jueves. 28.03.2024

En apenas una semana tres importantes sitios estratégicos en Irán sufrieron explosiones imprevistas, levantando enormes columnas de fuego y humo que fueron capturadas en redes sociales, dejando al menos 19 muertos. Todas fueron rápidamente catalogadas como “accidentes”.

La primera ocurrió en un depósito de gas en las afueras de Teherán, en un zona que se cree esconde un sistema de túneles destinados a la producción de misiles balísticos. Cuatro días después estalló una clínica médica en la capital, y dos días después fue el turno de la planta de enriquecimiento de uranio en Natanz. Todos los muertos y heridos fueron oficialmente a causa del estallido en la clínica médica, y aparentemente no habría habido víctimas en los otros dos sitios. Esta concentración de explosiones en instalaciones pertenecientes al controvertido complejo nuclear iraní, así como también a la infraestructura médica del país en tiempos de la pandemia de coronavirus, que ha golpeado con fuerza al país persa, han generado sospechas.

Desde mayo de 2019, en represalia a la decisión tomada un año antes por Estados Unidos de retirarse del acuerdo internacional sobre el programa nuclear iraní firmado en Viena en 2015, Irán se ha ido liberando de sus obligaciones previstas en este texto y se encuentra en este momento violando gran parte de sus compromisos para limitar los stocks de uranio enriquecido y otros elementos. El régimen insiste en que lo ocurrido esta semana no fue otra cosa que una serie de accidentes, y no han surgido informes independientes de posibles ataques aéreos o bombardeos con misiles. Aunque si se tratara de sabotajes o ciberataques sería mucho más fácil para el Gobierno ocultarlo.

La primera explosión tuvo lugar en los alrededores del sitio de misiles de Khojir. El estallido sacudió viviendas e iluminó el horizonte con una enorme bola de fuego frente a las montañas de Alborz. La televión estatal transmitió más adelante un segmento desde lo que describió como el sitio del estallido, donde podían verse tanques de gas. Este almacén está cerca de lo que los analistas describen como la instalación de misiles de Khojir, que incluye túneles subterráneos. La explosión parece haber sacudido una instalación del Grupo Industrial Shahid Bakeri, que produce los cohetes propulsores, dijo Fabian Hinz, investigador para el James Martin Center for Nonproliferation Studies en Monterey, California, a la agencia de noticias AP.

En esta misma área se encuentra la base militar de Parchin, donde inspectores internacionales sospechan que la República Islámica realizó pruebas con fuertes explosivos hace dos décadas, destinados a su programa de armas nucleares.

El 30 de junio una segunda bola de fuego se elevó en el cielo de la capital iraní. Esta vez se trataba de una clínica médica dentro de la ciudad. La agencia de noticias persa ISNA reportó el hecho como un incendio que hizo estallar los tanques de oxígeno en la clínica, pero no habló de ningún desencadenante inicial para las llamas. Más tarde, el fiscal general de Teherán, Ali Alqasimehr, informó que 10 hombres y tres mujeres habían muerto en la explosión, y que seis personas habían resultado heridas y trasladadas al hospital Tajrish hospital.

Irán ha sido particular y tempranamente golpeado por la pandemia de Covid-19, cuyos efectos se vieron exacerbados por las deficiencias crónicas en la infraestructura persa, afectada a su vez por años de sanciones. Al momento se han confirmado 232.863 contagios confirmados y 11.106 muertes, aunque existen sospechas de que el número podría ser mayor.

Este jueves tuvo lugar la tercera explosión en la planta de enriquecimiento de uranio de Natanz. Las autoridades iraníes reportaron un incendio en el complejo nuclear de Natanz, unos 250 kilómetros al sur de Teherán, sin que se produjeran víctimas. “Era un depósito sin material nuclear” y sin “potencial de contaminación”, declaró a la televisión estatal el portavoz de la Organización Iraní de Energía Atómica (OIEA), Behruz Kamalvandi, citado por la agencia AFP.

Natanz se convirtió en una fuente de controversia el año pasado cuando las autoridades iraníes negaron el acceso en octubre a un inspector del Organismo Internacional de Energía Atómica (dependiente de la ONU) luego de que se encontraran en la zona restos de nitratos explosivos. Los nitratos son un fertilizante habitual. Sin embargo, combinados con una cantidad adecuada de combustible, el material puede convertirse en un explosivo tan potente como el TNT. Las pruebas de detección, habituales en aeropuertos y otras instalaciones seguras, pueden manifestar su presencia en la piel o los objetos. Natanz, que incluye una estructura subterránea reforzada, fue durante mucho tiempo una planta secreta, parte del programa nuclear iraní, el cual es sospechoso de buscar el desarrollo de armas nucleares. Su existencia fue develada en 2002 y un año después inspectores internacionales la visitaron por primera vez.

Misteriosas explosiones en sitios estratégicos de Irán, sin respuesta oficial
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