sábado. 20.04.2024

Acertaba Toni Nadal en su advertencia sobre el peligro que encierra Grigor Dimitrov. Tampoco arriesgaba, puesto que el tenista búlgaro había hecho sudar al número uno del mundo en los tres enfrentamientos previos y pule astilla por astilla un tenis llamado a encontrar su hueco entre los mejores. No hubo excepción en Melbourne, ni en la brega ni en el resultado final: Rafa Nadal ya está en semifinales del Open de Australia tras doblegar a Dimitrov por 3-6, 7-6(3), 7-6(7) y 6-2 en más de tres horas y media de partido.

Sólo la juventud y no la raqueta separan a Grigor Dimitrov de un puesto en la élite. El tenista búlgaro entró en la Rod Laver Arena como un huracán. Imponente en el saque, agresivo en la red, arrinconando contra el fondo de la pista a todo un Rafa Nadal. Le sobrepasó la presión cuando más importa: cuando el manacorense forzó el primer tie-break, cuando él tuvo tres bolas de break para ponerse con ventaja de dos sets a uno y cuando ya en el cuarto se vio ante el imposible de remontar al número uno del mundo.

Todos esos puntos de fricción cayeron del lado de Rafa Nadal, curtido ya bajo mil presiones. El tenista manacorense cedió su primer set del torneo en apenas media hora y nunca llegó a encontrarse cómodo con su servicio, molesto como está con el vendaje en la mano izquierda -llegó a ceder un break con tres dobles faltas-. Pero no fue esa debilidad, sino la brillantez de Grigor Dimitrov, potente con la derecha, preciso con el revés y ágil en en desplazamiento, lo que empujó a Nadal hasta el límite.

Y allí, literalmente fuera de la pista, salió su mejor versión. Nadal se salió de los límites del cuadrilátero para cazar una dejada de Dimitrov y convertirla en un 'passing' cruzado con el que selló el empate a un set. Tal y como quedó, agachado a los pies de su banquillo, celebró el punto enseñando los dientes, los puños, la rabia contenida. Era el primero de los dos tie-breaks que apuntó a su nombre. El segundo, con tres bolas de set en contra que se perdieron a medio camino entre los nervios de Dimitrov y la porfía de Nadal.

Cada error propio fue desgastando la estima del búlgaro. Cada acierto de Nadal, deshaciendo la entereza de un tenista que se sabe a un paso de dar el primer gran salto de su carrera. Poco a poco los fallos se fueron acumulando en la cuenta de Dimitrov con la misma cadencia que la presión. Así hasta que otro 'passing' del manacorense sellaba la primera rotura y abría el camino hacia las semifinales, a las que regresa por cuarta vez en su carrera.

Rafa Nadal lleva en el talón de su zapatilla izquierda una muesca que recuerda su único título en el Open de Australia. Fue en 2009, aquella final en la que Roger Federer reconoció entre lágrimas su frustración. "Esto me está matando", confesó entonces. Precisamente el suizo tuvo un hueco en las palabras de consuelo para Dimitrov. "Tiene muchas similitudes con Roger", apuntó el balear para consolar a un tenista búlgaro que, como Federer entonces, acabó llorando.

elmundo.es

Nadal a semifinales del Open de Australia
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