martes. 19.03.2024

El 27 de marzo de 1977 ocurrió el peor accidente aéreo de la historia. Dos aviones Boeing 747, de Panam Airways y KLM, chocaron en la pista de despegue del aeropuerto Los Rodeos, en Tenerife, Islas Canarias, España, y dejaron 583 muertos. Una cadena de eventos desafortunados causó la catástrofe.

El capitán Robert Bragg, copiloto del avión de Panam, fue uno de los sobrevivientes de la tragedia. Bragg murió en febrero de 2017, pero en marzo de 2016, el programa Witness de la BBC pudo entrevistarlo sobre el desastre que cambió para siempre los procedimientos de seguridad en la aviación internacional. "Siempre creí que fue culpa del capitán de KLM por tratar de despegar sin autorización", le dijo Bragg a la BBC.

El día del accidente, Bragg iba como copiloto de un vuelo de Panam desde Los Ángeles, Estados Unidos, hasta la isla de Gran Canaria, España. Pero el aeropuerto de Las Palmas de Gran Canaria había sido cerrado por la explosión de una bomba, detonada por el grupo separatista Movimiento por la Autodeterminación e Independencia del Archipiélago Canario (MPAIAC). Varios vuelos que se dirigían a esa isla habían sido desviados a la vecina Tenerife, cuyo aeropuerto era más pequeño. Cuando le faltaba poco tiempo para aterrizar en su destino original, el avión en el que iba Bragg también fue desviado. Así, el aeropuerto de Tenerife se llenó de aeronaves que esperaban la oportunidad de seguir a sus destinos.

Otro de los aviones que también tuvo que aterrizar en Tenerife fue un Boeing 747 de KLM. El aparato estaba bajo el mando del capitán Jacob van Zanten, un piloto holandés sumamente experto. "En ese momento, nadie sabía cuánto tiempo iba a estar cerrado el aeropuerto de Las Palmas. Estábamos ahí simplemente esperando. El aeropuerto abrió como una hora y media después y todo el mundo empezó a alistarse para despegar", recordó Bragg hace un año.

"EL KLM estaba estacionado justo frente a nosotros y el piloto decidió empezar a recargar combustible, casi al mismo tiempo que reabrieron el aeropuerto de Las Palmas", contó el sobreviviente. Los registros muestran que Van Zanten, de KLM, y su tripulación estaban llegando al límite del tiempo permitido por cada vuelo.

Recordando el episodio, Bragg sostuvo que el piloto quizás estaba apurado por seguir su camino. "No puedes apresurarte. Tienes que tomarte tu tiempo. Uno no se apura para despegar ni para aterrizar", comentó el copiloto.

El avión de Panam estaba estacionado detrás del de KLM cuando se les ordenó a los pilotos que retrocedieran por la pista y dieran la vuelta para despegar. Pero justo cuando los dos aviones se estaban moviendo, el clima cambió dramáticamente. El aeropuerto de Tenerife está construido en un lugar propenso a llenarse de niebla del mar, le dijo a la BBC en 2014 Graham Braithwaite, profesor de Investigación de Seguridad y Accidentes de la Universidad de Cranfield, en Reino Unido. "La pista se llenó de niebla y la visibilidad se redujo a unos 100 metros. Ya no podíamos ver al avión de KLM", recordó Bragg.

El avión de Panam recibió la orden de salir de la pista para permitirle al de KLM despegar. Pero no estaba claro qué salida debía tomar, así que seguía en la pista cuando la aeronave de KLM empezó a acelerar. "Supimos que venía por la pista hacia nosotros por las luces de aterrizaje que estaban brillando. Al principio no nos asustó porque pensé que sabía que estábamos ahí", contó Bragg. Cuando el copiloto de Panam vio claramente al KLM, ya estaba a unos 60 metros de ellos. "Estaba viniendo por la pista directamente hacia nosotros", recordó.

Según la transcripción de lo que sucedió en la cabina del KLM, cuando el piloto Van Zanten empezó el proceso de despegue, fue interrumpido por el copiloto, que le recordó que no tenían "autorización" para realizarlo. En los años 70, cuestionar a un piloto era bastante inusual.

Unos minutos después, cuando Van Zanten retomó el despegue, un ingeniero del avión se mostró preocupado. "¿El avión Panam ya desocupó la pista?", le preguntó. "Sí", respondió el piloto con confianza. Pero estaba equivocado.

"No podía creerlo. No podía creer que se estuviera moviendo. No podía creer que estuviera despegando", declaró Bragg, que calcula que el piloto de KLM iba corriendo a una velocidad de 240 kilómetros por hora. "Empecé a gritar 'sal de la pista', 'sal de la pista', 'sal'. Pasó tan rápido, que no tuvimos tiempo de pensar", contó el copiloto de Panam. "Habrían pasado unos 10 o 15 segundos desde que lo vimos hasta que nos chocó. Nos debe haber visto al mismo tiempo que nosotros lo vimos, porque rotó el avión y subió una llanta para despegar, de manera tan fuerte que golpeó la cola del avión".

Parecía que el capitán Van Zanten estaba desesperado por despegar por encima del otro Boeing, pero como acababa de recargar combustible, el avión estaba muy pesado.

"Escuchamos un 'bum' muy corto. El ruido y el movimiento no fueron muy fuertes. Pensé que no nos había chocado", recordó el sobreviviente. Pero el avión de KLM sí los había chocado. Siguió andando por la pista y luego estalló en llamas, sin dejar ningún sobreviviente.

En la aeronave de Panam, la tapa de la cabina había desaparecido. "Cuando me di cuenta del daño, salté, había unos cuatro metros de la cabina al suelo", recordó Bragg.

"Felizmente caí en una superficie de pasto. Si hubiera caído en el pavimento, me hubiera roto las piernas. Me levanté y vi que había unas 50 personas en el ala izquierda del avión. Les empecé a decir que bajaran. Después de que habíamos estado ahí unos cinco minutos, el avión explotó. El avión se deshizo".

61 personas escaparon del avión de Panam, pero la niebla era tan densa que pasaron varios minutos hasta que los rescatistas se dieron cuenta de que había dos aviones en llamas en la pista.

Más tarde, los investigadores dijeron que terminologías no estandarizadas llevaron a confusiones y que transmisiones importantes de los dos aviones a la torre de control no fueron recibidas. El operador de radio hablaba al mismo tiempo, por lo que se bloqueaban mutuamente.

La cultura de las cabinas de los pilotos cambió. Todos los tripulantes de cabina están entrenados para cuestionarse entre ellos, sin importar su rango. "Si hubiera escuchado a su copiloto y a su ingeniero, Van Zanten no hubiera despegado, porque las revisiones previas al despegue no se habían completado", concluyó Bragg.

"Él simplemente ignoró todo el proceso de despegue. Nadie sabrá nunca por qué tenía tanto apuro y despegó de la forma que lo hizo", dijo Bragg, quien continuó volando hasta 1997.

Hoy se cumplen 40 años del peor accidente aéreo de la historia
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