jueves. 28.03.2024

Pascual, Repsol, Nestlé, Mondelez y hasta el Puerto de Algeciras han obtenido ya la certificación ‘halal’, que identifica los bienes y servicios aptos para consumo de un emergente mercado musulmán de casi 1.800 millones de personas en todo el mundo. Cerca de 800 empresas españolas han auditado ya sus procesos de producción para garantizar que los artículos que venden a alguno de los 57 países de mayoría islámica cumplen las prescripciones de la ‘sharia’ o ley coránica.

Pero, ¿qué significa ‘halal’? En árabe, quiere decir “permitido”. Es decir, aquellos productos cuya naturaleza o manufactura no vulneran los preceptos islámicos. El más conocido de todos es la prohibición de la carne de cerdo y sus derivados. Pero no el único. Tampoco está admitido el consumo de animales hallados muertos, la sangre o el alcohol. Eso referido a productos del sector agroalimentario, que representa en torno al 90% de los procesos de certificación. Otras divisiones económicas, como el turismo, la cosmética, las finanzas o la moda, también empiezan a ser auditadas cada vez más con el filtro de la acreditación técnico-religiosa. Por ejemplo, en hostelería el certificado ‘halal’ garantiza a los clientes musulmanes que en sus habitaciones se encuentra señalizada la dirección a la Meca o ‘quibla’ hacia donde deben efectuar sus rezos.

En España, hay al menos cuatro agencias certificadoras. La pionera y más activa en cuanto a volumen de negocio es el Instituto Halal, con base en Córdoba, fundada en el año 2003 por Isabel Romero. Abrió entonces un camino inédito que hoy empieza a generalizarse en el comercio internacional. Acredita a casi 500 empresas españolas y también de Portugal, Alemania, Bélgica, Inglaterra, México, Guatemala, Cuba y Colombia. “El mercado ‘halal’ se está moviendo mucho”, asegura Hilene Galán, gerente general de la firma certificadora andaluza. “Antes gran parte de los países de mayoría musulmana no tenían entidades acreditadoras oficiales. Y de cinco años para acá todos se están poniendo las pilas”.

Divisiones económicas como el turismo, la cosmética, las finanzas o la moda empiezan a ser auditadas cada vez más con el filtro de la acreditación técnico-religiosa

Los países más activos en este terreno son Malasia, Indonesia, Singapur, Emiratos Árabes Unidos y, más recientemente, Arabia Saudí. El Instituto Halal es una de las firmas más importantes del mundo, en un sector que cuenta ya con casi 400 entidades acreditadoras, sobre todo, en países no musulmanes cuyas empresas quieren exportar sus productos al pujante mercado islámico. Para ello, necesitan que los bienes y servicios que ofrecen se encuentren convenientemente certificados.

El Instituto Halal dispone de todo un elenco de profesionales con capacidad de auditar los procesos de fabricación de las empresas. Cuenta con veterinarios, químicos, economistas, tecnólogos de los alimentos y expertos en ‘sharía’. “Por lo general, las empresas contactan con nosotros cuando quieren vender productos a un cliente o abrir un determinado mercado geográfico”, detalla Hilene Galán. En ese momento se activa un protocolo de verificación, que empieza con la solicitud de información relevante de la compañía a través de un cuestionario diseñado por el Instituto Halal. Posteriormente, los auditores se desplazan a la empresa para revisar los procesos de fabricación y constatar que no se vulneran los preceptos islámicos. Y finalmente se emite un informe que tiene una validez anual. “Cada auditor está especializado en un tipo de empresa distinto”, puntualiza. “Antes solo se verificaba la parte religiosa. Ahora también se vigila el proceso sanitario, incluidos los registros oficiales pertinentes”, precisa.

En cosmética, cada vez se utilizan menos los productos de procedencia animal y más los vegetales. Aún así, los auditores ‘halal’ deben de verificar que la fabricación para consumidores musulmanes se hace observando las normas estipuladas por la ley islámica. Se controla también que los alcoholes utilizados han experimentado una fermentación natural y no son destilados. O que la graduación es la adecuada. “Nosotros vigilamos toda la trazabilidad del producto”, subraya Hilene Galán. En relación al pescado, un experto revisa que la alimentación que recibe en las piscifactorías no sea animal, mucho menos de origen porcino.

Hilene Galán asegura que “Halal es un estilo de vida” vinculado con “lo sano, lo ético y lo no abusivo”

Las otras tres agencias de certificación española son Halal Food & Quality, ubicada en Valencia, Halal Consulting, con sede social en Málaga, y Safety Horizon, localizada en Murcia. Las dos primeras han sido creadas más recientemente y, entre ambas, certifican a unas 200 empresas aproximadamente, lo que evidencia que la demanda de productos ‘halal’ aumenta de forma sostenida en los últimos años. La población musulmana roza los 1.800 millones de personas y mantiene un elevado ritmo de crecimiento demográfico. Contra lo que tradicionalmente se cree, el área que concentra el mayor número de musulmanes en el planeta no son los países árabes. Las previsiones señalan que en 2030 Asia contará con casi 1.300 millones, mientras que Oriente Medio y el Norte de África acumularán poco menos de 400 millones. Europa incluirá a una comunidad islámica cercana a los 60 millones.

Las empresas españolas que quieran exportar sus artículos a ese poderoso mercado deberán dotarse de un mecanismo de acreditación que garantice que sus productos van a ser consumidos sin objeciones. Ahí es donde las firmas certificadoras juegan un papel determinante. “Halal es un estilo de vida”, asegura Hilene Galán. Una forma de concebir el comercio vinculada también con “lo sano, lo ético y lo no abusivo”, en expresión utilizada por el Instituto Halal.

Casi 800 empresas españolas exportan ya productos halal para el mercado musulmán
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