sábado. 20.04.2024

Se estrenó en la carrera diplomática en 1987 con un destino peliagudo. Aterrizó en Bagdad en las postrimerías de una cruenta guerra con Irán, que duraba ya siete largos años. Sintió el inquietante sobresalto de las alarmas antiaéreas cuando los misiles persas alcanzaban la capital y conoció de primera mano el terror de la “dictadura oprobiosa” de Sadam Hussein, cuyos mortíferos tentáculos se dejaron caer también sobre algún miembro de la embajada española. Abandonó el país pocos meses antes de la invasión de Kuwait. Con todo, su experiencia en Irak le dejó un buen sabor de boca. “La población era gente estupenda. Como son, en general, los árabes. Amistosos, abiertos, simpáticos y extrovertidos”, sostiene Pedro Martínez-Avial vía telefónica desde Madrid.

A la dirección general de Casa Árabe llegó en agosto de 2017. Antes había prestado sus servicios en las legaciones diplomáticas de República Checa, Cuba, Chile, México y Hamburgo. Entre 1992 y 1997 fue subdirector del Instituto de Cooperación con el Mundo Árabe. Casa Árabe nació en 2006 como instrumento del Ministerio de Asuntos Exteriores para promover el encuentro, el diálogo y la colaboración con el Magreb y Oriente Medio. Cuenta con un presupuesto de 2,5 millones de euros, dos sedes en Córdoba y Madrid, 18 empleados y un programa de actividades que roza los 320 eventos cada año. “La cultura árabe es una de las grandes civilizaciones del planeta. Es un mundo apasionante y muy diverso, aunque en occidente tenemos una imagen muy homogénea”, puntualiza Martínez-Avial. “Para cualquier diplomático, es un lujo estar al frente. El mundo árabe es una zona preferente para España. Nuestros intereses económicos son enormes y crecientes. Somos vecinos y tenemos problemas comunes”.

Si Casa Árabe se propone, entre otros cometidos, ayudar a comprender y acercar el mundo árabe a España, ¿queda mucho trabajo por hacer?

Siempre queda mucho trabajo. Las relaciones entre pueblos están abiertas y evolucionan. Permanentemente hay que estar ahí para mejorar las cosas, resolver problemas, estrechar los lazos y conocernos más. Es una tarea infinita.

¿Qué tópico no soporta sobre el mundo árabe?

Lo que siempre detesto es cuando se habla desde la superioridad. La idea de que uno es mejor que otro. En lugar de mirarnos con simpatía, a veces nos miramos con superioridad. Eso pasa en todo el mundo. Todos los pueblos tienden a mirar al vecino de forma crítica o despectiva. Y tenemos que mirarnos con respeto y con cariño para descubrirnos unos a otros. El desprecio nace de la falta de información, de la falta de cultura o de la falta de interés por los demás. Es penoso.

¿Y cuál es el prejuicio más extendido?

Esa idea de la desigualdad de género, que lastra la imagen del mundo árabe. No nos damos cuenta de que hay comunidades muy distintas. El islam es una religión enormemente plural. Hay comunidades muy abiertas y otras cerradas. Eso también ha pasado con el cristianismo a lo largo de la historia. Nuestra labor es apoyar una interpretación de las tradiciones para hacer compatibles todas las creencias con la democracia y el respeto a los demás.

"Siempre digo que el mundo árabe es tan generoso y abierto que, tras su expulsión de España, en lugar de resentimiento, suscitó simpatía por lo español"

 

¿Ocho siglos de Al Andalus ayudan a la aceptación mutua?

Sí ayudan. Siempre digo que el mundo árabe es tan generoso y abierto que, tras su expulsión de España [en el siglo XV], en lugar de resentimiento, suscitó simpatía por lo español. Y su presencia nos dejó un legado maravilloso cultural, avances técnicos, ciudades espectaculares. Eso lo percibe cualquiera que se baje del avión en un país árabe. Dices que eres español y ya tienes la mitad del trabajo hecho. Son por naturaleza simpáticos y se sienten más cerca de nosotros. Eso es un regalo. Una ventaja enorme.

¿Qué tenemos que aprender del mundo árabe?

Muchas cosas. A ser más amables, más corteses, más cercanos. El valor de la familia, que es un elemento en el mundo árabe que estructura a la sociedad de forma muy notable. Tenemos que aprender a vivir la vida de otra manera más humana. En el mundo occidental estamos con la vorágine del día a día y hemos perdido muchos valores que todavía tienen estas sociedades. 

"Emiratos Árabes es un país muy interesante y espectacular"

 

¿Cómo califica las relaciones de España con los países del Golfo, particularmente con Emiratos Árabes Unidos?

Muy buenas. Es un país con el que nunca España ha tenido ninguna dificultad. Hay un numeroso grupo de empresas españolas trabajando allí. Es un país particularmente grato, aunque es de los pocos donde no he viajado. Tiene aquí una embajada diplomática estupenda, con un embajador y una segunda que son gente abierta, simpática y dispuesta a ayudar. Hay muchos vuelos entre España y Emiratos y es muy fácil llegar allí. Es un país muy interesante y espectacular.

El último Observatorio de Islamofobia indica que el 23% de las noticias sobre el islam en España contienen algún componente islamófobo. ¿Sabe usted por qué?

En primer lugar, habrá que ver qué es islamofobia. Es un tema que me preocupa. Una crítica a cualquier cosa que tenga que ver con el islam no forzosamente tiene un componente de odio. Hay que entender que el mundo occidental es muy crítico consigo mismo. Igual que se puede criticar al islam se critica aquí al mundo católico, a nuestra monarquía, a nuestras instituciones o a nuestro Gobierno. Aquí se critica todo. Cuando se hace una crítica negativa de cualquier elemento del mundo árabe o del islam es admisible. Pertenece al ámbito de la libertad de expresión, que es un derecho fundamental. Hay que ver qué es islamofobia o una crítica perfectamente lícita. Somos sociedades abiertas donde la gente puede decir lo que quiera.

Pedro Martínez-Avial, director general de Casa Árabe, durante una intervención. (Cedida)

"La mejor receta contra los extremismos de cualquier signo es que la gente se informe, porque nacen de la ignorancia"

 

¿Y cuál sería su receta contra la islamofobia?

La mejor receta contra los extremismos de cualquier signo es que la gente se informe, porque nacen de la ignorancia. Hay que presentar al islam como lo que es: una religión de paz y de amor, que predica el entendimiento. Todo esto es parte de la incultura.

¿El terrorismo islamista ha sido un estigma injusto?

Totalmente. No refleja lo que es la realidad del mundo árabe. Cualquiera que haya viajado allí lo sabe. Y hay que luchar contra eso, desde la prensa a las instituciones como Casa Árabe. Eso es una desviación del islam. Los movimientos fundamentalistas han causado muchas atrocidades y, por ignorancia, hay quien los extiende al conjunto del islam. Y esto no es el islam. Hay que decirlo. Son versiones fundamentalistas como han aparecido en el mundo cristiano a lo largo de la historia. En el mundo árabe te encuentras gente amable y simpática. Invito a todo el mundo a leer y viajar por estos países.

¿La “primavera árabe” fue un simple resfriado de la historia o un cambio sin retorno?

A mi modo de ver, la “primavera árabe” ha jugado un papel importante y ha dejado una semilla. Los pueblos se rebelan contra situaciones injustas y dictaduras oprobiosas. La revolución triunfó en Túnez, que es un ejemplo maravilloso. Y ha dejado una semilla en muchos países, donde la ciudadanía pide cambios sociales. La población cuenta y los regímenes deben tener presente sus anhelos. Ese legado está en todas partes, incluso en los países del Golfo.

"Los movimientos fundamentalistas han causado muchas atrocidades y, por ignorancia, hay quien los extiende al conjunto del islam. Y esto no es el islam. Hay que decirlo"

 

¿Túnez es el faro democrático del mundo árabe?

En este momento, claro. Hay otros países también que son democráticos, como Líbano o Irak. Tienen problemas pero no les falta un sistema democrático basado en las elecciones libres para elegir a sus representantes. Hay elecciones también en Mauritania, en Marruecos o en Argelia. ¿Son mejorables? Puede que sí. El germen de la democracia está presente en muchos países árabes.

¿Democracia e islam son conceptos en conflicto?

Creo que no. En absoluto. En muchos países de mayoría musulmana hay democracia y la realidad demuestra que eso no es así. Pueden funcionar de manera armoniosa.

Casa Árabe programó un debate durante el primer semestre bajo el título “¿Qué dicen los jóvenes musulmanes?”. ¿Y qué dicen?

Es un grandísimo tema. Las sociedades árabes son tremendamente jóvenes. Y crecen a una gran velocidad con sistemas económicos que no tienen el suficiente dinamismo para absorber la mano de obra y satisfacer las expectativas de tantos millones de jóvenes, que son el futuro de un país. Hay un germen de inestabilidad que es peligroso. Eso está pasando en algunos países. Muchas revueltas derivan de la falta de expectativas, con sistemas políticos anquilosados, mucha corrupción y desigualdad. Y la juventud se rebela.

"Tenemos que dar la mano a nuestros vecinos árabes y avanzar de forma conjunta"

 

¿La cultura es el mejor puente entre los pueblos?

Creo que sí. Entendida la cultura como educación también. Todos los racismos, los prejuicios, las fobias de un sentido y de otro nacen de la ignorancia. De la falta de conocimiento y comprensión. Todos somos seres humanos y nuestras similitudes son mucho más grandes que las diferencias. Afortunadamente no somos copias y por eso es maravilloso viajar, conocer otras culturas y relacionarse con gente de comunidades distintas.

Si usted mira al futuro del mundo árabe, ¿qué es lo que ve?

Veo un enorme potencial. Gente enormemente creativa y sociedades dinámicas. Pensamos en sociedades tradicionales, y eso es una parte, pero no es la realidad del mundo árabe, que tiene una expresión artística y una contemporaneidad como en Europa. Tenemos que trabajar con estos países para que evolucionen de forma ordenada y ayudarlos a resolver sus problemas. Y también para aprender de ellos. Es clave. Tenemos que dar la mano a nuestros vecinos árabes y avanzar de forma conjunta.

“La cultura árabe es una de las grandes civilizaciones del planeta”
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