Por estos días se desarrolla en Bogotá, una edición más de Expoartesanías, en Corferias, el recinto ferial de la capital colombiana, en donde se reúnen artesanos de todo el país, en una cita anual, que es un verdadero regalo para los bogotanos y los visitantes de la ciudad, que pueden deleitarse con el bello trabajo que sale de las manos, la cabeza y el corazón colombianos. Sea el momento de invitar a todos los que puedan visitar Corferias, porque no se arrepentirán.
Una de esas muestras que mezclan belleza, talento y esfuerzo es la cerámica de El Carmen de Viboral, una tradición que se inició en 1898, cuando el empresario Eliseo Pareja fundó “Locería del Carmen”, para llevar allí sus conocimientos de orfebrería y cerámica, que había aprendido en Caldas, otro municipio de Antioquia. Don Eliseo escogió El Carmen, por la abundancia de agua en la región y de arcilla, elementos básicos para la producción de lozas.
A mediados del siglo XX, apareció la Escuela Nacional de Cerámica Jorge Eliécer Gaitán y posteriormente el Instituto Técnico Industrial, que con otras entidades similares ha garantizado que la tradición sobreviva, especialmente entre las nuevas generaciones de esta región del oriente antioqueño. El artesano Rafael Ángel Betancur, según cuenta Jaime Horacio Arango en una crónica del periódico El Colombiano de Medellín, fue el responsable de agregarle color a las vajillas y otras piezas emblemáticas de la cerámica de El Carmen. La pintura se hace a mano, lo que convierte cada objeto en una pieza artística única e irrepetible.
La gran noticia cultural de estos días en Colombia, es que precisamente la cerámica de El Carmen ha sido declarada patrimonio cultural inmaterial de nuestro país y no es para menos, si hasta en la película de Disney, “Encanto”, aparece esta tradición alfarera, como se muestra en las imágenes que acompañan esta columna. Sinceramente, espero que este sea el primer paso para que la UNESCO en un futuro no muy distante, pueda elevar este patrimonio a nivel mundial.
Con Patricia mi esposa, estamos ligados a El Carmen, por la amistad, pues tenemos varios queridos amigos que residen en ese paraíso que queda a media hora de Rionegro, la ciudad en donde está situado el aeropuerto de Medellín. El Carmen es un municipio bonito y acogedor con el visitante, en donde hay multitud de artesanos ceramistas, con talleres de todos los tamaños, desde pequeños hasta verdaderas fábricas, en donde además se ofrecen cursos y seminarios para los turistas. Existe el Museo de la Cerámica, ubicado en el Instituto de Cultura de El Carmen, un centro que rebosa arte y juventud. El visitante en la misma calle, puede alojarse en un hotel acogedor, “Casa Rosé”, valga la publicidad porque es muy bueno.
El Carmen de Viboral, fundado el 13 de abril de 1752, se originó en una hacienda con el nombre del Carmen y se dice que así fue bautizada por la devoción a esa particular advocación de la Virgen o porque recordaba la belleza de los cármenes o jardines de Granada en Andalucía. En cuanto al complemento del Viboral, se debía a la presencia de muchas serpientes en un rio cercano. Para tranquilidad general, actualmente las únicas culebras son de cerámica.
El Carmen es un municipio ubicado en un bello y fértil valle en el oriente de Antioquia, en donde aparte de la cabecera municipal hay 55 veredas, el cual ha vivido de la agricultura, el comercio y la alfarería, es precisamente la “cuna de la cerámica artesanal”. Los interesados pueden encontrar más información en las siguientes páginas.
El Carmen es digno de visitar no sólo por su cerámica, sino por sus manifestaciones culturales, como el Festival Internacional de Teatro que organiza en julio, las Fiestas de la Loza, la Clásica de Ciclismo, el Festival Viboral Rock, o el Festival Carnavalito de música andina latinoamericana.
Enhorabuena a los carmelitanos, por la exaltación de su memorable cerámica, que representa su identidad, una herencia del pasado que se proyecta hacia el futuro. Hacemos votos para que nunca abandonen la cultura de la arcilla, porque al fin y al cabo todas y todos somos mujeres y hombres de barro, modelados por el mejor alfarero.
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Dixon Moya es diplomático colombiano de carrera, escritor por vocación, lleva un blog en el periódico colombiano El Espectador con sus apellidos literarios, en el cual escribe de todo un poco: http://blogs.elespectador.com/lineas-de-arena/ En Twitter (a ratos muy escasos) trina como @dixonmedellin.