martes. 23.04.2024

El edificio Barakat de Beirut, Líbano, fue construido en los años 20 para residencia de la familia del mismo nombre. Irónicamente, el apellido se parece demasiado al término árabe baraka, ''gracia'' o ''bendición''. No parece haber sido el futuro de este bloque décadas después, cuando fue acribillado y utilizado por francotiradores a partes iguales durante la cruenta y larga guerra civil libanesa (1975-1991).

Aunque había oído historias de este edificio en reportajes y documentales, he de admitir que lo encontré de chiripa, paseando por Beirut un soleado día de primavera. Cosa nada difícil, teniendo en cuenta que fue su localización estratégica en la capital libanesa la que lo convirtió en un punto estratégico para los frentes involucrados en la contienda.

Al cruce en el que está situado el edificio se le llamaba en árabe takaata al-mawt, la intersección de la muerte.

Hoy, este edificio es un museo buscado por los turistas y se ha convertido probablemente en la atracción turística más apreciada, si dejamos de lado la fabulosa Corniche, o paseo marítimo, plagada de restaurantes y bares con desayunos y vistas de ensueño. Pueden visitarse todas sus plantas, aunque la escalera original haya sido sellada con una mampara por el mal estado en que la dejaron las milicias durante el periodo bélico de la ciudad.

Vista del edificio Barakat en Beirut desde la calle. (Rafa G. García de Cosío)

 Sin embargo, no se trata de un museo al uso, y no sólo por el hecho de que sigan ahí los agujeros de las balas y las ventanas sin cristales (o directamente la falta total de ventanas), sino porque el mismo concepto de museo es controvertido. Y porque nadie sabe con certeza cuánto tiempo estará abierto, si acaso han cerrado o si lo llegarán a reabrir. De hecho, la página web del 'museo' ofrece todo tipo de informaciones, pero no da horario de apertura.

La razón de la disputa en llamar a este centro 'museo' o simplemente galería radica en el contenido: algunos expertos critican la falta de una exposición 'permanente', que sí tiene por ejemplo el fantástico Museo Arqueológico de Beirut.

Cuando este periodista lo visitó, pudo comprobar que lo que ahí predominaba era un conjunto de fotografías y cuadros de temática bélica, memoria abstracta de los tristes años de este país mediterráneo.

Pero fotos hay miles, como revela la colección que la arquitecta y activista Mona El-Hallak halló en los bajos del edificio.

En todo caso, no son pocos los turistas que coinciden con el arquitecto responsable de la restauración de la casa de los Barakat: la colección es el edificio en sí mismo.

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En la imagen superior del texto, vista desde la azotea de uno de los balcones del edificio Barakat, en cuya pared se aprecian con claridad los orificios producidos por el impacto de las balas. (Rafa G. García de Cosío)

El museo más ametrallado de Beirut