sábado. 20.04.2024

Sentirse arrastrado por el lujo de Dubai teniendo poder adquisitivo para ello es fácil. Sin embargo, la chileno-española Alejandra Castro Rioseco no ve en Emiratos Árabes Unidos (EAU) un filón para la ostentación sino para avanzar en conseguir un objetivo más noble, el del empoderamiento del arte femenino, su titánica misión personal desde hace más de una década.

Como buena ingeniera de formación, Castro ha conseguido encajar su objetivo vital en una intensa labor directiva en instituciones culturales como el Museo del Barrio, el Ballet José Limón y el Directorio Latinoamericano de Adquisiciones del Guggenheim en Nueva York. También es miembro del Directorio de la Fundación Chopin en Varsovia.

Alejandra Castro busca contribuir al gran reto de visualizar el arte femenino. (Cedida)Afincada en Dubai por la actividad empresarial que lleva a cabo su marido, centra sus esfuerzos en un proyecto firmemente filantrópico, MIA-Woman Art Collection, la colección de arte creado por mujeres que inició hace doce años y que acumula ya 600 piezas de artistas consagradas y emergentes.

“El objetivo de esta colección, primero, es dar a conocer el arte de las mujeres”, explica a EL CORREO DEL GOLFO en el transcurso de una entrevista desarrollada en el Palazzo Versace de Dubai. En este sentido, la filántropa alerta sobre la “poca visibilidad” de las creaciones femeninas.

El proyecto, aclara, tiene muchos más objetivos, “todos relacionados con el trabajo de las mujeres”. Otro de ellos, por ejemplo, busca “que las mujeres de distintos lugares del mundo se conecten, se conozcan”.

Las mujeres somos una minoría en el arte como lo somos en todas las cosas del mundo: gerencias, directorios, participaciones económicas… La mujer es dueña sólo del 1% de la propiedad del planeta”, apunta. Este porcentaje, remarca, es “bajísimo” si se tiene en cuenta que el 52% de la población mundial es femenina.

A pesar del negro panorama, Castro Rioseco cree que hay motivos para la esperanza. “Tengo la sensación de que eso está cambiando; por ejemplo, acaba de ingresar una nueva directora al Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA), rusa, y eso me parece maravilloso, seguro que va a ser una explosión”, valora la chileno-española.

“Cuando tú haces una colección de arte no solo juntas piezas, cuadros o esculturas, generas un movimiento energético en lo que está pasando con las mujeres”

La colección de Alejandra Castro busca contribuir a este reto de visualizar el arte femenino. “Cuando tú haces una colección de arte no solo juntas piezas, cuadros o esculturas, generas un movimiento energético en lo que está pasando con las mujeres”.

Ese movimiento, aclara, no implica solo artistas, sino un abanico mucho más amplio que incluye a curadoras, estudiantes de arte, inversoras, directoras o trabajadoras de museos, entre otras.

En una coyuntura en la que “la mujer artista generalmente termina siendo la esposa del artista”, el hecho de “tener una colección de arte, especialmente de mujeres, es un llamado de atención no necesariamente desde el mundo feminista, no es una búsqueda de más derechos, simplemente estas mujeres persiguen tener las mismas oportunidades para ser visibles y expresarse”, reivindica.

Según Alejandra Castro, que no se considera una “experta en arte” sino una amateur “con buen ojo”, cerrar una puerta al arte femenino significa renunciar a una realidad valiosa.

“El arte hecho por mujeres es maravilloso porque incluye toda la explicación maternal, física, la complejidad psicológica, hormonal, la maternidad, el amor, las inseguridades, la falta de oportunidades, las desigualdades, la dificultad que tiene la mujer en todos los aspectos”, revela.

“El arte hecho por mujeres es maravilloso porque incluye toda la explicación maternal, física, la complejidad psicológica, hormonal, la maternidad, el amor, las inseguridades, la falta de oportunidades, las desigualdades, la dificultad que tiene la mujer en todos los aspectos”

La coleccionista asegura haber visto esta capacidad de expresión “en muchas artistas que viven acá, en la dificultad que han tenido para emigrar, en la soledad a la que se ven enfrentadas como ser humano”.

Una reflexión que le lleva a subrayar el valor sociológico de la creación artística. “El arte es un espejo de cómo funciona la sociedad; creo que es importante poner ese espejo frente a nosotros”, sostiene.

Aunque MIA se ha fijado hasta ahora en la producción artística latinoamericana, la llegada de Alejandra Castro a Dubai ha permitido ampliar el enfoque del proyecto. “Estar en Emiratos Árabes, en Asia, me ha impulsado a hacer crecer y transformar esta colección, que ya no es solo latinoamericana sino internacional”, explica.

La adquisición de una pieza de Rana Begum, artista de Bangladesh radicada en Londres, ha sido una “señal” que ha marcado ese camino de expansión. “Ahora vamos a empezar a coleccionar arte emiratí, asiático, islámico, porque creo que hay un potencial tremendo que desconocía”, apunta.

“Ahora vamos a empezar a coleccionar arte emiratí, asiático, islámico, porque creo que hay un potencial tremendo que desconocía”

Abrir fuera de los límites latinoamericanos el proyecto no supone una dificultad para el proyecto. “El paso que dimos de comprar una pieza de una artista que está fuera del espectro latino claramente es un indicador de que nos interesa potenciar la mujer en el mundo porque el problema de la mujer hispana no es distinto de la mujer en otro lugar”.

Castro explica que “esa inequidad social, esa mirada que tenemos como sociedad hacia el mundo de las mujeres no cambia por las leyes que estén predeterminadas” y que “el problema que tiene una peruana en un mismo nivel social y económico es el mismo que tiene una finlandesa”.

Así, Castro no cree que ser una mujer latina sea una dificultad añadida para emprender un proyecto de esta envergadura. “Yo tengo numerosas limitaciones, igual que muchas mujeres”, confiesa. Entre ellas, está la de hablar bien inglés, una dificultad que, bromea, achaca a su origen español. “Mi madre es de Santander y los españoles no logramos aprender bien inglés”, dice entre risas.

“Esas limitaciones me hacen tener más empatía con lo que hago; quizás si fuera una ‘superwoman’ no estaría haciendo lo que hago, estaría dirigiendo una compañía”, piensa. El haber nacido en un país como Chile, tan “al fin del mundo” en un momento difícil, lo encaja como algo “positivo” por haber tenido que crecer “desde la adversidad”.

"Si fuera una ‘superwoman’ no estaría haciendo lo que hago, estaría dirigiendo una compañía”

Crecí en un país latino con un gobierno pinochetista, luego un gobierno postpinochet donde ocurrieron muchas cosas trágicas: muerte, asesinato, desigualdades… Esa mirada te hace tener una conexión distinta con la filantropía, que no te sea indiferente el dolor de la gente y, al mismo tiempo, te permite transformar las debilidades en una fortaleza en el mundo del arte”.

El proyecto de Alejandra Castro no se limita a acumular piezas y prestarlas a museos para exposiciones sino que ha emprendido una tarea más amplia, la de organizar sus propias exposiciones.

“Los museos no son necesariamente un espacio abierto para que la gente vea el arte y lo que me gustaría con la colección es que ese mensaje tan importante que tienen las mujeres llegue a gente que no tiene acceso a los museos”, explica la chilena. “A mí personalmente me cambió la vida mirar piezas de arte y por eso quiero hacer exposiciones abiertas, gratuitas”, señala.

En esa línea, Alejandra Castro ve con un gran potencial a Emiratos Árabes. “Hay una tremenda oportunidad aquí de hacer exposiciones, de traer artistas, de trabajar en el mundo del arte, desde lo social”, valora. En Dubai, ha descubierto “un mundo que no conocía” y también siente que “hay un gran desconocimiento todavía sobre el mundo latino”.

“En Emiratos Árabes hay una extraordinaria oportunidad de hacer exposiciones, de traer artistas, de trabajar en el mundo del arte desde lo social, he descubierto todo un mundo”

“He descubierto Emiratos, el modelo de arte que tienen, el arte islámico, he aprendido sobre la religión y siento también que ellos están aprendiendo conmigo, hay un intercambio cultural y desde ese descubrimiento estoy tomando la oportunidad de hacer cosas”, anuncia.

En estos momentos prepara una exposición en Ciudad del Cabo. “Organizar una exposición en África es algo muy difícil de hacer desde Chile; por eso Emiratos se ha convertido para mí en un punto geográfico estratégico que posibilita llevar el arte latinoamericano a gente que probablemente nunca ha visto Latinoamérica”, indica.

Todo ese afán por mostrar al mundo el arte realizado por mujeres y extender la visión latinoamericana sigue una filosofía altruista que Castro ha heredado de familia y que la chilena entiende como un compromiso ineludible del ser humano.

“Hay un error muy grave en el concepto de la filantropía, la gente tiende a pensar que la filantropía es una cosa que solo puede hacer la gente rica, pero dar plata no es la única forma de filantropía; de hecho, el origen de la filantropía tiene que ver con la ayuda de un ser humano a otro ser humano”.

“Hay un error muy grave en el concepto de la filantropía, la gente tiende a pensar que la filantropía es una cosa que solo puede hacer la gente rica, pero dar plata no es la única forma de filantropía; de hecho, el origen de la filantropía tiene que ver con la ayuda de un ser humano a otro ser humano”

“Las personas que no tienen el recurso económico desarrollan la filantropía a través de su tiempo, de sus horas o donaciones de proyectos”, puntualiza.

Por ello, se considera afortunada ya que puede ayudar desde los dos niveles, con aportación económica y hechos. “La filantropía puede basarse en el aporte que hago del crecimiento humano hacia el mundo artístico, converso todos los días con artistas que me preguntan miles de cosas, comparto mis contactos, soy muy generosa en el mundo en que me muevo y, gracias a Dios, también puedo hacer una cooperación económica”, explica.

Para ella, invertir en arte es la mejor forma de dejar un legado familiar a su hija Agustina, que actualmente tiene 14 años y estudia en Dubai. “Nosotros, como familia, hemos creado un modelo patrimonial que no se basa en dejar a nuestra única hija autos y casas, nuestro modelo patrimonial es dejar un legado y eso lo puede hacer cualquier familia mientras pone en práctica un significativo acto de filantropía”.

“Nosotros, como familia, hemos creado un modelo patrimonial que no se basa en dejar a nuestra única hija autos y casas, nuestro modelo patrimonial es dejar un legado y eso lo puede hacer cualquier familia mientras pone en práctica un significativo acto de filantropía”

“Lo importante no es cuánto tienes sino cuánto das”, señala. “En vez de dejar una casa en la playa prefiero tomar ese dinero y construir legado, pequeño o grande, no importa”, resume. 

Esa filosofía también le viene de herencia. “Mi madre ayudaba mucho en Chile a hogares de ancianos, no siendo una mujer rica, siendo una mujer normal, con un pasar tranquilo, siempre ha estado en nuestro ADN”, revela.

Esa intención filantrópica que lleva a Castro a no acumular arte con un fin especulativo sino con el objetivo de ayudar a las mujeres a hacerse visibles hace también que sus proyectos tengan siempre una inspiración social.

La chilena cuenta que como coleccionista suelen invitarla a elegantes ferias de arte en muy diversos puntos del planeta y en ellas ha sentido que “no había conexión con la realidad”. Por eso, en los últimos años cada vez que visita algún país trata de hacer algo social. Este año en España, por ejemplo, promovió donaciones para proyectos en una cárcel de mujeres española.

En Emiratos, Castro, que se considera feminista convencida, admite haberse “sorprendido mucho con la cultura y las mujeres”. A pesar de los prejuicios, ha descubierto que “las mujeres aquí en Dubai son superpotentes” y los hombres “tremendamente respetuosos”.

“Aquí en Dubai las mujeres son superpotentes y los hombres tremendamente respetuosos”

Actualmente tiene casa en Chile y en Nueva York y pasa largas temporadas en otros países. Afirma estar “muy feliz” en Dubai, donde confiesa estar viviendo una “experiencia única”.

Alejandra Castro considera que "venir a un país a imponer una idea es completamente erróneo". (Cedida)La filántropa compara la situación actual de Emiratos Árabes con la de Nueva York hace 80 años, “donde no había nada y se empezó a construir todo”, por lo que considera esta etapa en Oriente Medio como “una excelente oportunidad de aprendizaje, de estar donde pasan las cosas; más allá de la superficialidad del edificio, de lo dorado, encuentras lo que quieres”.

Castro entiende que la situación de la mujer en el mundo árabe en general no es comparable a la de Emiratos en particular, pero cree que las dos realidades se irán acercando en un futuro. “Veo la participación que tiene la mujer en Emiratos en temas políticos, sociales, de desarrollo, familiares y creo que el trabajo que ha hecho el país para apoyar a las mujeres es fructífero, toda esa información en algún minuto va a caer en países aledaños”, vaticina.

Por ello, considera que “venir a un país a imponer una idea es completamente erróneo y no me corresponde decir si está bien o está mal, lo que sí puedo decir es que lo que veo que se está haciendo va a ramificarse y va a tocar próximamente a los países vecinos y espero que así sea por lo que entraña de crecimiento e igualdad de las mujeres en el mundo”.

Alejandra Castro no sabe aún cuál será su próximo destino cuando deje Emiratos, pero confiesa que le gustaría seguir recorriendo Asia y llegar, por ejemplo, a Hong Kong para “cerrar el círculo”. También le gustaría instalarse un tiempo en Argentina donde, confiesa, disfruta con “el teatro, la vida cultural, la gente”... No obstante, si tiene un objetivo claro e irrenunciable es seguir descubriendo “cómo funciona el mundo”.

“Veo la participación que tiene la mujer en Emiratos en temas políticos, sociales, de desarrollo, familiares y creo que el trabajo que ha hecho el país para apoyar a las mujeres es fructífero"

Alejandra Castro, la feminista hispana que ejerce la filantropía desde Dubai
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