jueves. 28.03.2024

Las peticiones de ayuda que lanzan las cuatro hijas del Rey Abdullah de Arabia Saudí que denuncian hallarse «secuestradas y sin comida» en un palacio de la ciudad de Yeda cada vez son más desesperadas. Aseguran que desde hace 13 años sufren una situación insostenible en la que a diario libran «una batalla por la supervivencia». Según mantienen, la causa del cautiverio se encuentra en su conciencia social y en haberse erigido en portavoces contra la pobreza y de las injusticias y en firme defensoras de los derechos de la mujer en un país donde impera la ley Sharia (islámica).

La última acción que han emprendido dos de las cuatro hijas (Sahar, de 42 años, y Jawaher, de 38) es colgar un vídeo en Youtube en el que piden a la comunidad internacional auxilio para ser liberadas. Y no es la primera vez que lo hacen: el pasado mes de marzo ya lanzaron un desesperado SOS a través de correos electrónicos, pero no obtuvieron respuesta. Es más, su madre, la jordana Alanoud Alfayez, que se vio obligada a trasladarse a Londres en 2003 después de divorciarse del Rey Abdullah, incluso ha comunicado a la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos (ACNUDH) que sus hijas están «encarceladas y aisladas del mundo».

La iniciativa, al menos de momento, también ha resultado infructuosa. Sahar y Jawaher lo que se preguntan con más vehemencia es cómo los países occidentales no actúan ante «estos actos criminales». «El silencio del mundo es ensordecedor», aseguran en una entrevista concedida a Muftah, organización que se dedica a la difusión de contenidos originales de diversas personas acerca de acontecimientos mundiales. En sus respuestas dan detalles de su día a día, de los abusos y amenazas que sufren, de cómo se les niega el acceso a la asistencia sanitaria, especialmente a Jawaher, que padece de asma y se ha quedado sin inhalador, y también de que en ocasiones han sido sedadas y drogadas.

«Nosotras, junto con nuestra madre, siempre hemos sido portavoces contra la pobreza, defensoras de los derechos de las mujeres y de otras causas que nos pide el corazón», explican. Decidieron «comentar» a su padre lo que pensaban y, según mantienen, «no le sentó bien ni a él ni a sus hijos Mitab y Abdelaziz». La consecuencia directa fue que «desde entonces» se convirtieron en «víctimas».

Uno de los episodios que más pesó en su contra fue que a finales de los 90, Hala, que tiene una licenciatura en Psicología, se quejó abiertamente de que los opositores políticos del régimen estaban siendo encerrados en las salas de psiquiatría del hospital donde trabajaba. En la entrevista concedida a través de correo electrónico a Muftah relatan que Hala «pronto se convirtió en una víctima más del sistema, al igual que los llamados pacientes (presos políticos) que ella estaba tratando de ayudar».

Asimismo señalan que si les permiten el acceso a Internet es para «sembrar las semillas de la duda» y desacreditarlas de «alguna manera» difundiendo mentiras sobre su «supuesta libertad de expresión». A pesar de ello, mantienen la esperanza y no han dudado en realizar un «llamamiento a todas las mujeres, especialmente a las activistas en Arabia Saudí, para unirse y exigir los derechos consagrados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos».

Encerradas en palacio por defender los derechos de la mujer
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