martes. 19.03.2024

Nueva pobre

"Lo de hacerse nuevo rico de repente debe estar muy bien. Pero lo de hacerse «nueva pobre» he de decir que es bastante entretenido"

Lo de hacerse nuevo rico de repente debe estar muy bien. Pero lo de hacerse “nueva pobre” he de decir que es bastante entretenido. Me explico. No es que yo antes fuera rica –nada más lejos de la realidad-, pero sí me sobraban cada mes 30 o 40 eurillos que iba añadiendo a la cuenta naranja y que me sacaban de imprevistos como comprar una lavadora nueva o un bolso de Uterque.

Ahora es al revés… ya no practico la economía doméstica, sino la economía “modestica”. La cuenta de ahorro se ha vaciado, y más que sobrarme, me faltarían unos 900 (tirando por la bajo) para vivir como antes –y no es que viviera yo a todo trapo, pero un taxi de vez en cuando sí que me cogía-. Siempre he dicho que sobrevivir es más entretenido que vivir. Y es verdad. Desde que me levanto practico la picaresca mundana y más que gastar voy por la vida con un permanente “me he ahorrado tanto en…” que me pone mucho (hasta lo apunto).

Lo del “ahorro imaginario” es muy fácil en mi caso. Vaya por delante que soy periodista de belleza y tal, y que me mandan a casa todas las novedades para probarlas. Pues nada, que me llega una bolsa con cuatro cremas de tratamiento anti-edad por valor de 620 euros, y yo que transformo al momento la situación y me hago para mí un “me las pensaba comprar así que me he ahorrado más de 100.000 pesetas de las de antes…” que hasta me lo creo.

Y tan feliz. Lo mismo cuando me invitan a probar manicuras, nuevas peluquerías y demás… como si cobrara un cheque en efectivo al salir que me siento. Tampoco me hace falta comprar pasta de dientes, desodorantes, geles de baño ni champús… menos mal. Lo mejor que he hecho en la vida –y nunca lo hubiera pensado- fue sacarme la tarjeta de El Corte Inglés hace mil años. A veces hasta blanqueo capitales con ella.  Que voy con una amiga que entra en alguno para comprar lo que sea, pues le suelto un “anda, dámelo en efectivo y te lo pago yo con la tarjeta, que hasta el mes que viene no me lo pasan…”

Y a finales de mes –o mediados o primeros-, que como soy 'freelance' nunca sé cuando voy a cobrar…- la uso hasta para comprar tabaco. Ya sé que es el primer gasto a eliminar, y estoy más motivada que nunca para dejarlo. Lo malo es que esta vez no tengo para volver a comprarme el tratamiento con el que lo conseguí hace unos años y a pelo cuesta más.

El otro día llevé a criaturita 2 monísima a una boda con la etiqueta del vestido nuevo metida por dentro, dispuesta a llevarlo después al tinte y devolverlo. Lo malo es que le debía molestar mucho, se notaba, y una invitada de la familia de la novia la vio en el baño y le dijo “ay, pobre, pero si llevas la etiqueta, espera que le la corto…”

El gimnasio lo amortizo mejor que nunca. No me he borrado –que me quedan 5 meses-. Pero consciente de lo que me cuesta al año, no salgo hasta no haber exprimido dos horas al máximo y me meto en todas las clases que puedo.

La compra la hago al día, y conseguí dejar la cocina vacía. ¿A que en todas las despensas hay siempre una lata de maíz, atún o sardinas y sobres de sopa y puré que se convierten en parte de la decoración? Pues una semana me planté con lo de “no se compra nada y se termina lo que hay- y me salió una creatividad digna de concursar en Master Chef, o en Supervivientes. Y los niños no protestaron demasiado… aunque hay que decir que la comida la hacen en el cole.

Lo de salir a comer o cenar por ahí no lo echo de menos… aprovecho las presentaciones a las que me invitan a diario para conocer los sitios más trendy de Madrid y hacer vida de rica. Pero como dice una compañera “hay que comer mucho caviar para ganarse las lentejas”. Este año, lo de los reyes de criaturitas fue muy emocionante. De los 600 euros que me solía dejar antes de media entre los dos, gracias a Wallapopeste año salí por 120 con todo. Lo malo es que algunos de los juegos para la PS4 de criaturita 1 no funcionaban, menos mal que ya saben…

Bendito Wallapop –de Chicfy me echaron por dar pistas de que también lo vendía por menos en la otra -y sin comisión- a una chica desesperada que quería unas sandalias mías a toda costa pero no le llegaba el dinero, y eso que la llamé “guapi”-. Cada mes, y a lo tonto, me saco un sobresueldo –o subsueldo- y voy colocando mantelerías, cuadros, lotes de ropa de los niños, una cama nido, tacones que ya no me pongo… y la casa cada vez más ligera y mona.

Echo de menos andar con tacones. Antes yo era más de taxis, y ante esas distancias “tontas”, lejos para ir andando pero cerca para taxi, terminaba subiendo al brazo en cuanto veía una luz verde… Ahora voy con deportivas –menos mal que ya están bien vistas para ir a cualquier lado y se llaman skeachers- y ando lo mío.  Ando, y me pierdo por el metro, y a lo tonto, de tanto subir y bajar escaleras me voy tonificando.

Menos mal que me he sacado el carnet de la biblioteca. Siempre he sido lectora de dos libros de media por semana, pero ahora –metro de Madrid obliga- llego a tres semanales. El presupuesto que me dejaba en la Casa del Libro era como para nombrarme clienta del mes, pero ahora me acerco a la bibliolos sábados por la mañana y hago acopio de títulos. Y lo que me ahorro…

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