jueves. 28.03.2024

Presentaciones que asustan y mucho

A veces el personal te pega unos sustos. Y más en verano, que parece que hay como una fábrica de seres humanos que está a plena producción porque no paran de presentarte caras nuevas. Que si este es de Gijón, que si aquel de Zaragoza (no, Inditex, no, la ciudad, Za-ra-go-za) que si de Madrid…

Como digo es una época de sobresaltos, pero de muchos. Yo hace unos días estaba así tan tranquiliño en una terraza tomando un café cuando se me acerca un amigo y me presenta a una familia de esta guisa/guisande: “Mira, se llama Manuel Guisande, es escritor, escribe como los ángeles“.

Yo hasta ahora había oído florituras tales como “te ríes con él”, “es muy bueno escribiendo” o “compra sus libros que lo pasas genial”; y también, aunque no lo suelo oír pero me lo imagino, “ese pavo es un capullo” o “ese tipo es un mamón”. Vamos, lo habitual de esto del quehacer literario, pero lo de los ángeles… fue escuchar lo de los ángeles y lo primero que pensé fue si la había pateado, si estaba en el cielo y hasta me toqué el pelo por si lo tenía rizado como los querubines. Y viendo que no, para asegurarme,moví la espalda por si tenía alas, que tampoco.

Sinceramente el cielo, lo que es el cielo, así a primera impresión, no me pareció porque estaba un policía multando a un tío y lo primero que pensé fue: “no jodas, que también multan aquí, en el cielo…”; pero claro, como nunca había ido al cielo… pues ve tú a saber… igual allí es peor, yo que sé… así que hice otra comprobación.

Miré a un lado y vi un escaparate que tenía un megaletrero que ponía “ofertas”, y entonces me di cuenta que no podía ser el cielo, porque a mí siempre me habían dicho que el cielo es la felicidad suprema y que allí lo tienes todo gratis. Pero claro, me asaltó otra duda: ¿y si lo que me dijeron cuando era pequeño, que en el cielo hay de todo y por la cara no era cierto? ¿y si quienes me educaron en eso del verbo se hizo carne, que nunca lo pillé, estaban equivocados?

La verdad que para ser el cielo, el sitio me sonaba mogollón. Y así estaba, que realmente como que no estaba porque en mi mente se repetía machaconamente «escribe como los ángeles, como los ángeles». Si te soy sincero. yo hablaba y respondía por hacer algo, pero nadie me quitaba ese pensamiento: «¿estaré en el cielo? ¿y mis alas, o aquí ya empezamos también con diferencia de con alas y sin alas?» ¿y si intento volar?. Un agobio…

Entonces de repente, una vez que se fue la familia que me presentaron… ya sabes como son las amistades en España, oigo un grito, pero un grito que lo debieron oír los pavos esos del Benelux: «¡hombre Guisandeeee!» y a la vez un golpe en la espalda, pero un golpazo y un dolor, que entonces, en efecto, me di cuenta que estaba en la Tierra.

Y te lo juro que en ese instante no me importaría nada estar en el cielo y menos ser ángel; unas ganas de tener alas y ponerlas de punta como arpones y que allí el tío se clavara las manos y se que quedara pegado y se desangrara… unas ganas, las mismas de que me pasara el dolor costillar, las mismitas.

Presentaciones que asustan y mucho
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