viernes. 29.03.2024

Menorca es un lugar inspirador donde he pasado largos y calurosos veranos sólo aliviados por alguna que otra tramontana, y que adopté como escenario para escribir la trilogía de 'El Ladrón de Secretos'

La mejor manera de llegar a Menorca es en barco y al puerto de Mahón, el segundo puerto natural más profundo de Europa. Desde la bocana hasta la colársega hay casi seis kilómetros de aguas mansas que te permiten contemplar islas e islotes que el barco va esquivando con suavidad, como la isla del Rey, con su edificio rojo antiguo Hospital Militar inglés o la isla Plana, donde pasaban la cuarentena los viajeros que llegaba a Menorca. En sus orillas vamos contemplando calas que parecen descolgarse hacia el mar, como Cala Llonga o Cala Rata al norte, o ya en el sur Cales Fonts o Es Castell hasta que por fin aparece Mahón al fondo elevada hacia lo alto imponiendo su belleza sobre todo lo demás. 

Mahón es una ciudad a la que su pasado inglés y francés persigue dejándose ver en la arquitectura de sus casas y en el trazado de sus calles. Es una ciudad hermosa y elegante que desde su maravilloso puerto que de noche brilla por sí mismo, hasta su centro histórico de calles adoquinadas atrapa con una fuerza poderosa: su belleza

Mahón es una ciudad a la que su pasado inglés y francés persigue dejándose ver en la arquitectura de sus casas y en el trazado de sus calles

Salimos de las entrañas del barco hacia el puerto salpicado de decenas de embarcaciones, y enfilamos la carretera hacia el norte de la isla, hacia Fornells, un pueblo de pescadores que en verano se llena de turistas que no cambian su ritmo lento y sosegado. 

Menorca tiene más calas que Mallorca e Ibiza juntas y aunque sería imposible y aburrido nombrarlas todas, algunas, como las de la costa norte, merecen una visita, como Cala Pregonda, Cala Pilar o Cavallería. Ya más hacia el oeste Cala Morell, con sus enormes acantilados con escaleras excavadas en la roca que bajan hasta las aguas azuladas del mediterráneo. Llegamos a Ciudadela, la otra gran ciudad de la isla, y descubrimos una ciudad repleta de casas-palacio, iglesias y calles estrechas con rincones encantadores hasta encontrar un puerto alargado y estrecho digno de ser inmortalizado. 

Bajamos hacia el sur bordeando la isla y nos encontramos con Cala Turqueta, Macarella y Macarelleta, Mitjana y Mitjaneta, o el sorprendente Es Caló Blanc, una playita de apenas dos metros de anchura (de hecho es la playa más pequeña de la costa española) a la que se accede por una empinada pendiente de roca y en la que se abre el mar en una especia de triángulo con barcos al fondo. Preciosa. Y así muchas más a las que sólo se puede acceder caminando entre el aroma de los pinos y el calor del sol, ya que están protegidas y no permiten la entrada de vehículos. Llegamos a Santo Tomás, una playa cómoda en la que siempre encuentras sitio al lado de un agua clara y limpia. 

Pero Menorca no es sólo playa y sol, si te gusta caminar, hay rutas preciosas que te descubren lugares asombrosos, como el camino desde Es Migjorn Gran

Pero Menorca no es sólo playa y sol, si te gusta caminar, hay rutas preciosas que te descubren lugares asombrosos, como el camino desde Es Migjorn Gran, que te lleva entre pinares a la Cova des Coloms, o la catedral, una cueva enorme con una cúpula natural soberbia, o el camino del Barranc de S´Algendar, una ruta entre montañas en la que te encuentras con rebaños de ovejas o alguna vaca comiendo tranquilamente ajena a todo.

La cultura forma parte importante de la isla y encontramos bellísimos restos de la prehistoria de la isla, en lo que se llama la Menorca Talayótica, una red de taulas, navetas y talayots que nos enseñan cómo se vivía 2000 años atrás. Las exposiciones de pintura son ya famosas, como la que se organiza cada verano en Es Migjorn Gran dentro de las casas que además de descubrir el arte en vivo, nos muestran el interior de casas que parecen insignificantes desde fuera y que al entrar te dejan con la boca abierta. 

O la música en vivo en las iglesias, o los maravillosos museos, y como no, El Jaleo. El caballo menorquín es grande y bien proporcionado, y durante las fiestas de cada pueblo, grupos de jinetes y amazonas montan a caballo con los trajes típicos y bailan al caballo al ritmo de una banda que toca para ellos. Es maravilloso ver cómo se mueven al rito de la música entre la gente… 

La gastronomía menorquina es rica y variada. En Menorca se come bien, muy bien y mejor 

La gastronomía menorquina es rica y variada. En Menorca se come bien, muy bien y mejor. Desde la caldereta de marisco, los pescados o los arroces, pasando por las empanadas, el cordero, y los dulces, todo está rico y muy bien guisado. Para terminar haz un brindis con una pomada, un combinado de ginebra menorquina y limonada bien fría que te hará querer volver.

¡¡Hasta siempre Menorca!!

------------------

En la imagen superior, cala Galdana. (Cedida)

Menorca. Mi paraíso en España