viernes. 19.04.2024

Una semana después, todavía no se sabe con certeza quién está detrás de los ataques contra dos instalaciones petroleras de Arabia Saudita ni desde dónde se produjeron, pero los daños saltan a la vista.

Arabia Saudita y Estados Unidos responsabilizan a Irán de lo que parece haber sido una ofensiva con 18 drones y siete misiles teledirigidos contra las refinerías de Khurais y Abqaiq. Irán niega cualquier implicación en el hecho, pero los rebeldes hutíes de Yemen, alineados con el régimen iraní, se atribuyeron la autoría. Lo que está claro es que el daño causado es significativo. El precio del petróleo tuvo el pasado lunes su subida más pronunciada en 30 años al incrementarse en casi un 15%, aunque poco después volvió a bajar. Arabia Saudita asegura que la producción de crudo volverá a la normalidad para finales de septiembre.

El corresponsal de Seguridad de la BBC, Frank Gardner, formó parte de un grupo de periodistas que tuvo acceso al campo petrolero de Khurais y a la refinería de Abqaiq -la mayor planta de refinamiento de crudo del mundo- para poder ver las secuelas del ataque.

Trabajadores con chalecos reflectantes amarillos y protegidos por cascos trabajan todavía a contrarreloj para restablecer la capacidad plena de la planta de Khurais después de que el ataque del pasado 14 de septiembre redujera la producción en 5,7 millones de barriles diarios.

Torcida y ennegrecida por el fuego, la dañada torre de separación del campo petrolero de Khurais refleja la magnitud de uno de los ataques más devastadores contra la infraestructura de un país en tiempos modernos. La estructura es tan solo uno de los 19 objetivos alcanzados por una oleada de misiles y drones cargados de explosivos que azotó la zona en las primeras horas del sábado de la semana pasada. Tanto Arabia Saudita como Estados Unidos responsabilizan del ataque a Irán, que niega las acusaciones y ha amenazado con adoptar represalias si sufre un ataque de castigo.

PRECISIÓN DE ATAQUE

La persona que eligió estos objetivos sabía perfectamente lo que hacía y programó las coordenadas del GPS con una precisión exacta. Se puede ver el lugar en que los proyectiles alcanzaron las torres de separación (donde se separa el crudo del gas), los grandes contenedores esféricos que drenan el agua y otros trozos de superestructura de acero, todos ellos elementos esenciales para estabilizar el crudo listo para ser exportado.

El procesamiento del recurso natural de Arabia Saudita y su envío a los mercados extranjeros de Europa y Asia es la savia de la economía saudita, y por eso se han invertido miles de millones de dólares a lo largo de varias décadas para proveer al país de una defensa de vanguardia. Aun así, esa defensa fue fácilmente penetrada por unas armas relativamente baratas. Todavía no se sabe exactamente quién las disparó y desde dónde.

Cuando Al Qaeda intentó enviar un camión cargado de explosivos contra el complejo petrolero de Abqaiq en 2006, el vehículo fue detenido de forma inmediata en el perímetro. Los ataques del 14 de septiembre fueron de una magnitud totalmente distinta. Tomaron a los saudíes y a sus aliados estadounidenses completamente por sorpresa, penetraron el cordón de seguridad y paralizaron de forma temporal aproximadamente la mitad de la capacidad de procesamiento de Arabia Saudita, lo que hizo que los mercados petroleros globales se tambalearan. Aramco, la empresa estatal de petróleos de Arabia Saudita, dice que la capacidad total debe ser restaurada para el final de septiembre. Pero algo de lo que casi no se habla es el miedo a que un ataque de este tipo se pueda repetir.

La carrera contrarreloj en Arabia Saudita para reponer el suministro de petróleo al mundo
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