial. Muchos economistas coinciden en que una fuerte subida de los tipos de interés sería una medida necesaria, y consideran aún demasiado bajo el incremento de junio pasado, que colocó la tasa en el 17,75 %, no muy por encima de la actual inflación. “Subir los tipos al 30 o 40 por ciento sería, al menos, un gesto de que hay voluntad de hacer algo, aunque hasta para eso ya llegamos muy tarde“, opina Öncü.

Sin embargo, Erdogan lleva años aseverando que “unos altos tipos de interés causan una alta inflación“, una idea opuesta al consenso financiero, y ha llegado a decir que consideraría “traidores” a los dirigentes del Banco Central si subiesen los tipos. Los bajos tipos han fomentado un llamativo crecimiento de la economía turca, basada sobre todo en el consumo interno, lo que según los analistas ha contribuido a contentar al electorado y ha facilitado las sucesivas victorias de Erdogan y de su partido, el islamista Justicia y Desarrollo (AKP), en elecciones y plebiscitos en 2014, 2015, 2017 y el pasado junio.

Pero es hora de frenar un posible sobrecalentamiento de la economía porque con la lira valiendo menos de la mitad que hace tres años “las importaciones se acabarán y muchas empresas privadas sufrirán crisis o tendrán que cerrar“, teme Öncü. Erdogan, sin embargo, parece poco impresionado por las cifras.“Pese a los ataques contra nuestra moneda, el crecimiento continuará en el próximo trimestre. No permitiremos a nadie que se interponga entre nosotros y nuestros objetivos“, prometió hoy. En este ambiente, el presidente estadounidense, Donald Trump, golpeó este viernes la debilitada economía de Turquía al anunciar una subida de aranceles al acero y aluminio de este país hasta el 50 % y 20 %, respectivamente.

Ankara y Washington, aliados en la OTAN, atraviesan un complicado período en sus relaciones internacionales, con varios frentes abiertos, el último el encarcelamiento desde hace dos años en Turquía de un religioso estadounidense acusado de terrorismo y que EEUU exige sea puesto en libertad de inmediato.

El Gobierno turco se encomienda a Dios ante el desplome de su moneda
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