martes. 19.03.2024

Hasta que la plata nos separe

"Mi grado de fascinación con la telenovela llegó al punto que si teníamos un compromiso fuera de casa a la hora de la presentación, yo la dejaba grabando en el VHS, que todavía existía en aquella época"

(Segunda parte de 'Recuerdos de Telenovela')

Siendo consecuente con el formato televisivo de los melodramas, continúo con el segundo capítulo de los recuerdos de telenovela. Contaba en el artículo anterior, el impacto que en su momento tuvieron las telenovelas colombianas, revolucionando el mismo género, dejando una serie de obras para la posteridad que han sido referentes, incluso a nivel mundial, como fue el fenómeno de Betty ('Yo soy Betty, la fea'), posiblemente el personaje colombiano de ficción más exitoso de la historia, gracias a la pluma del libretista y productor Fernando Gaitán.

Comentaba en aquella columna que especialmente me volví aficionado de las telenovelas colombianas cuando estuve destinado en Managua, Nicaragua, gracias a que esas producciones gustaban mucho y eran retransmitidas por los canales de televisión nicaragüenses. Pero especialmente me cautivó 'Hasta que la plata nos separe' (2006), que resultaba ser un drama con apariencia de tragedia que terminaba dejando una sonrisa en el espectador.

La producción le daba una vuelta de tuerca a la tradicional historia de amor, invirtiendo los roles tradicionales, pues aquí se trataba de la relación accidentada entre una alta ejecutiva y un modesto vendedor de su empresa, quien estaba enamorado de su jefa, quien lo humillaba constantemente, pues solo le interesaba que el buen hombre le devolviera con creces una deuda impagable. La historia cautivaba por su argumento, su puesta en escena, pero ante todo por el duelo actoral entre sus protagonistas, Marcela Carvajal y Víctor Hugo Cabrera.

Marcela Carvajal daba vida a Alejandra Maldonado una exitosa ejecutiva de temperamento fuerte que no tenía ningún escrúpulo a la hora de vapulear a la competencia de su empresa, ni al tratar con mano de hierro a sus empleados, hombres en su mayoría. Uno de los roles femeninos con más carácter que se recuerden en aquellos primeros años del siglo XXI, pues era una mujer que no le interesaba ganar ventaja por su belleza, sino por su profesionalismo, talento y seriedad. Marcela Carvajal es una de las actrices más respetadas y queridas en Colombia, una profesional estudiosa con amplia experiencia en teatro, cine y televisión, durante 26 años de exitosa trayectoria.

Su contraparte en la telenovela era Rafael Méndez, un comerciante independiente que termina trabajando de vendedor de automóviles en la empresa regentada por la Sra. Maldonado, es lo que llamaríamos en colombiano, un “rebuscador”, es decir, alguien que a pesar de no tener un empleo estable, no es conformista y busca los medios para sobrevivir, Méndez era eso, un personaje recursivo pero ante todo una buena persona, generoso y solidario. Su intérprete fue Víctor Hugo Cabrera, quien desde muy chico participó en producciones en la radio y la televisión, siendo un rostro reconocido por todos los colombianos, un comediante nato que como los grandes clásicos, nos regala expresiones de tragedia y frustración que los espectadores convertimos en risas.

Era una telenovela coral, con un grupo de actores secundarios entrañables, especialmente quienes encarnaban al equipo de vendedores del concesionario de automóviles y creo que ese fue un detalle determinante para la aceptación popular. Al menos en mi caso, recordé mi primer trabajo en la vida, que efectivamente fue el de vendedor, tanto en vacaciones del colegio, como en la universidad, cuando salían avisos clasificados de empleos temporales, usualmente para vender diversos elementos, como juguetes en época navideña.

Mi grado de fascinación con la telenovela, llegó al punto que si teníamos un compromiso fuera de casa a la hora de la presentación, yo la dejaba grabando en el VHS, que todavía existía en aquella época, incluso si teníamos un viaje, me las ingeniaba para programar los capítulos. Pero ocurrió algo parecido a la tragedia, la telenovela acabó justo mientras nos encontrábamos de vacaciones fuera de Nicaragua y al regresar pude constatar que el video cassette no alcanzó para el último capítulo.

Sin embargo, respetando los cánones del melodrama, ocurrió algo casi milagroso, yo no era el único que no había podido ver el momento crucial de la historia que durante meses me había tenido pegado al televisor. Al parecer muchas personas en mi condición, empezaron a llamar al Canal 2 en Managua, que era el que lo retransmitía, para pedir la repetición y así ocurrió, pude ver la redención final del pobre Méndez que luego de tanto sufrimiento pudo conquistar a la esquiva Alejandra Maldonado.

Al final todos quedamos contentos, como en cualquier telenovela que se respete.

----------------------

Dixon Moya es diplomático colombiano de carrera, escritor por vocación, lleva un blog en el periódico colombiano El Espectador con sus apellidos literarios, en el cual escribe de todo un poco: http://blogs.elespectador.com/lineas-de-arena/  En Twitter a ratos trina como @dixonmedellin

Hasta que la plata nos separe
Comentarios