martes. 19.03.2024

Cerrando etapa

"Me cuesta trabajo centrarme en cualquier otro tema que no sea mi inminente partida. Todavía no me creo que dejo Oriente Medio después de casi cinco años viviendo aquí"

Me cuesta trabajo centrarme en cualquier otro tema que no sea mi inminente partida. Todavía no me creo que dejo Oriente Medio después de casi cinco años viviendo aquí. Cerrar está resultando mucho más sencillo de lo que me había imaginado. Una vez más, pensar en ciertos proyectos nos cuesta más que llevarlos a cabo.

Las cajas están casi terminadas, queda solo por empaquetar lo que uso a diario. Como siempre, acumulamos más trastos de los que nos imaginamos. Y lo gracioso de eso es que la gran mayoría ni siquiera los utilizamos. No he guardado mis enseres como debería haberlo hecho, es decir, deshaciéndome de una gran parte de ellos. Soy de las que les cuesta tirar, me aferro a todas mis pertenencias como si fueran las alhajas más valiosas del mundo y me siento incapaz de tirar cosas. En fin, espero aprender algún día. Por fortuna, decidí dejar todos los muebles y menaje del hogar. Lo he vendido en un lote a la persona que me sucede como inquilina. Yo misma la busqué para poder vender todos los bártulos sin que ello me supusiera un desgaste de tiempo y energía. Salió bien. A los pocos días de colgar el anuncio, mi casa estaba apalabrada.

Mi siguiente inquietud, y quizá no tenga razones para que exista, es la liquidación con la empresa. En cuanto solicité el borrador, me lo prepararon, incluyendo finiquito y vacaciones pendientes. He pasado por tan malas experiencias en las anteriores empresas, aquí en el Golfo, que recibir el trato que me corresponde llega a sorprenderme. También sé que a todos los empleados que han dejado la oficina se les ha pagado cuanto les pertenecía, sin ninguna intención de regatear o de jugar con el trabajador. Sí, ya sé que esto es lo normal. Pero vengo un poco trasquilada y en estos años me he vuelto desconfiada y suspicaz (¡con lo que yo he sido!).

Mi coche no requiere ninguna gestión. Es alquilado. Con pagar los días sueltos que me quede en julio será más que suficiente. Ahora me alegro de la decisión que tome hace algo más de un año, cuando me planteé comprarme otro coche. Digo otro porque aquí tuve un Land Rover se rompió a los siete meses de ser mío y aquella aventura me supuso una odisea. Cuando me recuperé emocionalmente de todo lo referente a aquel coche, me sentí tentada a comprar otro y no lo hice porque intuía que el regreso a España no estaría lejos. Aun así, ha tardado más de lo que imaginé entones.

Cuñar los documentos y solicitar mi baja en la embajada lo dejo para la última hora, así como informar a la empresa del día que salgo del país. Para que cancelen mi visado. ¡Qué grande me suena eso de cancelar el visado! Y mucho más si pienso en lo que me costó conseguirlo. Incluso, fui una emigrante ilegal durante tres meses. Y ahora lo dejo, por propia decisión. Le digo a mi permiso de residencia ¨gracias¨, ¨gracias por este tiempo, ahora nos depedimos¨.

Como es Ramadán, trabajamos pocas horas y los actos sociales se suceden uno tras otro. Esto ofrece muchas oportunidades para volver a ver a muchos y para disfrutar a conciencia de otros. El que ahora es mi mundo va a cambiar drásticamente. La última vez que esto sucedió fue cuando vine aquí. Aquella mudanza fue diferente. Me adentraba en lo desconocido, ingenua y asustada. Preparando mi partida con prisas, cerrando los proyectos del despacho más rápido de lo que debería. Celebrando fiestas y despedidas apresuradamente. Sin saber lo que me esperaba al otro lado. Sin mucho margen de movimiento.

Ahora tampoco puedo decir que sepa lo que me espera al otro lado. No podemos, no es aquello que dejamos. Es más, he visitado España tan pocas veces y con viajes tan cortos, que me asalta un pensamiento. Creo que va a ser como si me hubiera acostado por la noche y al despertarme hubiesen transcurrido cinco años. Supongo que será mejor no pensar. Ya viviremos la transición conforme llegue.

Lo que sí es diferente a la otra mudanza es que esta vez yo marco los tiempos, yo tomo las decisiones en base a mis anhelos y apetencias. Sé lo que quiero y en base a ello, marco el camino. Luego lo recorro con calma y con la seguridad adquirida.

Y así es como estoy viviendo mis últimos días en esta parte del mundo. He perdido toda disciplina y soy condescendiente conmigo misma. Ya habrá tiempo y ocasiones para recuperar los hábitos. Ya llegará el momento. Ahora bastante tengo con cerrar adecuadamente y con apurar los últimos sorbos que Oriente Medio sigue ofreciendo

Cerrando etapa
Comentarios