jueves. 28.03.2024

Una de las ventajas de vivir en Managua es encontrarse de vez en cuando con figuras históricas contemporáneas que lo regresan a uno a la etapa romántica de la revolución sandinista en Nicaragua, la de sus primeras jornadas, pues aquí no nos incumbe hablar sobre la decepción posterior, y he aquí un excelente libro que se llama 'Adiós Muchachos' el cual describe ese proceso, tanto el enamoramiento y la frustración con esa novia esquiva llamada revolución. Su autor, un hombre de mirada taciturna que torna en festiva, de palabra suave en lo verbal pero de una fortaleza insospechada en lo escrito, es una de esas figuras legendarias.

Durante los años ochenta, Sergio Ramírez Mercado era un político reconocido en toda Hispanoamérica y en buena parte del mundo, al convertirse en el primer vicepresidente del gobierno revolucionario sandinista. Pues si hubo una revolución que concitó solidaridad internacional, fue la sandinista, al ser percibida como un movimiento de valientes jóvenes intelectuales que se enfrentó contra un régimen dictatorial sanguinario que mantenía a Nicaragua como un coto feudal. Sergio Ramírez, era un abogado al que le gustaba escribir cuentos y que aportó desde su inteligencia a la intención de crear un nuevo Estado en el que todos tuvieran oportunidades y no solo los familiares, amigos y esbirros de los Somoza.

En buena hora el abogado Sergio Ramírez Mercado dejó la política, en el momento en que percibió cómo el poder puede corromper, hacer perder inocencias, trastocar voluntades; así retornó al camino literario y prácticamente no ha parado de escribir, hasta el día de hoy cuando un jurado dotado de razón y sensibilidad ha decidido otorgarle el premio Cervantes, el mayor reconocimiento que se le puede conceder a alguien en lengua castellana. Ha sido un sendero recorrido con paso tranquilo y seguro, sin grandes zancadas pero avanzando siempre trechos insospechados. El hijo dilecto de Mazatepe, ha recibido diversos reconocimientos como Caballero de las Artes y de las Letras, Premio Novela Alfaguara, Premio Casa de las Américas y Premio Carlos Fuentes, entre otros.

El nicaragüense tiene en términos generales un carácter descomplicado (así esta palabra no aparezca en el diccionario español), alejado de falsas pretensiones, por lo mismo, además de personajes históricos se puede uno encontrar a destacados literatos y artistas. No es un secreto, que por gracia de la figura de un santo pecador, como el gran poeta Rubén Darío, este país suele producir escritores de la talla de Gioconda Belli o Ernesto Cardenal. Aunque mi favorito es el autor de novelas extraordinarias como 'Margarita, está linda la mar', 'Castigo Divino', 'Sombras Nada Más', 'Un baile de máscaras', para nombrar algunas, recopilaciones de cuentos, ensayos, e incluso un diccionario gastronómico nicaragüense, para no mencionar sus inteligentes artículos periodísticos y numerosas columnas de opinión.

Hay ocasiones realmente felices, en las cuales uno se encuentra en la vida con seres extraordinarios, como es el caso de Sergio Ramírez Mercado, quien resume en su persona, aparte de su relevancia histórica y la calidad literaria, toda la amabilidad y sencillez del nicaragüense. Sergio Ramírez es un hombre de familia, formada con Tulita, su esposa y cómplice en la vida. Con ella, sus hijos y nietos, así como Betty de Solís, su fiel asistente, celebran todos los siete de diciembre la gritería, víspera de la fiesta de la Purísima, una tradición muy nicaragüense que inaugura la Navidad, cuando abren su casa para todos.  

Atesoro recuerdos y anécdotas simpáticas con Don Sergio, como suelo decirle con respeto al escritor nicaragüense, como cierto día en que amanecí con la idea para un micro-cuento sobre una ballena varada en una playa del pacífico colombiano, lo escribí de una sentada durante la silenciosa madrugada. Sin asomo de modestia, me pareció genial, así que acto seguido me fui a la ducha, pero el agua me hizo dudar si esa historia ya la había leído en un inmejorable libro de cuentos titulado 'El Reino Animal' de Ramírez. En medio del desayuno le escribí a Don Sergio, quien amablemente reconoció mi plagio involuntario, pero le dio su bendición como una reinterpretación del cuento original.

Ese es el talante generoso y alegre del actual premio Cervantes, un gigante de alma modesta. Ahora ya no solo puedo decirle a los amigos, sino a los amables lectores que por favor, no se mueran, sin leer al menos uno de los libros mencionados en esta columna. Será una de las mejores inversiones de sus vidas.

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Dixon Moya es diplomático colombiano de carrera, escritor por vocación, lleva un blog en el periódico colombiano El Espectador con sus apellidos literarios, en el cual escribe de todo un poco: http://blogs.elespectador.com/lineas-de-arena/  En Twitter a ratos trina como @dixonmedellin

Sergio Ramírez, premio Cervantes 2017, un gigante de alma modesta
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