viernes. 29.03.2024

El 4 de abril el mariscal de campo Khalifa Haftar lanzó una ofensiva con la que confiaba tomar Trípoli y hacerse con el control de Libia. Seis meses después, su asalto contra el Gobierno reconocido internacionalmente no ha terminado y la situación humanitaria en el país, sumido en el caos tras la caída de Muamar Gadafi en 2011, sigue deteriorándose.

Por ahora, los esfuerzos de mediación para buscar una salida pacífica no han prosperado, principalmente porque las grandes potencias y otros países apoyan a bandos enfrentados. Egipto y Emiratos Árabes Unidos son los principales valedores de Haftar, que cuenta con el sustento del gobierno establecido en el este de Libia, mientras que Turquía y Qatar apoyan al Gobierno que encabeza Fayez Serraj. La semana pasada, coincidiendo con la Asamblea General de la ONU en Nueva York, esos países junto con los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad --Estados Unidos, Reino Unido, Francia, China y Rusia-- y Alemania e Italia se reunieron para intentar desbloquear la situación y poner más presión sobre las partes. El enviado especial de la ONU para Libia, Ghassan Salamé, anunció en agosto sus planes para la celebración de una conferencia internacional que reúna a los países que apoyan a las partes enfrentadas y Alemania se ha ofrecido a acoger dicho encuentro antes de final de año, si bien por ahora no hay fecha prevista.

El ofrecimiento de Berlín es visto como algo positivo, ya que los dos intentos anteriores de sentar a dialogar a Serraj y Haftar realizados por Francia e Italia no llegaron a buen puerto. Ambos países son vistos con suspicacia por sus intereses en Libia y se considera que están más alineados con el general y su Ejército Nacional Libio que con el Gobierno de unidad.

Justo antes del encuentro de Nueva York, Haftar publicó un comunicado en el que dejó la puerta abierta al diálogo, aunque con condiciones. "Deben celebrarse reuniones y diálogo", sostuvo el que fuera general cuando Gadafi estaba en el poder y luego se exilió durante años en Estados Unidos. "Debe haber un diálogo nacional integral, que preserve la unidad nacional del territorio libio", sostuvo Haftar, que advirtió de que "es imposible celebrar elecciones a menos que los grupos armados sean eliminados y desmantelados y las armas decomisadas". En este sentido, advirtió de que "la presencia de grupos terroristas hace difícil el éxito del diálogo". "Como ya hemos dicho y seguimos incidiendo, no hay espacio para la diálogo mientras los grupos terroristas y las milicias sigan controlando las riendas y la vida en Trípoli", sostuvo, en referencia a las milicias que apoyan al Gobierno de unidad.

En el terreno, el conflicto parece haber alcanzado un punto muerto, si bien siguen produciéndose enfrentamientos y bombardeos casi a diario. 

"La situación humanitaria sigue deteriorándose y el número de desplazados sigue aumentando", señala en declaraciones a Europa Press el jefe de Libia de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), Nils Scott, que incide en que el conflicto continúa sin ningún cambio sustancial en las posiciones sobre el terreno de los beligerantes.

Según las estimaciones de la ONU, al menos 1.000 civiles han muerto desde que comenzó la ofensiva y unas 129.000 personas se han visto desplazadas. Aunque el ritmo de desplazamiento parece haberse ralentizado, se mantiene porque aún sigue habiendo "intensos combates a nivel local y una cantidad sustancial de bombardeos aéreos", señala Scott. Pero también hay personas que están atrapadas y "no tienen acceso a bienes básicos ya que muchos negocios han cerrado por la falta de clientes" y viven con el temor constante de "cuándo puede producirse un ataque", subraya el responsable de la OCHA. En Trípoli, quienes tenían medios para encontrar un lugar alternativo se han marchado ya pero "hay otros menos afortunados que no pueden hacerlo" porque no tienen familiares o amigos o porque "no son libios" y tienen más problemas porque desconocen el idioma y carecen de la información para buscar ayuda.

A la ONU también le preocupa la situación en otras partes del país, como Sirte, donde ha habido enfrentamientos, así como en el sur, donde en agosto hubo bombardeos aéreos en Murzuq que dejaron decenas de muertos y miles de desplazados, "aunque la mayoría ya han regresado", reconoce Scott. A las consecuencias en el plano humanitario provocadas por la ofensiva de Haftar hay que sumar que en Libia ya había a principios de 2019 350.000 necesitadas de asistencia "que siguen estándolo". Sin embargo, de los 201,6 millones de dólares solicitados por la ONU para cubrir las necesidades humanitarias en Libia, solo se ha recibido el 36,8 por ciento.

Seis meses después, la ofensiva de Haftar en Libia no ha terminado y la situación se...
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