jueves. 28.03.2024

De corazón

Hay momentos en que dolores ajenos sacuden como propios, suele suceder con noticias de tragedias humanitarias, producto de fenómenos naturales o guerras insensatas, pero también cuando los seres queridos sufren enfermedades o accidentes.

A Juan Carlos Alba, desde el interior de mis aurículas y ventrículos.

Hay momentos en que dolores ajenos sacuden como propios, suele suceder con noticias de tragedias humanitarias, producto de fenómenos naturales o guerras insensatas, pero también cuando los seres queridos sufren enfermedades o accidentes y sus vidas se ponen en riesgo. Son momentos que sirven para reflexionar en la existencia, en la propia y la de los demás.

Hace unos días, en mi familia recibimos uno de esos campanazos que lo dejan a uno en un estado de incertidumbre, con interrogantes y miedos. En este caso, el querido concuñado que menciono en la dedicatoria sufrió un infarto, mientras salía de su trabajo en Bogotá. Es de ese tipo de noticias que cuando se está en la distancia, tienen la capacidad de descolocar, de crear un ambiente de impotencia.

La buena noticia es que mi familiar, gracias a la intervención afortunada de amigos y ángeles de la guarda, pudo ser trasladado a la Fundación Cardioinfantil – FCI -en la imagen-, que con la Clínica Shaio en la capital colombiana, cuentan con fama internacional en el tratamiento y atención de pacientes con dolencias del corazón. Para quienes lo desconozcan, Colombia ostenta una medicina muy avanzada y en temas como el oftalmológico, oncológico, odontológico, cardiológico y estético –entre otros, es referente mundial, sin exageraciones nacionalistas.

La FCI que se creó pensando en los niños, hoy por hoy, atiende a personas de toda edad. Hace unos años habíamos tenido una experiencia con dicho hospital, pues el hijo menor de unos queridos amigos nicaragüenses sufría de una afección coronaria que le impedía llevar una vida normal, el chico se fatigaba constantemente y presentaba un gran riesgo de sufrir un evento negativo.

El caso que menciono sólo podía resolverse con una operación que no podía practicarse en Nicaragua, la familia pensó en llevar al niño a Estados Unidos a un gran costo, sin embargo, alguien les comentó sobre la FCI en Colombia, en donde finalmente le hicieron el procedimiento que le devolvió la felicidad, pues hoy es un muchacho saludable y con un futuro brillante. Luigi, nuestro joven amigo, dice que su corazón es colombiano, pues en Bogotá volvió a nacer.

En el caso de mi familiar, quien es hombre fuerte en todos los sentidos, después de superar con éxito una delicada operación ha recibido la mejor atención por parte de los profesionales de la salud que laboran en la FCI, a todos ellos un agradecimiento eterno, especialmente al Dr. Tomás Chalela, cirujano cardiovascular quien proviene de una familia de respetados galenos.

De hecho, al Dr. Juan Guillermo Chalela, padre del Dr. Tomás, uno de los más reconocidos dermatólogos colombianos, se le recuerda entre otras razones por frases como las siguientes: “Que el paciente es lo primero, es nuestra razón de ser y de vivir, es un libro permanente y el mejor maestro”. “Es importante ser un buen doctor, pero más importante es ser un buen señor”.

No suelo aprovechar este espacio para hablar de temas personales, pero aquí se trata de resaltar una certeza y es que Colombia durante los últimos años se ha convertido en destino saludable para muchas personas que desean no sólo encontrar medicina de alta calidad científica y técnica, sino quizás más importante, profesionales con calidez humana, que ven al paciente no como un usuario, sino como al prójimo de las parábolas bíblicas, alguien cercano al que se atiende en el cuerpo pero también en el alma.

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