Colombia no es solo un país de grandes ciudades como Bogotá, Medellín, Cali, Bucaramanga o Barranquilla, sino también de entrañables pueblos que muestran los colores del arco iris en las fachadas de sus casas y en las miradas de sus habitantes, pueblos que encierran historias tan intensas y vibrantes que merecerían ser contadas en libros y en películas como el documental que hoy nos ocupa, Jericó, el infinito vuelo de los días.
La directora colombiana Catalina Mesa ha realizado esta película testimonial tomando las historias de vida de unas mujeres tan fuertes como sensibles, tan valientes como delicadas, teniendo como escenario a Jericó, un pueblo de la llamada colonización paisa. Para los lectores de otras latitudes, paisa es el apelativo cariñoso que se le da a los antioqueños en Colombia, es decir los habitantes del Departamento de Antioquia, cuya capital es Medellín, la colonización paisa se refiere a la fundación de poblaciones, especialmente en la región cafetera, realizada no por los conquistadores españoles, sino por terratenientes, arrieros y campesinos paisas.
Jericó evoca aquel nombre bíblico de la ciudad que fue tomada por Josué, tras utilizar un arma musical para derrumbar sus murallas. El Jericó colombiano no se ha derrumbado, al contrario, parece resurgir con la proyección en la pantalla grande y las trompetas suenan no para destruir, sino acompañando la cadencia de los pasos femeninos. Para quienes hemos sido golpeados por la continua imagen negativa de Medellín y su precioso entorno, debido a producciones cinematográficas extranjeras y no pocas nacionales, este documental supone una bocanada de aire fresco.
Tuve oportunidad de ver 'Jericó, el infinito vuelo de los días' en el Latino Film Festival de Chicago en 2017 y varios de los extranjeros que lo apreciaron, quedaron maravillados con la fotografía que expone el paisaje urbano y rural del pueblo, pero además con la ternura y potencia de estas mujeres colombianas, que a pesar de las adversidades no se dejan derrotar, sobrevivientes y luchadoras, quienes tienen la habilidad de ir contando su historia, mientras no paran de trabajar, o de realizar alguna actividad manual. Activas, dinámicas, mujeres que no se detienen en pequeñeces como la edad, la enfermedad o la muerte.
Catalina Mesa tiene el acento suave y aterciopelado de la mujer paisa, así como el dominio de la palabra que tanto caracteriza a las personas de esa región de Colombia. No en vano, los culebreros, esos vendedores callejeros de remedios caseros, juegos infantiles, recetas e ilusiones, que hablan en una retahíla infinita, son antioqueños, así como los más connotados filósofos y pensadores colombianos.
Catalina explica cómo su documental, nació precisamente en su casa de infancia, al impresionarse con el carácter, desenvoltura, afecto y devoción de las mujeres que la rodeaban. Pero es mejor escucharla a ella, por eso dejo el enlace del reportaje que realizó el también cineasta español Alejo Moreno, para el legendario programa de RTVE, 'Días de Cine'.
Mi esposa Patricia, quien es tan sabia como bella (al fin y al cabo colombiana, aunque no sea paisa), solo tiene un pero, que es más un amable consejo para alguna reedición del documental. Sería bonito, al final del mismo, antes de la lista de créditos, tener la identificación de estas mujeres extraordinarias, con sus fotos y nombres, justo homenaje a quienes nos llevaron por hora y media a volar sobre el cielo antioqueño, como esa cometa metafórica, con la que cierra la película.
Mi recomendación para los estimados lectores, es que si quieren hacerse un favor en la vida, deberían ver Jericó y luego programar un viaje para visitarlo.
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Dixon Moya es diplomático colombiano de carrera, escritor por vocación, lleva un blog en el periódico colombiano El Espectador con sus apellidos literarios, en el cual escribe de todo un poco: http://blogs.elespectador.com/lineas-de-arena/ En Twitter a ratos trina como @dixonmedellin