jueves. 28.03.2024

Silencio

"Los que vivimos entre textos antiguos, buscando pistas sobre el presente, tenemos que lidiar con fragmentos de un reflejo de la realidad"
La soledad se ve reflejada en muchos sitios

 Los que vivimos entre textos antiguos buscando pistas sobre el presente, tenemos que lidiar con fragmentos de un reflejo de la realidad. Buscamos en ellos pensamientos de otros que nos precedieron, datos para construir interpretaciones, algo que rescatar sobre las vivencias perdidas que de sentido a nuestras identidades.

 A veces cometemos el error de querer encontrar verdades en ellos, pilares fijos sobre los que asentarse sin pánico al abismo del silencio. Pero si nuestras identidades requieren de memoria histórica y esa memoria la construimos pensando lo que nos ha llegado del pensamiento de otros, resulta difícil hablar de verdad. Semejante a lo que vería un grupo de personas en un mismo cielo. Habrá quien vea la nube en forma de caramelo, el rastro que dejó el último avión que lo atravesó, o la bandada de vencejos que emigra hacia un clima más amable. Desde luego ni un meteorólogo, experto en el tiempo, podría afirmar con toda seguridad en base a esos testimonios que el paraguas nos iba a sobrar esa tarde. Y no se puede interrogar a los muertos ¿o sí?

Coincidirán conmigo en que los muertos tienen la capacidad de decir todo lo que nuestra imaginación pueda abarcar, pues, hasta donde yo sé, no tienen capacidad de réplica. Todo consiste entonces en descubrir vestigios, interpretar, debatir y rebatir. El pasado así va cobrando sentido mientras lo vamos pensando y repensando. La labor ética de quienes nos dedicamos a ello es contribuir a la construcción de identidades coherentes. Una identidad coherente, una de muchas que puede tener un individuo, puede consistir en enfrentarse a una panorámica de lo que implica ser algo en concreto y no otra cosa.

No todo el que dice «soy artista» entiende el serlo de la misma manera. Habrá quien le escuche decir: «expreso mi emoción creando»', «magino algo nuevo», «veo la realidad de otra manera», «hago una copia perfecta», «crezco en el gusto de otros», «busco vender mi obra», «quiero ser artista»,..etc. Ser artista puede tener multitud de sentidos, y tiene mucho que ver con nuestro concepto de lo que es arte. Pero lo que es arte para unos para otros no lo es. Ser coherente con una identidad es comprender en lo posible lo que el arte es para mí y puede ser para los demás. Lo que el arte fue y lo que es ahora. Incluso en un arrebato de locura, llegar a contemplar la posibilidad de su inexistencia.

 Si interrogamos a los muertos a través de textos y piedras, preguntaríamos tal vez ¿quiénes dicen ser?, ¿quiénes queremos que sean?, ¿es posible que sean muchas cosas a la vez?, ¿es factible que lo que para mí no son lo sean para otros?, ¿puedo asumir la posibilidad de no saber nunca su verdad? Y sobre todo ¿cuánto de esto no nos pasa con los vivos? El cielo, sin más fronteras que el horizonte, puede ser fotografiado hasta en un charco.

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