jueves. 28.03.2024

Solidaridad en América Latina

"Los verdaderos amigos se conocen en la adversidad. Así que continuemos con todos los esfuerzos para paliar el dolor de nuestros hermanos con la misma determinación de aquellos héroes que siguen arriesgando su vida para salvar la de otros"

Antes de iniciar el presente texto, quisiera pedirle al amable lector, un breve momento para destinar los mejores pensamientos a nuestros hermanos en México, el Caribe y algunas ciudades de Estados Unidos que han sido afectados recientemente por fenómenos naturales como terremotos y huracanes. Para las víctimas, sus familias y allegados, todas las oraciones, buenos propósitos, fortaleza y consuelo.

Colombia en el pasado ha sufrido de tragedias naturales de incalculable magnitud, como la ocurrida en la población de Armero en 1985, por el gigantesco deslave producto de una erupción del Nevado del Ruiz, un bello volcán, que sin embargo, en esa oportunidad se llevó más de veinte mil vidas, dejando una estela de barro y destrucción. Pero al tiempo, los colombianos desarrollamos un sentimiento fraterno, nos movilizamos frente al dolor propio o ajeno, no resultamos indiferentes, solidaridad que afortunadamente es frecuente en la gran patria iberoamericana.

Con mi esposa Patricia, aprendimos de la zozobra y el miedo ante los fenómenos naturales en Nicaragua, durante nuestra experiencia en ese querido país centroamericano, que sabe bien de este tipo de tragedias, pues las ha experimentado todas. Nuestros sentidos fueron puestos a prueba, observamos como oscilaba el suelo, en sentido vertical, como una montaña rusa que se deslizaba ante nuestros pasos, mientras por vez primera escuchamos el tenebroso rugido de las entrañas de la tierra, todo aquello durante un fuerte temblor, cierto sábado tras la hora del almuerzo. Difícil de olvidar aquel terrible sonido que era dolor y reclamo al mismo tiempo.

De igual forma, en otra oportunidad, nos preparamos para un huracán que se esperaba entraría con fuerza en el país proveniente del Caribe y llegaría hasta la misma capital, aunque al final terminó diluyéndose en un remolino de lluvias, dejando devastación en la zona atlántica nicaragüense; aprendimos que se trata de un fenómeno que puede cambiar de intensidad y de ruta en cualquier momento. En Managua nos acostumbramos a tener una pequeña maleta con lo indispensable, al lado de la puerta, en caso de tener que salir corriendo con lo puesto.

El reciente terremoto ocurrido en México es significativamente duro, apenas unos días después de celebrar su día nacional, en pleno aniversario del terrible sismo de 1985, justo después de haber ensayado un simulacro para este tipo de eventos. Coincidencias que se dejan de lado, pues al final, son unos segundos en los cuales, la vida nos puede cambiar radicalmente y podemos perderlo todo, incluida la misma existencia. Sin embargo, reconforta ver escenas de vida rescatada en medio de los escombros, gracias a héroes anónimos y desinteresados, e incluso nobles animales, como los perros entrenados para afrontar estas desgracias.

El reconocido autor colombiano Fernando Vallejo, quien no es santo de mi devoción por su recalcitrante actitud negativa ante el mundo, pero quien aparte de buen escritor, seguramente es una persona amorosa en su trato personal, ha manifestado que ha recobrado su confianza en el ser humano por la solidaridad vista en la tragedia mexicana. Vallejo, quien lleva media vida en la capital mexicana, hablando mal de los seres humanos pero defendiendo a los animales, esta vez ha destacado las actuaciones, tanto de las autoridades y especialistas, como de las personas que espontáneamente se organizaron para ayudar en las labores de rescate.

Los verdaderos amigos se conocen en la adversidad. Así que continuemos con todos los esfuerzos para paliar el dolor de nuestros hermanos, con la misma determinación de aquellos héroes, que siguen arriesgando su vida para salvar la de otros. Sea el momento para sacar a relucir nuestra solidaridad iberoamericana, con acciones y pensamientos en apoyo de nuestros amigos, que sientan que los arropamos con sincero cariño. Algo que al mismo tiempo nos haga reconciliar con nuestra propia humanidad.

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Dixon Moya es diplomático colombiano de carrera y escritor por vocación. Lleva un blog en el periódico colombiano El Espectador con sus apellidos literarios, en el cual escribe de todo un poco: http://blogs.elespectador.com/lineas-de-arena/  En Twitter a ratos trina como @dixonmedellin 

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