jueves. 28.03.2024

¿De verdad podemos ser felices? ¿Para qué un Gobierno busca nuestra felicidad?

Dubai acaba de nombrar un ministro de la Felicidad -y la pregunta es, ¿sirve para algo? Como es habitual todo es relativo, y al menos es un primer paso. A nadie nos sorprende que exista en cada país un ministro de Hacienda, aunque eso no sea garantía de que se paguen todos los impuestos o tasas.

Los filósofos ya nos compartían ideas sobre la felicidad siglos atrás. Aristóteles sostenía que todos los hombres están de acuerdo en llamar felicidad a la unidad presupuesta de los fines humanos, el bien supremo, el fin último, pero que es difícil definirla y describirla. Incluso el método socrático sirve de referencia a la disciplina del 'coaching', en donde cada individuo se debe hacer responsable de su propia felicidad en la vida. La felicidad es personal e intransferible, por más que a alguno le cueste entenderlo.

Desde tiempos atrás se atiende a la ciencia más que a otra serie de características menos tangibles, y eso nos ha llevado a aislar los sentimientos poco a poco. Para el pensamiento científico sólo es válido todo lo que sea demostrable de forma repetida y, precisamente, los sentimientos son algo muy personal. El conocimiento de cada individuo no es válido si no es contrastable en otras personas por lo que, poco a poco, hemos ido anulando nuestro ser interior, para hacer valer el conocimiento colectivo. 

Ahora hay que medir, calcular, gestionar, y todo el que no esté alineado con estas ideas es susceptible de medicarse con antidepresivos porque está camino de la locura. Parece que la desconexión con nuestro interior es el principal motivo por el cual los gobiernos parecen preocupados y nos intentan destacar que prestemos más atención a nuestra felicidad.

Bután, un pequeño país asiático, dio el pistoletazo de salida con su Índice de Felicidad Bruta. Después le han seguido como locos algunos países como el Reino Unido, Alemania, Corea del Sur, o ciudades como Santa Mónica (US), Bristol (UK), o la misma Dubai (UAE). Recomiendo buscar 'World Happiness Report' para comprobar los informes anuales que ya se están realizando a escala mundial. Como no podía ser de otra forma, y basándose en la estadística (con muestras de al menos 1.000 ciudadanos) establecen resultados de lo que “ciencia” contempla como “felicidad”.

"EL PROBLEMA ES QUE MUCHA GENTE NUNCA SE DA PERMISO PARA HACER UN POCO EL LOCO Y AL FINAL VIVEN LA VIDA QUE QUIEREN LOS DEMÁS"

El mundo académico tampoco se ha quedado inmóvil y son muchos los estudiosos de la felicidad, como por ejemplo Sonja Lyubomirsky ('summa cum laude' por Harvard y doctora en Psicología por Stanford), Tal Ben-Shahar (licenciado y doctor por Harvard) o Daniel Gilbert (licenciado por la Universidad de Colorado y Doctor por Princeton), por mencionar algunos de mis favoritos. El mundo de la empresa no se queda a la zaga y basta pensar que CocaCola ha hecho un extraordinario esfuerzo para vincular su bebida a la felicidad.

Ahora bien, ¿nos han ayudado a ser más felices? ¿De verdad la ciencia nos va a ayudar a ser más felices? Algo ayudará, pero ¿cómo es posible que los antidepresivos sean las pastillas más consumidas de las últimas décadas? ¿Es que nos estamos volviendo todos locos? ¿O quizás nos quedamos cada día más vacíos y llenos de preguntas?

De pequeño hacía grandes desplazamientos en tren para llegar a mi destino de vacaciones. Era casi un día de viaje, durante el que tenía tiempo de mirar por la ventana el paso de todos los paisajes, y sonreír al ver pasar algunos parajes familiares. ¿Qué pasa hoy en día? Los niños van pegados a un DVD portátil con los últimos dibujos animados y no miran ni una sola montaña… ¡así no hacen ruido y se portan bien! Por mi parte no hay problema, pero ¿estamos criando robots o personas humanas?

Nos hemos ido encargando de generar un agujero entre nuestro mundo interior y el mundo exterior. Cuando comenzamos un nuevo trabajo, las preguntas que nos enseñan a formular son del tipo ¿qué piensan los demás de mí? ¿Estoy realmente consiguiendo pertenecer a esta empresa? ¿Cómo miden el rendimiento en mi empresa? Pero pocas veces se pregunta uno ¿cómo me siento?, ¿soy realmente feliz? Cuanto menos nos hagamos esa pregunta, más competitivos seremos, más profesionales, más alineados con los valores de la empresa.

Mi madre siempre me enseñó a sentir, a tocar las cosas, a mirar los paisajes. Pero, a pesar de su empeño, el sistema acabó con todo su esfuerzo. Después de una ingeniería, un MBA, varios trabajos, y vivir en constante competencia, el mundo se encargó de apartar mis emociones a un lado. Lo importante era lo que pensaban los demás de mí, lo que me llevaba a formularme preguntas como ¿cuál será el trabajo con el que más éxito me recordarán? ¿Cuál será la casa o el coche con la que más pueda presumir? Era muy inteligente, y la gente pensaba que tenía mucho éxito, aunque estuviera vendiendo mi alma al diablo. La vida decidió parar lo que yo no era capaz de cambiar por mí mismo. Un motorista me arrolló y me hizo volar por los aires, dejándome sin oxígeno en el cerebro durante unos largos segundos. 

Mi lado racional se apagó por completo durante meses, quedando dañado desde entonces. Un día lloré sin parar al escuchar la voz de cada persona y muchas veces sigo llorando de emoción al escuchar una canción, o al ver un paisaje inolvidable. Se podría decir que aprendí cosas nuevas. Pero no fue un aprendizaje, fueron experiencias muy reales, que me hicieron sentir mi yo más profundo. Ahora sé que llorar no es de cobardes. Es más, entiendo que quien se niega a llorar, es un cobarde, y probablemente acabará con una pastilla antidepresiva para paliar tan intensa amargura. Ya no me molesta que me vean llorar en público (con motivo, claro) porque entiendo que se expresa mi interior. Me encanta no ocultarme, quizás porque no estoy compuesto de cables, sino de emociones.

Retengamos por un momento en la matriz siguiente las principales ideas que he intentado transmitir, y pongamos énfasis en situarnos. Desde nuestro interior como personas, hasta el exterior como todo lo que nos rodea. Desde nosotros como sujetos, hasta un colectivo como grupo de personas. Comprobemos la siguiente matriz, que es la base de muchos trabajos de Ken Wilber.

Matriz base de muchos trabajos de Ken Wilber.Las partes resaltadas en negro son las que la ciencia nos ha enseñado a contrastar sin problemas. Es más, sabemos medir a la perfección a otros, valorar todo lo que nos rodea, pero nos solemos negar a medirnos y a sentir nuestro interior. ¿Cuántas veces estamos haciendo algo por compromiso sólo por satisfacer a los demás cuando en el fondo estamos sufriendo enormemente?

Compruebo una y otra vez cómo muchas personas no realizan sus sueños porque piensan que dejarán de ser aceptadas en sus núcleos familiares, laborales o sociales. Los deseos de los demás, de cómo van a ser vistos, de cómo los van a valorar, están por encima de sus propias necesidades. Nos olvidamos de valorar muchas veces lo que tenemos, y sólo cobra valor, cuando nos damos cuenta por los demás que ya no lo tenemos.

Como resumen hay que tener conciencia de que es más importante lo que sentimos y que nos hace feliz que lo que piensen los demás de nosotros. Hay que cuidar las formas, sí, porque tampoco es cuestión de ir haciendo el loco. Pero el problema es que mucha gente nunca se da permiso para hacer un poco el loco, y al final, viven la vida que quieren los demás. Llegó el momento de vivir, eligiendo lo que quieres hacer para ser feliz y sentir con la gente que te rodea y apoya. 

¿Y los gobiernos? Seguirán queriendo medir nuestra felicidad, pese a que sepan que es algo personal y no generalizable a todos los casos. Por eso, llevo años trabajando en la Tecnología de la Felicidad, que pone la atención en la persona. Pero eso ya es otra historia…

 

¿De verdad podemos ser felices?
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