jueves. 28.03.2024

Yemen está sufriendo su tercer brote importante de infección bacteriana transmitida por el agua desde que estalló el conflicto en 2015, causando la crisis humanitaria más urgente del mundo que ha puesto a 10 millones de personas al borde de la hambruna.

La enfermedad se está propagando como un “fuego salvaje”, según las Naciones Unidas, que registraron 110.000 casos sospechosos de cólera y 193 muertes en los primeros tres meses de 2019.

El cólera causa diarrea profusa y pérdida de líquidos que puede matar en cuestión de horas. Los niños, los ancianos y las personas debilitadas por años de mala nutrición son los que corren mayor riesgo.

El el hospital de Sabaeen, en la capital del país, Saná, muchos de los que llegan están en estado de shock o tienen insuficiencia renal, con venas tan arrugadas por la deshidratación que es difícil insertar una aguja para administrar líquidos que salvan vidas.

La guerra de cuatro años que enfrenta al movimiento hutí alineado con Irán contra el gobierno yemení apoyado por Arabia Saudita ha paralizado el sistema de salud y la economía, obligando a la gente a viajar largas distancias para buscar atención médica.

Los recursos hídricos son escasos en el país más pobre de la península Arábiga y en muchas partes de Yemen, donde viven 30 millones de personas, se necesitan bombas para llevar agua a la superficie. La escasez de combustible ha aumentado drásticamente el precio del agua potable.

El brote coincide con el comienzo temprano de la temporada de lluvias en Yemen, pero también es una señal de la degradación de la infraestructura pública debido a la guerra.

“Hay un problema con la eliminación de residuos en el país. Sabemos que muchas comunidades no cuentan con sistemas de alcantarillado adecuados. Esas aguas residuales se utilizan para riego y otros fines", señaló Tarik Jasarevic, un portavoz de la Organización Mundial de la Salud.

El aumento de la concienciación sobre la enfermedad también podría explicar más casos reportados este año, agregó.

En un intento por detener la propagación de la enfermedad, los excavadores han estado retirando la basura de los desagües pluviales en Saná y los trabajadores están fumigando las calles, los desagües y los montones de basura con desinfectante.

El último conflicto de Yemen, plagado de décadas de inestabilidad, comenzó a finales de 2014 cuando las fuerzas hutíes expulsaron al gobierno del presidente Abd-Rabbu Mansour Hadi de Saná. Una alianza de fuerzas yemeníes y árabes respaldada por Arabia Saudita intervino en marzo de 2015 para restaurar el gobierno de Hadi.

Los hutíes, que dicen que su revolución es contra la corrupción, controlan Saná y la mayoría de los centros de población.

La guerra ha reducido las rutas de transporte de la ayuda, el combustible y los alimentos, ha mermado las importaciones y ha provocado una fuerte inflación. Los hogares han perdido ingresos porque no se pagan muchos de los salarios del sector público y el conflicto ha obligado a la gente a abandonar sus hogares y sus empleos.

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