viernes. 29.03.2024

Es una de mis palabras preferidas y no es de ahora: Esperanza. En estos tiempos que estamos viviendo, sin alarmismo ni histeria, sin ñoñería ni exceso de espiritualidad, no vengo a hablar de ningún lugar de esta maravillosa geografía que nos ofrece este planeta nuestro. Para todos aquellos que estamos lejos de casa, me gustaría poner mi diminuto granito de arena, y decir que este momento de convulsión generalizada, sería un buen momento para hacer un viaje a la esperanza. A pesar de todo y sabiendo como sabemos que el mayor depredador que hay en la tierra es el hombre, siempre, siempre hay algo a lo que aferrarse. Viajemos con nuestra mente y nuestros sentidos a aquellos lugares que nos reconfortan. Viajemos a nuestros países, a nuestras ciudades y pueblos con nuestra maravillosa capacidad para recordar, y cerremos los ojos para visualizar nuestra calle, nuestro edificio, nuestra casa o el parque adónde solíamos ir. Viajemos con nuestra mente visualizando a nuestros familiares y a nuestros amigos llevándoles en nuestro viaje el mejor regalo que podríamos darles: la esperanza. Sin quitarle importancia a la cosa, que la tiene y mucha, hagamos un ejercicio mental profundo y pensemos que esto acabará y que saldremos de esta.

Quizás, y tengo esa esperanza, cómo no, sea esta una buena oportunidad para reflexionar, como nos dicen muchos de los mensajes que circulan por ahí y que tienen mucho de verdad. Quizás solo sea una fantasía mía, pero en momentos así y mirando a mi alrededor, estoy cada vez más convencida de lo tontos que somos aferrándonos a las cosas materiales cuando lo verdadero importante está en las personas.

"No podemos dejar de perder la esperanza en el ser humano a pesar de los pesares"

Viendo imágenes de mi País, y de muchos otros, no puedo dejar de sentir una gran emoción, acentuada por la distancia ya lo sé…, al ver a tantas y tantas personas ayudando a los demás y entonces se reafirma en mí la idea de que no podemos dejar de perder la esperanza en el ser humano a pesar de los pesares. Invitemos a aquellos que lo necesitan a hacer un viaje con nosotros a la esperanza, para que no caigan en una de las peores sensaciones que uno puede tener: la desesperanza, y compartamos mensajes de alegría para mejorar la soledad que algunos están viviendo.

Mi mente vuela a las Residencias de Ancianos, cerradas a cal y canto para protegerlos, y en esos otros de nuestros mayores que están solos en sus casas, y aunque me entristece, no puedo dejar de pensar en que estarán bien; unos atendidos por excelentes profesionales y otros por los vecinos que sabiendo de su situación, les llevan comida y les preguntan qué tal se encuentran. Os animo a todos a viajar con vuestras mentes, a usar vuestra capacidad de imaginar y a enseñar a vuestros hijos a utilizar su tiempo sin que nadie les marque horarios ni actividades. El próximo viaje será geográfico, pero este se queda dentro de nuestras mentes.

Un abrazo mental para todos y hasta pronto.

Viaje a la esperanza