viernes. 29.03.2024

Esos niños ...

"Un día uno de mis alumnos me dijo «¡Por fin te has puesto guapa, seño!». Un puñal en el corazón."

«Tendréis que trabajar duro, si no terminaréis haciendo teatro para niños y bebés que se ríen con un pedo»’.

Con esa frase empezó (más o menos, tampoco es que entrara en la clase y ¡BAM!, pero queda muy épico de la vida si lo pongo así) mi primer año de arte dramático. Una frase que deja claro que un grupo de aspirantes a actores deben ser serios y disciplinados para poder vivir de esto (abro este paréntesis porque me ha salido una carcajadilla tonta al releer la última frase. Ha emanado de mis entrañas sin yo quererlo, vaya) porque, del público para el que trabajamos, los adultos son muy difíciles de entretener y los niños son objetivo fácil.

A mi, que a esa edad ya tenía la cabeza en su sitio y era lo suficientemente madura (lo siento, me he vuelto a reír. Lo siento, de verdad), esa frase no me asustó para nada: yo estaba en esa escuela para comerme el mundo y ser el nuevo Rowan Atkinson en su versión femenina y no para andarme con chiquitas (MENTIRA COCHINA. Me cagué viva. Yo sólo sabía hacer reír a los críos, ¿qué hacía yo ahí? ¿me quitaba ya el primer día de la carrera? ¿sería muy fuerte el sartenazo de mi madre?).

La otra tarde, servidora se fue a destrozar el cuento de Blancanieves al centro de Málaga. Tras acumular una experiencia más en la vida (si ya es difícil hacer un cuento en condiciones, hacer la traducción simultánea del mismo es nivel experto), fui a cambiarme y me paró una madre: «Mi niña quiere decirte adiós». Me agaché a darle un beso y le pregunté que si le había gustado el cuento. «No». No. Ese «no» retumbó en mi cabeza durante toda la noche. Fue peor que el «Yo quiero bailar» de Sonia y Selena (si no sabes a que me refiero, eres muy joven para estar en internet Y LO SABES. Vete a la calle a jugar a la comba, hombre ya). Nunca en mi vida un moco con patas me había dicho eso.

Hice algo que no hago habitualmente: pensar. Y alcancé una duda existencial que debería acompañar a ese profesor que me dio mi primera hora de carrera: ¿Es más difícil de entretener a un adulto que se pasa horas en el trabajo y/o viendo la tele y que está muerto por salir de la rutina o a un niño que está esperando constantemente sorpresa tras sorpresa? ¿Es igual de difícil? ¿No? ¿Siguen Sonia y Selena juntas? ¿Sacarán single este verano? ¿Se habrán puesto más tetas o habrán decidido que poder respirar es más importante en la vida que morir ahogadas por senos de silicona?

Dejamos aparte lo de que los niños dicen siempre lo que piensan porque sobre eso no debato desde el día en el que uno de mis alumnos me dijo «¡Por fin te has puesto guapa, seño!». Un puñal en el corazón.

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