viernes. 19.04.2024

Katmandú, 6 de mayo de 2018, 08.00 horas

- Problema a la vista.

- ¿Ya?

No habían transcurrido ni diez minutos desde que bajamos del avión de FlyDubai y pusimos el pie en Nepal. Nuestra tarjeta bancaria no funcionaba en la ventanilla de visados, donde teníamos que abonar 50 dólares, 25 por cabeza, para que nos abrieran las puertas del país como turistas durante 15 días. Para colmo, nunca imaginamos que en la terminal del aeropuerto tampoco hubiera cajeros que aceptaran nuestra 'credit card' del Emirates NBD de Dubai. Un desastre. Sin efectivo en el bolsillo y sin tarjetas operativas, imposible superar las barreras de inmigración. Estábamos varados en una tierra que visitábamos por primera vez.

- ¿Qué hacemos?

El templo de los monos es una visita obligada en Katmandú. (EL CORREO)La pregunta, dirigida directamente a Caro, mi mujer y compañera permanente de viajes durante tres décadas, no tenía de momento fácil respuesta. La terminal era más bien elemental y las opciones escasas. Según nos comentaron en un mostrador que servía de oficina de cambio, la única posibilidad pasaba por salir al exterior e intentar obtener el dinero en otro cajero automático. Pero, ¿cómo salir sin visado?

Vimos a un policía. Había que intentarlo. Le explicamos en nuestro 'inglés de grocery' lo que ocurría.

- Wait, dijo.

Eso hicimos. Esperar. No había zona de fumador, con lo que la ansiedad crecía.

- Help us!, insistí

Sin respuesta. Y ya llevábamos una hora plantados allí mientras observábamos como las continuas cargas humanas de los aviones que aterrizaban desde Dheli, Muscat, Abu Dhabi o Kuala Lumpur aparecían y desaparecían. La situación no pintaba bien. Había que hacer un intento a la desesperada.

- Please, please, sir, help us!

SIN DINERO

Volando hacia el Éverest. (EL CORREO)Entendíamos el dilema del policía, porque al fin y al cabo lo que estábamos pidiéndole era que dejara entrar a uno de nosotros de forma ilegal en Nepal. Y para eso, como mínimo, había que tener contactos o dinero, nada a nuestro alcance.

Empezábamos a pensar que estábamos en una situación similar a la que en una ocasión vivimos en la frontera norte de Irán con Turquía, donde tuvimos que permanecer más de 12 horas en tierra de nadie hasta que entregamos 300 euros de mordida a los agentes sentados ante la barrera fronteriza.

Una señal. El policía agitó una mano para indicarnos que nos acercáramos a él. En contra de lo imaginado y tras hacerle entrega de nuestros pasaportes, accedió a que uno pasara 'al otro lado'. La elegida fue Caro, sus ganas de fumar resultaban más perentorias.

Las vacas conviven con el tráfico. (EL CORREO)La vi cruzar el cordón policial pensando que su regreso sería cuestión de minutos, el tiempo necesario para acceder al área exterior de la terminal, sacar el dinero, dar cuenta de un Winston Blue y regresar. Nuestro destino dependía de 50 dólares. Sin embargo, no fue así. Desesperé. No tenía saldo en el teléfono para realizar una llamada desde Nepal y lo único que podía hacer era esperar y esperar. El grado de agitación iba en aumento, por lo que me aventuré a fumar a escondidas uno de mis pequeños cigarros 303 en un rincón donde se acumulaban los rudimentarios utensilios de limpieza del aeropuerto. Fue bien cuando me fumé el primero. Y también con el segundo. Pero en el tercero me sorprendió la limpiadora.

- Sorry, exclamé.

Por la expresión de su cara entendí que, por esa vez, quedaba libre de carga.

- Thank you very much.

Pasado el peligro, impaciente, continué fumando 303. A esas horas empezaba a imaginar todos los peligros que podría estar corriendo Caro en una ciudad absolutamente desconocida, sin pasaporte y sin dinero. Pero, al fin, no sé cómo, me entró un mensaje sms en el teléfono.

- Tampoco funciona el cajero de la puerta, voy a ir a algún banco de los alrededores, decía.

ENTRADA ILEGAL A NEPAL

Subiendo al autobús en Katmandú. (EL CORREO)¿Salir del aeropuerto? Llevaba varias horas aguardando y tenía la impresión de que el problema sólo acababa de comenzar. No obstante, las noticias me tranquilizaron y me dieron la calma necesaria para afrontar el resto de la espera.

Lo malo era que ya ni siquiera me quedaban 303, esos finos y cortos cigarrillos hechos en Emiratos Árabes que en los últimos tiempos se habían convertido en mis grandes aliados. De modo que me puse a observar el ir y venir de gentes, entre quienes abundaban los montañeros, ya calzados con recias botas, que se dirigían a las rutas de Éverest y Annapurna.

De vez en cuando escribía a Caro un sms. "¿Has podido sacar dinero?", "Dime algo", pero nada. Silencio. No entendía cómo podía llevar tanto tiempo encontrar un cajero apto para nuestra tarjeta, lo que me empujaba a pensar que habían surgido otro tipo de problemas, aunque no acertaba -ni quería imaginar- cuáles.

Tendido eléctrico en la vía pública de la capital de Nepal. (EL CORREO)Cuando por fin vi a mi mujer hacerme señas desde una esquina de la sala habían pasado cinco horas. Y cinco horas son muchas si estás enclaustrado, sin dinero, sin tabaco y sin documentación. Una eternidad. Me dirigí a ella, pero antes de acribillarla a preguntas opté por ser práctico e intentar averiguar cuál era la situación. En resumen, no había logrado sacar dinero en ningún cajero. Para colmo, los bancos estaban cerrados porque los sábados, tal día como el que nos encontrábamos, era el festivo de la semana en Nepal. Es decir, que después de cinco horas permanecíamos igual que al principio del lío.

La novedad fue que nos hicieron pasar a un pequeño cuarto situado al lado del 'departamento' de inmigración. Más espera. Exactamente hasta que tiempo después apareció un señor, muy amable, que nos explicó que para solucionar el problema -gracias a Dios- nos iban a entregar unos documentos provisionales con los que podríamos trasladarnos a un hotel hasta que al día siguiente regresáramos de nuevo al aeropuerto para pagar los correspondientes visados. ¡Aleluya! Eso sí, se quedaban con los pasaportes.

CIUDAD MONUMENTAL

La monumental ciudad de Bhaktapur aún muestra los estragos del terremoto. (EL CORREO)Agradecidos a los agentes y al Nepal entero, cogimos las maletas y pusimos rumbo a Katmandú, en cuyas bulliciosas y caóticas calles nos sumergimos en un mundo de mil sonidos y olores. Cuando llegamos a la céntrica zona de Thamel, en la que se hallaba nuestro hotel, comprobamos que la organización viaria de la ciudad es la no organización: no existen señales ni semáforos y las calles, sin asfaltar, son ocupadas al mismo tiempo y en cualquier dirección por coches, cientos de motos, rishops, peatones y vacas.

Eso sí, nada más darnos una ducha y después de fumarnos un Winston Blue -Caro- y un More mentolado -yo, los 303 se me acabaron- pudimos comprobar que nos hallábamos en un ciudad verdaderamente monumental, plagada de templos budistas e hindúes (muchos de ellos con las heridas causadas por el devastador terremoto sufrido en Nepal), con una tradición y una cultura centenaria y, como remate, al pie del Himalaya. Los próximos tres días estaba garantizado que resultarían apasionantes.

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Vuelos desde Dubai: Tres diarios con FlyDubai (unos 300 dólares ida y vuelta). Tour aéreo por el Himalaya, Éverest incluido, unos 150 dólares, salida de la términal aérea doméstica de Katmandú (en Thamel hay cientos de agencias de viajes y es posible regatear). Visado de turista por 15 días: 25 dólares (hay que pagarlo en dólares o euros. También, si funciona, con tarjeta. Nunca en rupias). Hoteles: de todos los precios, desde muy muy baratos a caros (basta con hacer una búsqueda en Booking). Taxis, muy baratos y te pueden llevar a cualquier parte. En los alrededores se puede visitar, entre otros lugares, Bhaktapur y Changu (una preciosidad entre bosques con templo propio de Indiana Jones). Si se dispone de unos cinco días es una buena opción volar a Lukla, ciudad en pleno Himalaya a la que sólo se accede por avión y que es el comienzo de la ruta al campamento base del Éverest. El vuelo ida y vuelta sale por unos 160 dólares. Hay hoteles a buen precio para pasar la noche.

Cuatro días en Katmandú