viernes. 29.03.2024

Al-Andalus

"No debemos contemplar el pasado como algo superado sin posibilidad de retorno"
Arco califal cordobés

Al-Andalus más bien como idea, no como territorio. Una idea inestable, remota, en continua reinterpretación.

Me pregunto hasta qué punto fue una última fase, y hasta qué punto fue decadente su final. Esa idea de decadencia ya ha sido cuestionada como la etiqueta que ponen los vencedores a los vencidos, pero si el camino que tomaron los vencedores nos ha llevado a esta actualidad, ¿no sería lícito cuestionar esa decadencia?

La idea es simple: si el Renacimiento tuvo sentido en su momento como recuperación desde un punto abandonado alcanzada ya la madurez a la que lleva la exploración de otros caminos, entonces no debemos contemplar el pasado como algo superado sin posibilidad de retorno. Diría yo que con lo que respecta al tiempo pasado, no conviene esperar a que la ciencia haga realidad el cachivache de ensueño que nos permita atravesar la historia. La concepción lineal del tiempo es en cierto sentido una imposición que nos impide el revisionismo.

Entendemos, cuando conviene, la historia como una sucesión de fases que mejoran sucesivamente las anteriores, confiando ciegamente en nuestra capacidad infalible de discernir lo mejor para el futuro en las transiciones. Nos iría mejor, y lo he comprobado personalmente, pues creo que nuestra evolución como especie es un calco a largo plazo de la individual, si revisásemos con mayor frecuencia etapas pasadas con la madurez del presente.

Este mal llamado “progreso” al que nos han llevado nuestras decisiones hasta el momento, o más bien las decisiones de los que se impusieron en el dominio de las fuerzas subyugadoras de lo diferente, pide a gritos un revisionismo. Hay ingredientes que hemos dejado atrás, que hemos escobado bajo la alfombra, imprescindibles para la coherencia del presente, y de ahí la brecha. Se nos instruye en el emprendimiento como bondad fundamentada en el utilitarismo material, mientras el pasado se contempla como una carga y el detenimiento como una falta de vitalidad. Solo hay que mirar hacia delante. No es de sorprender que se queden casi todos atrás creando una sensación de molestia y de freno. Esos ineptos en vías de desarrollo a quienes les falta la habilidad para remontar. Esos críticos con memoria histórica que no ven claro que la mejor solución para correr cuando se te ha atascado el pie en un hoyo es cortar la pierna.

Al-Andalus, allí fue donde quedó algún ingrediente. Y tantos y tantos al-Andalus históricos esparcidos por el mundo que esperan ser rescatados del silencio. En nuestro al-Andalus, paso de “retorno” de la civilización que giró en torno al Mediterráneo y que se exportó a otros continentes como plaga unificadora, se abandonó el nexo que une con la totalidad, quedando atrapados en mentes enjauladas por la razón pura. Si solo se hubiese dejado madurar, tal vez ese Renacimiento habría sumado una cara que habría contribuido a un cuadro más completo de nosotros mismos, a un paso de tierra que hiciese el tránsito más fluido en ese Estrecho.

Revisemos entonces esas vallas que desgarran las carnes del diferente. Revisémoslas en nuestras fronteras mentales, en esas de hierro que nos conservan seguros de nosotros mismos.

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