viernes. 19.04.2024

Siete meses después del inicio de las prospecciones arqueológicas promovidas por la Iglesia católica en el subsuelo del Patio de los Naranjos de la Mezquita de Córdoba, no ha sido localizado ningún vestigio de la legendaria basílica cristiana de San Vicente. Los dos arqueólogos que coordinan los trabajos, Alberto León y Raimundo Ortiz, convocaron a los medios de comunicación el pasado martes para ofrecer sus resultados preliminares. Las excavaciones han identificado un edificio de cierto carácter monumental, de 30 metros de longitud, dotado de un ábside con cinco columnas y habitaciones en su costado oriental, según informa el diario local Cordópolis.

Los investigadores indican que el edificio habría sido levantado en el siglo V, tres centurias antes de que el primer emir de Al Andalus, Abderramán I, pusiera la primera piedra de la gran Mezquita de Córdoba, vértice religioso, político y diplomático de una civilización que alcanzó notables cotas de esplendor en Occidente. En realidad, las excavaciones han sacado a la luz los mismos restos que Félix Hernández ya documentó hace casi 90 años, pero interpretados ahora bajo la óptica de una nueva hipótesis de trabajo: las construcciones halladas formarían parte de un “complejo episcopal” integrado por edificaciones de distinta naturaleza.

 

Los registros arqueológicos han obligado a descartar la existencia de una gran basílica visigoda debajo de la Mezquita fundacional, tal como ha defendido la Iglesia durante décadas en contra de las evidencias materiales. La teoría de la basílica de San Vicente fue cimentada en el siglo XIX sobre dos textos árabes tardíos de Ibn Idari y Al Razi, que sugerían que la Mezquita de Córdoba fue construida sobre un templo visigodo previo comprado a la comunidad cristiana.

Para convalidar esa hipótesis, el arquitecto conservador del monumento Félix Hernández emprendió una campaña de excavaciones en los años 30 del siglo pasado en dos puntos del recinto: debajo del oratorio musulmán primitivo y en el Patio de los Naranjos. Lo que apareció en el subsuelo desbarató las expectativas suscitadas por las fuentes documentales. Sin embargo, Félix Hernández no dejó ningún informe escrito, lo que acabaría por alimentar la leyenda de la basílica cristiana. En 2009, el experto en arte islámico Antonio Fernández Puertas publicó una completa monografía sobre los restos arqueológicos de la Mezquita, que proporciona claves muy esclarecedoras sobre la controversia.

Los decepcionantes resultados de las prospecciones del siglo pasado no frenaron a la Iglesia católica en su campaña publicitaria sobre la presunta basílica de San Vicente. Durante décadas, toda su maquinaria de divulgación ha incluido como hecho probado la existencia de una catedral cristiana en el subsuelo de la Mezquita. De hecho, aún hoy día un cartel de la “Basílica de San Vicente mártir” informa a los visitantes de que el mosaico mostrado a tres metros de profundidad en el oratorio fundacional de Abderramán I pertenece al supuesto templo visigodo. La página web oficial del monumento también certifica la realidad material de la basílica.

Alberto León: “No hay que obsesionarse con la Iglesia de San Vicente”

Los arqueólogos del Cabildo catedralicio, sin embargo, han descartado ya que los restos hallados hasta la fecha correspondan a ningún templo cristiano. “No hay que obsesionarse con la Iglesia de San Vicente”, afirmó el pasado martes Alberto León, profesor de arqueología de la Universidad de Córdoba, que coordina las operaciones del Patio de los Naranjos, según indica Cordópolis. Los expertos contratados por la Iglesia trabajan ya en otra versión distinta. Ahora los restos del subsuelo pertenecerían a un conjunto de edificios interrelacionados entre sí y vinculados con el poder episcopal del siglo V. La construcción de mayor porte hallada en el Patio de los Naranjos correspondería, según esta nueva conjetura, a una sala de representación del obispo.

Los arqueólogos, no obstante, subrayan que se trata de una hipótesis de trabajo sostenida, en gran medida, por analogía con modelos urbanos examinados en otras ciudades históricas. Conforme a este arquetipo arqueológico, los complejos episcopales estarían compuestos por tres partes diferenciadas: una basílica, un baptisterio y el palacio del obispo. También incluiría otro tipo de dependencias, tales como almacenes, zona administrativa o instalaciones funerarias. La nueva teoría del complejo episcopal articulada por Alberto León y Raimundo Ortiz ya fue esbozada hace más de 15 años por el arqueólogo Pedro Marfil, que también trabajó a las órdenes del Cabildo catedralicio y hoy es profesor de la Universidad de Córdoba. En un post de su Facebook personal, Marfil señaló el pasado martes que es un error sostener que uno de los grandes muros identificados pertenece a época visigoda o que la “primera fase es del siglo V”. También pone en duda la metodología científica utilizada por los arqueólogos. “Impresión desafortunada”, responde el propio Alberto León a continuación.

Las prospecciones que se iniciaron en septiembre pasado en el Patio de los Naranjos, y que aún continuarán algunos meses más, han reabierto el mismo yacimiento arqueológico que investigó Félix Hernández hace casi 90 años. La estructura aflorada ya fue identificada por Manuel Gómez Moreno, director general de Bellas Artes y jefe directo de Félix Hernández en los años 30. El eminente arqueólogo reconoció entonces un edificio romano tardío formado por un gran pórtico rematado en exedras, con habitaciones en su parte oriental y cinco columnas. “Ni su situación ni su aspecto corresponden con lo que se busca”, afirmó en los años cincuenta, en relación con la basílica visigoda.

La teoría del complejo episcopal, que ahora sustituye a la hipótesis del templo de San Vicente, es recibida con escepticismo por algunos expertos. El investigador del CSIC Fernando Arce Sainz ha publicado un par de artículos científicos (aquí y aquí) muy críticos con ambos planteamientos. En declaraciones a EL CORREO DEL GOLFO, vuelve a poner en duda la interpretación de los restos encontrados como integrantes del conglomerado del poder del obispo. “Tras haber descartado ya la basílica, ahora se quiere construir la hipótesis del complejo episcopal. Y no hay pruebas concluyentes que avalen este planteamiento. Se empeñan en que el supuesto complejo está en el área de la Mezquita de Córdoba. Es una hipótesis forzada. Se parte de una conclusión previa y es, por lo tanto, un razonamiento circular”. Fernando Arce admite, con todo, que podría ser una “hipótesis válida”, pero no una “tesis sustentada en argumentos sólidos”.

 

El experto del CSIC remarca también la importancia de la cota de las edificaciones encontradas. Los restos se sitúan a unos tres metros de profundidad, lo que indicaría, según Arce, que “estarían total o parcialmente amortizados” cuando llegaron los musulmanes a Córdoba. Sea cual sea la naturaleza de las construcciones previas, la Mezquita no se levantó directamente sobre ellas, a juicio del investigador. Esa misma argumentación utilizó Fernando Arce en relación al mosaico expuesto al público bajo el subsuelo del oratorio primitivo, que, en su opinión, no pertenece a ninguna iglesia sino a un “ámbito doméstico, residencial, erigido en torno al siglo IV”.

El Cabildo catedralicio ha vuelto a negar información al colaborador de EL CORREO DEL GOLFO sobre las excavaciones de un monumento universal de interés público. Los dos arqueólogos trabajan al servicio de la Iglesia católica y no acceden a hablar con la prensa sin su autorización, pese a que uno de ellos es profesor universitario y funcionario público.

Sin rastro de la mítica basílica cristiana debajo de la Mezquita de Córdoba
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