El ministro de Estado de Asuntos Exteriores de Arabia Saudita, Adel Al-Jubeir, rechazó este miércoles como infundado un informe de la ONU sobre el asesinato del periodista Jamal Khashoggi.
"Nada nuevo ...", tuiteó Jubeir. "No es nuevo. El informe (de la ONU) reitera lo que ya se ha publicado y distribuido en los medios de comunicación ”, escribió Jubeir en Twitter.
"El informe de la relatora en el Consejo de Derechos Humanos contiene claras contradicciones y acusaciones infundadas, lo que pone en duda su credibilidad".
Jubeir respondió con estas palabras a las acusaciones sin fundamento formuladas por Agnes Callamard, una experta independiente en derechos humanos.
En una serie de tuits, el ministro señaló que el liderazgo del Reino dirigió las investigaciones necesarias, lo que llevó al arresto de varias personas acusadas en el caso y se están llevando a cabo investigaciones y juicios en curso.
A los juicios en curso asisten representantes de las embajadas de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, además de Turquía y las organizaciones saudíes de derechos humanos, agregó.
“Afirmamos que las autoridades judiciales en el Reino son las únicas competentes para tratar este caso y ejercer su autoridad con total independencia. Rechazamos enérgicamente cualquier intento de perjudicar la dirección del Reino o eliminar el caso del curso de la justicia saudí o influir en él de alguna manera".
"Afirmamos que la soberanía del Reino y la jurisdicción de sus instituciones judiciales sobre este tema no se pueden comprometer", agregó Jubeir.
Jamal Khashoggi, columnista del periódico The Washington Post, desapareció en octubre de 2018 tras entrar en el Consulado saudí en Estambul, adonde había ido para recoger varios documentos.
Mientras el Consulado insistía en que el periodista había salido de la sede diplomática, el diario estadounidense fue el primero en afirmar, citando a sus propias fuentes, que en realidad fue torturado, asesinado y descuartizado.
De acuerdo con la investigación de Riad, el periodista fue asesinado por agentes de inteligencia saudí que debían repatriarlo pero "abusaron de sus poderes".
La Fiscalía saudí pidió la pena de muerte para cinco de los 11 sospechosos de estar detrás del asesinato del periodista, cuyos restos no han sido localizados hasta la fecha.
