martes. 19.03.2024

Expatriados

"Para los que vivís en el Golfo: el hecho de haber trabajado allí ha pesado mucho en mi currículum. Mucho más de lo que me esperaba"

Cuando vives fuera, ¿te vas del todo? Quiero decir, ¿desarrollas una vida nueva y aparcas la anterior? Obviamente, mantienes contacto con los tuyos. Tu familia y tus amigos siempre son un referente. Pero tu entorno social -el de tu país- se disuelve un poco.

Cuando yo me mudé a Oriente Medio me deshice de mi coche y alquilé mi piso. De alguna manera, cerré aquí y abrí una vida nueva en otra parte. La construí desde el principio y mis días se convirtieron en mis días de allí. Obviamente, esto consume mucha energía, requiere tiempo y se necesita un recoloque a nivel emocional.

Supongo que resulta diferente cuando te desplazas con pareja o con familia. Una parte -muy importante- de tu vida de antes se mantiene e imagino que se convierte en un punto donde agarrarse hasta que se construyan los otros, los nuevos puntos que van a sustentar tu vida.

Viví casi cinco años en el Golfo. Procuré mantener el contacto con mi gente de aquí, pero es cierto que el día a día te arrastra y que los vínculos necesitan un contacto periódico.

Tras un descanso (largo) en España, tomé la decisión de quedarme. Busqué un empleo y lo encontré en una empresa líder del sector cerámico. Ahora trabajo como técnico comercial y pronto empezaré a viajar a Francia para reforzar al equipo comercial. Me han planteado la opción de residir allí un tiempo en lugar de ir y venir constantemente. Me ha entusiasmado la idea, tengo ganas. Y lo de vivir en París fue una de mis ilusiones durante algún tiempo. Pero, a la vez, no puedo evitar plantearme en qué consistirá, de nuevo, vivir fuera. Y, sobre todo, pensar en construir, otra vez, otra vida. Es cierto que voy a estar muy cerca, que viajaré a España cada dos meses. Que mantengo mi coche y mi casa aquí. Que mi empresa está en esta parte y, lo más importante, que si no lo llevo bien, siempre puedo pedir volver a venir a trabajar en Castellón.

Supongo que la respuesta está en no buscar respuestas, en no cuestionarme tantos supuestos ni darle más vueltas al asunto. Lo tomaré conforme vaya llegando.

Es cierto que me hace mucha ilusión este proyecto. Tanto el trabajo en sí como el hecho de salir, de viajar y de moverme. Porque, además, ya no podía seguir viviendo encerrada en una oficina, de cara a un ordenador, como he hecho toda mi vida.

Por cierto, para los que vivís en el Golfo: el hecho de haber trabajado allí ha pesado mucho en mi currículum. Mucho más de lo que me esperaba. Cuando vivía allí era lo normal, todos nos encontrábamos en la misma situación. Pero aquí se aprecia y mucho. Creo que es por haber sobrevivido a situaciones complicadas, haber sido capaz de “buscarme la vida” y porque es una prueba de que tenemos mucha resistencia a la adversidad.

Cuando cuentas que has vivido en Oriente Medio a la gente le suele impresionar. Yo creo que lo tengo tan normalizado en la historia de mi vida, que no me doy cuenta de cómo suena. En todo caso, me sirve como referencia y como anclaje. Hay situaciones del presente o del futuro que no me asustan porque yo ya he vivido otras en aquellas latitudes y salí airosa de ellas. O, al menos, salí. Que no es poco.

Y con estas reflexiones termino este artículo. Parece que mi vida se va a desarrollar en Europa por ahora (tampoco se descarta nada en el futuro si continúo en esta empresa). Seguiré escribiendo y haciendo referencia a lo que viví allí y a la persona que soy gracias a mi tiempo en Oriente Medio. También rememoraré anécdotas que todavía no he contado. Pero lo haré con una perspectiva más occidental. Desde mi vida presente. Quizá, aplicando lecciones aprendidas allí. Y, siempre, enriqueciéndonos con las diferencias.

Expatriados
Comentarios