jueves. 28.03.2024

Si Sir Thomas Stamford Raffles, que compró Singapur al Sultán de Johore para la Compañía de las Indias Orientales incorporándola al Imperio Británico, levantara la cabeza, no reconocería aquella pequeña ciudad de pescadores. La modernidad de esta Ciudad−Estado, es una amalgama perfecta de las diferentes culturas que conviven allí en armonía. Sus amplias avenidas y elevados edificios modernistas, coexisten con edificios de estilo colonial británico y templos hindúes, pagodas chinas o iglesias cristianas en una sucesión de arquitecturas completamente diferentes que vas encontrando al caminar por sus calles.

Lo mismo ocurre con su gente, y la mezcla de razas con predominio de los chinos, malayos o hindúes se funden en sus calles con toda naturalidad o se dirigen a sus barrios hasta llegar a Little India, Chinatown o el Barrio Árabe. Y esta mezcla, fusión y equilibrio es lo que confiere a este país su característica especial: la convivencia armónica

"La mezcla de razas con predominio de los chinos, malayos o hindúes se funden en sus calles con toda naturalidad"

Singapur es un lugar curioso. Con una superficie de 697 Km2 es el país más pequeño del sudeste asiático, el más caro del mundo, según dicen…, y está en proceso de ser el más moderno donde todo gira en torno a la tecnología. Desde edificios inteligentes para ancianos con sensores y botones de pánico, pasando por médicos robots en los hospitales hasta la monitorización constante de la polución ambiental y del tráfico, Singapur quiere convertirse en un Estado ultra moderno, casi de ciencia ficción, pero con un paisaje verde rabioso que le confieren sus numerosos y bien cuidados parques.

Aquí hay mucho que ver y destaca la elegante Orchard Road, centro comercial y económico o el barrio de Padang, en el que admirar numerosos edificios coloniales en perfecto estado de conservación. Si eres de los que buscas las vistas panorámicas hay varios edificios que ofrecen la posibilidad o puedes subir al Singapore Flyer, una gigantesca noria de 165 m. de altura desde la que en los días claros se pueden ver las islas de Malasia. Merece la pena una visita al Marina Bay Sands, un complejo de edificios con una plataforma superior en forma de barco y su hotel Marina Bay, eso sí, pásate por el Mist Walk, que es una especie de vaporizador gigante perfecto para los sofocantes calores de esta ciudad de clima ecuatorial, en la que el calor y la humedad son una constante.

"Singapur quiere convertirse en un Estado ultra moderno, casi de ciencia ficción, pero con un paisaje verde rabioso"

Singapur tiene muchos espacios verdes, desde los clásicos, como la Isla de Sentosa que es una mezcla de parques de atracciones y espacios naturales llenos de flores magníficas donde relajarse, hasta el Jurons Bird Park, para los amantes de los flamencos con sus tonos rosados en un entorno idílico. Pero la modernidad de nuevo se impone en el Gardens by the Bay, con un diseño de vanguardia en el que poder contemplar sus jardines al aire libre, con lagos y una flora agrupada por temas: indio, malayo, chino… y en el que destaca el Supertree Grove, que son unas estructuras de acero gigantescas recubiertas de plantas que recogen el agua de la lluvia y la acumulan en unas células fotovoltaicas para que se iluminen de noche. Sin palabras. La estatua de Merlion, el símbolo de la ciudad, como un león sirena, se encuentra en la desembocadura del río Singapur y es el orgullo de sus habitantes.

La comida merece un alto en este camino, y es que los mercados callejeros de comida son un espectáculo en sí y de calidad. El mercado Hawker, con sus decenas de puestos de comida de todas las culturas de la ciudad, cubre las expectativas de los paladares más refinados, tanto es así que hay dos puestos con estrella Michelin… y allí puedes escuchar el Singlish, una jerga que mezcla palabras del inglés, mandarín, cantonés, hokkien, malayo y tamil, no reconocida como lengua, pero de uso social. Si quieres zona de restaurantes para probar el famoso Chili Crab, tienes que ir a Quarke Quai, con una sucesión de bares y restaurantes al lado del río con mucho ambiente y eso sí, muchas cucarachas

 "Los mercados callejeros de comida son un espectáculo en sí y de calidad"

Para terminar el viaje no hay mejor forma que tomarse el famoso Singapore Sling en el Long Bar del Hotel Raffles, un edificio colonial de una belleza espectacular declarado en 1987 Monumento Nacional y completamente remodelado. El Hotel tiene el encanto de los edificios coloniales y el buen gusto de su decoración, con sus corredores de madera y balaustradas blancas junto al maravilloso olor de la madera pulida. Como curiosidad, en el Long Bar del Hotel, mientras te tomas el cóctel, te ponen unos cacahuetes y ¡está permitido echar las cáscaras al suelo! Estos no han estado en un bar español de los de antes…

Hasta pronto.

Singapur, la ciudad del león