sábado. 20.04.2024

La normalmente cautelosa maquinaria estatal saudita está pregonando la campaña aérea contra el Estado Islámico.

Al unirse en septiembre a la coalición contra los extremistas de Estado Islámico, Arabia Saudita tomó una posición que le está granjeando amigos y enemigos. El analista experto en temas del Golfo Pérsico, Neil Partrick, analiza los desafíos a los que se enfrenta esta potencia clave para los conflictos de Medio Oriente en la página de la BBC en español.

Sin embargo, esta campaña publicitaria contra un grupo de adscripción sunita (la misma que la de los saudíes) conlleva riesgos. Algunos sauditas han recurrido a las redes sociales para declarar la guerra a aquellos que maten a musulmanes.

Una de las imágenes de pilotos que ha suscitado más hostilidad ha sido la de un hijo del príncipe heredero.

Los miembros de la autodenominada coalición de Occidente también están bombardeando Irak y muchas de las víctimas no son los sanguinarios combatientes expansionistas de EI, sino civiles musulmanes sunitas comunes y corrientes.

Muchos sauditas, incluidos algunos cercanos al gobierno, no creen que bombardear zonas árabes sunitas en Irak o Siria contribuya a los intereses de un reino árabe sunita. Después de todo, ellos saben que el descontento local árabe sunita permitió que EI encontrara un caldo de cultivo en Irak. Algunos sauditas ven a su país (y a los Emiratos Árabes Unidos, Jordania y Bahréin) como una especie de fuerza aérea de Irán al bombardear a opositores del presidente sirio Bashar al Asad.

Barack Obama visitó Arabia Saudita en marzo (en la foto de la noticia) para aliviar las tensiones bilaterales. Arabia Saudita y sus aliados en el Golfo sostienen que su lucha es contra el presidente Al Asad y su círculo íntimo. Sin embargo, ni los sauditas ni sus aliados regionales y occidentales están atacando en realidad al régimen sirio. Pero la mayoría de los sauditas ha saludado el rol proactivo de su país, aun cuando sea junto al no islámico Estados Unidos.

Durante años el mayor exportador de petróleo del mundo, sede de una dinastía gobernante de larga data, Arabia Saudita es un aliado clave de Occidente, y la decisión de apoyar militarmente a EE.UU. contra EI refleja en parte esa continuidad.  ¿Existe una conspiración de EE.UU. y Arabia Saudita para hundir los precios del petróleo?

Al Asad ha pregonado su lucha contra EI y contra quienes él considera sus aliados: los grupos rebeldes sirios respaldados por países del Golfo. De estos, la mayor batalla la presentan los sunitas islamistas, bien sean los autoproclamados "islamistas moderados" o los militantes de línea abiertamente dura.

Los blancos de la coalición occidental en Siria han incluido la filial de al Qaeda, el frente de al Nusra, que en 2013 rechazó una fusión con EI.

Se cree que al Nusra está recibiendo ayuda de Qatar y Turquía. Este grupo se ha enfrentado encarnizadamente a EI. En ocasiones, Al Nusra ha colaborado con el Ejército Libre de Siria (ELS), que es apoyado también por países de la zona del Golfo.

Estos dos grupos se oponen a los ataques aéreos contra EI. Por lo tanto, al unirse a esa campaña, Arabia Saudita podría estar haciéndose daño a sí misma.

A eso se suma la acusación de que, como estandarte de la versión ultraconservadora del islam sunita, el wahhabismo, Arabia Saudita es vista como la fuente ideológica de la semilla del demonio que según muchos es el Estado Islámico.

Algunos funcionarios cercanos al gobierno saudita rechazan esto, y aducen a la tradición de clérigos aquiescentes ante el Rey, percibido como un "imán" legítimo. La rebelión, aseguran, es más propia de la tradición chiíta, como prueba la revolución iraní y el violento pasado de Dawa, el partido islamista chiíta iraquí al que pertenecen el primer ministro Haider al-Abadi y su predecesor Nuri al-Maliki.

En verdad, el quietismo, o darle "al César lo que es del César", está muy establecido tanto en la tradición chiíta como en la sunita y, con algunas excepciones notables, tiene aceptación firme en Arabia Saudita.

Saud al-Faisal, canciller saudita, volvió a expresar la preocupación del reino por la creciente influencia de Irán en la región.

El presidente estadounidense, Barack Obama, ha criticado a los aliados que profesan apoyo pero al mismo tiempo ayudan a los extremistas. También argumenta que los derechos individuales y el imperio de la ley son la mejor manera de salir del atolladero ideológico en la región.

Los sauditas dicen que Al Asad no está plantando gran batalla contra EI y al Nusra por motivos prácticos: están ayudándole a acabar con el ELS y los enemigos islamistas de su régimen.

Por si estos dilemas fueran pocos, el reino saudita se enfrenta a las especulaciones sobre quién sucederá al rey Abdalá, de 90 años. De todos modos, por muy contradictoria que parezca la alianza estratégica con EE.UU., la expansión de EI la ha hecho más necesaria.

¿Por qué la alianza con EE.UU. supone un dolor de cabeza para Arabia Saudita?
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