sábado. 20.04.2024

El presidente estadounidense, Donald Trump, es bien visto por Arabia Saudí, que vuelve a ser un socio clave de Estados Unidos tras varios años de relaciones frías.

El martes pasado, Trump y el influyente príncipe heredero sustituto de Arabia Saudí, Mohammed ben Salman, se comprometieron a una "asociación estratégica sólida, amplia y duradera basada en un interés y un compromiso común para la estabilidad y la prosperidad de Oriente Medio", indicó la Casa Blanca.

El príncipe Mohammed, de 31 años, es el primer dirigente del Golfo en ser recibido por el nuevo presidente estadounidense.

Al mismo tiempo, su padre, el rey Salman, prosigue en China, segunda potencia económica mundial y rival de Estados Unidos, una gira asiática, durante la cual ya visitó Indonesia, Malasia y Japón. Arabia Saudita quiere poner fin al deterioro de las relaciones con Estados Unidos, su aliado tradicional desde hace 70 años, registradas durante los ocho años de presidencia de Barack Obama.

Trump "reconoce que el liderzago saudí es el canal principal hacia hacia el mundo musulmán", destaca Salman al Ansari, presidente del Saudi American Public Relation Affairs Committee (SAPRAC). "El caluroso recibimiento reservado al príncipe Mohammed confirma que Arabia Saudita sigue siendo, para la administración Trump, un factor esencial para la estabilidad y la seguridad de Oriente Medio y para una prosperidad económica mutua, manifestó a la AFP.

Según Anwar Eshki, jefe del Middle East Center for Strategic and Legal Studies de Yeddah, Trump invitó al príncipe Mohammed para ponerse de acuerdo sobre un "plan para Oriente Medio". Ese plan apunta a contrarrestar a Irán, país chiita, principal rival regional de Arabia Saudita, y al grupo yihadista Daesh, sostiene Eshki, general saudita retirado.

El secretario estadounidense de Defensa, Jim Mattis, calificó a Irán de país que apoya al terrorismo y principal fuente de desestabilización de Oriente Medio.

Durante la campaña electoral, Trump había prometido "romper" el acuerdo internacional sobre el programa nuclear iraní firmado en julio de 2015. Sin embargo, con el príncipe Mohammed, Trump destacó la "importancia de afrontar las actividades desestabilizadoras de Irán en la región sin dejar de evaluar y (supervisar) la aplicación estricta" del acuerdo, indicó la Casa Blanca.

Arabia Saudita acusa a Irán de injerencia en los asuntos regionales, en particular en Siria, donde Teherán apoya al Gobierno del presidente Bashar al Asad, y en Yemen, donde apoya la rebelión chiita hutí, combatida por una Coalición Árabe dirigida por Riad.

El encuentro entre Trump y el príncipe Mohammed permitió "el diálogo" y el inicio de una relación personal para establecer una asociación de trabajo entre los dos países, destaca Anthony Cordesman, del Center for Strategic and International Studies de Washington.

Pero es demasiado pronto para saber si "tendrá resultados prácticos" para contener a Irán y mejorar la lucha contra el terrorismo, agrega.

Segundo en la sucesión al trono de Arabia Saudita, el príncipe Mohammed, ministro de Defensa, es considerado el hombre más poderoso del Gobierno. El príncipe lanzó un amplio programa de reformas, llamado 'Visión 2030', tendiente a reducir la dependencia de su país del petróleo, del cual habló con Trump.

Los dos dirigentes destacaron "la determinación de reforzar la cooperación" económica y energética, en particular en torno a un programa mixto de proyectos que necesitan una inversión de "más de 200.000 millones de dólares" en "los próximos cuatro años", dijo la Casa Blanca.

Este nuevo impulso de las relaciones se ve favorecido por la posición de Arabia Saudita, que se abstuvo de criticar los decretos antimigratorios de Trump. "Cada país tiene el derecho a garantizar la seguridad de sus fronteras", declaró este jueves Faisal Abbas, jefe de redacción del diario saudí Arab News.

Trump da un nuevo impulso a las relaciones con Arabia Saudita
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