viernes. 29.03.2024

Siempre que pienso en Roma recuerdo la película Vacaciones en Roma con la encantadora Audrey Hepburn y la belleza elegante de Gregory Peck, ¿hay algo más romántico…? A la ciudad eterna hay que ir y si se puede, volver, porque hay tanto que ver que no creo que ni los romanos conozcan lo que tienen. 

En Roma tienes la sensación inmediata de estar en dos mundos a la vez, porque esta ciudad tiene siglos de historia a sus espaldas y además, ha sabido conservar su patrimonio hasta nuestros días de una forma encomiable. Lo antiguo (es la ciudad con más patrimonio histórico del mundo), convive con lo moderno aunque para mí la balanza se inclina sin lugar a dudas hacia el pasado arrebatando protagonismo a una ciudad del siglo XXI. Hay tanto, pero tanto que admirar que no sé por dónde empezar y menos cómo acabar, porque esta ciudad de casi tres millones de habitantes construida sobre siete colinas, ofrece al visitante un placer constante para los todos los sentidos. 

"Un recorrido que no puedes dejar de hacer y que sin duda te lleva al Coliseo, al Foro romano, a los jardines de la Villa Borghese, al Arco de Tito, a la Plaza de España donde hay que sentarse en su escalinata sin comer nada, porque ya no dejan…"

La primera vez que viajas allí, hay un recorrido que no puedes dejar de hacer y que sin duda te lleva al Coliseo, al Foro romano, a los jardines de la Villa Borghese, al Arco de Tito, a la Plaza de España donde hay que sentarse en su escalinata sin comer nada, porque ya no dejan…, a la iglesia de Santa María Maggiore una de las más antiguas, a la isla Tiberina etc, etc y así una lista casi inagotable de belleza que admirar. Pero si has ido a la Fontana de Trevi y has echado la moneda correspondiente (por cierto se recaudan casi 3.000 euros al día que se donan a Cáritas), seguro que volverás y es entonces cuando hay que empezar afinar y pasear con cuidado porque hay tesoros que pueden pasar inadvertidos. 

Entre tanto arte, tómate un descanso y saborea un helado sentado en cualquier rincón, porque no sé qué tienen los helados italianos, pero ¡son deliciosos! Con las pilas cargadas que no se te pase la Tor Millina, de origen medieval cerca de la Plaza Navona y embutida entre dos edificios, o la Iglesia de San José de los Carpinteros debajo de la que se encuentra la Cárcel Mamertina, una mazmorra húmeda dónde la leyenda cuenta que estuvo preso San Pedro e hizo brotar un manantial donde bautizó a los soldados que le custodiaban, o acércate a ver el Puente Fabricio, ¡del año 62 a.C.!, a la la Plaza Mincio en cuyos alrededores se concentran 26 Palacetes y 17 Villas de estilos de lo más dispares. Pásate por la Chiesa de Gesú, que detrás de su fachada sobria, no sabes lo que alberga dentro…, ( hay más 900 iglesias)o la Basílica di Santa Maria in Aracoeli, en la cumbre más alta del monte Capitolino y sube por la impresionante escalinata de acceso. No olvides bajar a alguna de las catacumbas romanas, porque hay más de 60 y las de San Calixto merecen una visita. No olvides si viajas con niños, llevarlos a la Boca de la Verdad, una máscara de mármol situada en una de las paredes exteriores de la Iglesia de Santa María in Cosmedin, cuya boca muerde la mano de aquel que miente… 

"Ve caminando hacia el Vaticano y siente la emoción de ver la enorme cúpula de la Basílica de San Pedro desde la distancia"

Por supuesto hay que ver lo mejor de entre lo mejor: en el barrio de Monti llega hasta la Iglesia de San Pedro ad Víncula y tras subir la empinada escalinata, date uno de los mejores regalos para tus sentidos: el Moisés de Miguel Ángel. Y como no, otra de las esculturas reinas: la Piedad, esculpida por Miguel Ángel a la edad de 24 años. Bien, Roma es Roma, pero también es el Vaticano. Si puedes, ve caminando hacia allí y siente la emoción de ver la enorme cúpula de la Basílica de San Pedro desde la distancia. Los tesoros de la Santa Sede son magníficos, pero recréate en la maravillosa Capilla Sixtina cuya belleza se acentúa más si eres creyente…,  aunque no puedes contemplar los maravillosos techos tanto como quisieras ya que el tiempo es limitado. Por supuesto los Museos Vaticanos, pero también la Necrópolis y los Jardines. 

De vuelta a Roma, una calle más adelante, es hora de darle al cuerpo otros placeres y prueba o repite un trozo de pizza al taglio en cualquier pizzería porque ¡todas son buenas!, o unos spaghetti alla carbonara deliciosos, o cualquier tipo de pasta (algunas no las has visto en tu vida) con salsas de todo tipo a cual más sabrosa con una Peroni bien fresquita. Prueba la porchetta, o algún bocadillo de prosciutto eso sí, con el permiso de nuestro jamón serrano…, o la trippa alla romana que se parecen a los callos madrileños y la reina de la verdura, las alcachofas. 

Antes de abandonar la ciudad date un paseo por el Trastevere, un barrio tranquilo y bohemio con callejuelas estrechas y adoquinadas llenas de hornacinas con exvotos. Ciudad bella entre las bellas, volveré.

Hasta pronto.

Roma, ciudad eterna