martes. 19.03.2024

Saludar a los musulmanes

"Mi primer día de trabajo en Qatar me presentaron a varios compañeros. Yo estrechaba la mano para saludar. Horas más tarde me explicó mi jefe que era mejor no hacerlo"

Ahora ya me he acostumbrado, pero al principio debía mantener la concentración para saludar a los hombres “de manera correcta”. Y me resultó difícil en la faceta personal. Hay que tener en cuenta que los latinos somos besucones, tocones, que nos arrimamos y que nos gustan las distancias cortas. Al llegar a estas tierras me grabé a fuego un “no des dos besos a diestro y siniestro, que no estás en España”. Y así, cada vez que me presentaban a alguien, extendía la mano. Luego supe que en ocasiones es mejor ni tocarse. Basta con un saludo verbal, con la mirada y con un tradicional gesto que consiste en llevarse la mano derecha hacia el corazón en señal de afecto.

Pero en los países del Golfo, a pesar de ser un contexto musulmán, vivimos personas de todas procedencias y costumbres y de alguna forma influye en el conjunto de la sociedad. Entonces te haces un lío y ya no sabes ni cómo decir hola. Echando la vista atrás, he acumulado y escuchado muchas experiencias sobre saludos, besos (en las mejillas), apretones de manos y otros gestos, pero no puedo extraer una pauta.

Mi primer día de trabajo en Qatar me presentaron a varios compañeros. Yo estrechaba la mano para saludar. Horas más tarde me explicó mi jefe que era mejor no hacerlo. De hecho, en aquella oficina siempre mantuve las distancias con todos los varones. Algunos de ellos son mis amigos y cuando quedamos los fines de semana nos basta con sonreír y preguntarnos qué tal va todo. También con la mirada.

En el trabajo decidí hace mucho tiempo que saludaba a la manera occidental. Y siempre extiendo la mano. Si no lo hacen ellos antes, pues ven mi cabello descubierto y me asumen occidental. Si voy con una compañera con hijab, no se la dan, a menos que sea ella quien tome la iniciativa. El decoro dice que es la mujer quien debe ofrecer la mano primero. Entonces, se le corresponde. Una anécdota que a mí no me ha sucedido, pero sí a varias de mis amigas ha sido conocer a alguien en un ambiente laboral, alargar la mano y quedarse con ella en el aire mientras la otra persona, en lugar de corresponderle, pone su derecha sobre el corazón. Me reí cuando me lo contaron, pero no me habría hecho gracia estar en esa situación.

Eso sí, si te presentan a un español, le das dos besos. Aunque sea un contexto laboral, aunque no se los hubieses dado en la misma situación en España. Es una de esas reglas no escritas que todos seguimos. Por compañerismo, por aprecio dado que venimos del mismo país y aquí somos una minoría y como muestra de cariño.

Yo tuve un novio musulmán hace muchos años. Sí, la inclinación parece que me viene de lejos… En fin, a menudo me contaba anécdotas de sus años en la universidad. Él era de Argelia y explicaba la gran diferencia entre las zonas rurales, sumamente conservadoras y las ciudades, que eran más abiertas. En especial, el entorno universitario. Decía que en una ocasión le presentaron a una compañera y que cuando fue a saludarla lo dejó con la mano en el aire y bastante apurado. Un tiempo después supo que era una chica de lo más descarriada. Por tanto, no juzguemos según los saludos.

Una de mis amigas españolas está casada con un egipcio que también trabajaba en mi primera oficina. Un día vino a casa para recoger documentación y aún recuerdo que me cambié antes de que llegara porque vestía un pantalón corto, pero cuando llegó me dio dos besos. Y así es como nos saluda siempre a las españolas, pues está de lo más integrado en nuestras costumbres. No obstante, según el contexto, yo le doy la mano, que no se me olvida dónde estamos.

Cuando vinieron mis padres la primera vez les advertí a quiénes de mis amigos podían besar y a quiénes no. Creo que les mareé un poco. Eran mis principios en Doha y yo andaba obsesionada con el decoro y las normas sociales.

Y después de estos años aquí, y sin saber todavía muy bien cómo saludar, he llegado a varias conclusiones. En el trabajo extiendo la mano. Si son españoles, dos besos, independientemente del contexto. Y en mi vida personal, depende del momento, el origen de la otra persona y de quién me lo presente. Si dudo, espero a ver cómo reacciona el otro.

Seguro que también has vivido anécdotas con respecto al saludo con otras culturas. Si te apetece, puedes compartirlas. 

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