viernes. 29.03.2024

Por primera vez, una mujer se enfrenta a la pena de muerte en Yemen, en lo que el diario Al Arabiya califica como un "peligroso precedente" tras el "fallo politizado" de un tribunal bajo el control hutí en Saná.

Asma Abrisa, de 22 años, ha sido condenada tras "un juicio injusto que carecía de transparencia y los estándares mínimos de integridad" por el cargo de espionaje a favor de uno de los países de la Alianza de apoyo legítimo en Yemen, cuenta el diario en árabe, citando un informe de Amnistía Internacional.

La joven, madre de dos hijos, representa uno de los abusos más graves de las milicias graves en el uso del poder judicial "para ajustar cuentas políticas", según la descripción de Amnistía Internacional en su comentario sobre el juicio.

La organización internacional ha hecho un llamamiento a los activistas de derechos humanos y organizaciones civiles y feministas de Yemen y a la comunidad internacional para que presionen para detener la ejecución de esta sentencia "injusta y politizada", de manera que la joven sea liberada de inmediato.

Asma nació el 7 de julio de 1995 en el seno de una familia pobre. Estudió hasta el noveno grado, antes de casarse y dar a luz a sus dos hijos. Tras su primer matrimonio, vuelve a casarse con Khaled Salem Al Sayari, en mayo de 2015, sin conocer que su marido era líder de la organización terrorista Al Qaeda. Cuando lo descubrió se divorció en febrero de 2016, tras  ser perseguida y poner en peligro su vida, trasladándose a vivir en las zonas montañosas y rurales de la provincia de Hadramout.

TORTURAS Y MALOS TRATOS

El 5 de octubre de 2016, cuenta Al Arabiya, la milicia hutí arrestó a Asma, en camino desde Mukalla a Saná, junto a su padre y dos de sus vecinos y acusados ​​de formar una célula espía y un servicio de inteligencia. Su arresto marcó el comienzo de una terrible situación, que incluyó desapariciones forzadas, tortura y otros malos tratos y condenas a muerte tras un juicio muy injusto.

Desde su arresto, ha sido trasladada a varias prisiones hutíes, torturada y golpeada y agotada al ser interrogada a altas horas de la noche para evitar que durmiera.

Amnistía Internacional citó a su padre de 50 años quien afirmó que Asma fue golpeada frente a él y obligada a ver como los otros dos detenidos en el caso eran torturados y colgados de sus muñecas, pateados y golpeados en todo el cuerpo.

La milicia liberó a su padre el 26 de junio de 2017 después de pagar grandes sumas de dinero para los hutíes y exigió en algún momento de la cantidad de 30 mil riales yemeníes para liberar a la joven antes de dar marcha atrás.

El 30 de enero 2018 un tribunal hutí emitió la condena de muerte contra la joven por "formación de una red de espionaje" a favor de uno de los países de la Alianza de apoyo legítimo en Yemen.

Sin embargo, el resto de los detenidos, Mahfouz Ruwaished, Ahmad Abdullah Bawazir y su padre, fueron liberados antes del veredicto, después de entregar dinero para la milicia hutí.

Ella fue acusada de un "acto flagrante" con una sentencia adicional de 100 latigazos.

Según ha podido saber Amnistía Internacional, "el espíritu de la moral de la condenada es muy bajo, está presa en las mismas condiciones miserables, tiene que pagar por su comida, y no puede conseguir ropa o materiales de higiene ni visitas de parientes por miedo a ser arrestados".

La historia de la primera mujer yemení que se enfrenta a la pena de muerte
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