viernes. 29.03.2024

Bambuco y otros ritmos colombianos, remedios para las penas

"En un momento tan difícil como el que vivimos en el mundo, propongo como terapia para el alma, escuchar alguna de estas bellas canciones y si es posible divulgarlas con sus amigos y conocidos"

Hoy no voy a hablar del Covid-19, hemos tenido demasiado con este mal, por el contrario, quiero escribir sobre una medicina, si no para el cuerpo, para el alma, me refiero al bambuco, uno de los ritmos musicales más bellos del continente americano, que podía ser tan conocido como el bolero, el tango, géneros que han nacido en América Latina, pero el bambuco se ha desarrollado de las fronteras colombianas hacia adentro, quizás ha sido reservado para ser descubierto por algunos privilegiados.

En ocasiones, los colombianos no sabemos lo que tenemos o no lo valoramos lo suficiente y tienen que llegar amigos extranjeros que al encontrarse con maravillas sonoras como el bambuco, nos recuerdan lo que atesoramos. Hace pocos días, en medio del aislamiento obligatorio, dentro de los cientos mensajes de WhatsApp que solemos recibir, llegó uno, la bella interpretación musical de una joven irlandesa afincada en Colombia, era un bambuco legendario, de esos que escuchaban los abuelos en la radio. Sea el momento de descubrir este género musical a quienes no lo conocen.

El bambuco es más que un género musical, todo un movimiento cultural que se inició en el siglo XIX, cuyo origen es algo incierto, pero es claro que resulta del mestizaje, influenciado por ritmos e instrumentos tanto españoles, indígenas y africanos. Sin posar de historiador, lo interesante es que el bambuco surgió al tiempo con el proceso de independencia política de Colombia y si bien el origen lo ubica al sur del país, fue consagrado en Bogotá, como elemento cultural de la identidad del nuevo país. 

Jorge Villamil, en la portada de uno de sus discos.

El bambuco ha sido el soporte emocional colombiano. Con doscientos años a sus espaldas, este género ofrece un cancionero casi infinito, las melodías más entrañables de nuestra identidad y el amor como el eje principal, pues el bambuco es ante todo, un rimo romántico, le canta al amor en todas sus formas, sabores y sinsabores. Los instrumentos básicos del bambuco son de cuerda, la guitarra, la bandola y el tiple que es el instrumento nacional de Colombia, una especie de guitarra con doce cuerdas, tan difícil de tocar, como de afinar, según me comentaba un amigo tiplista, que decía que se pasaba media vida tocando y media vida afinando. Pero también pueden intervenir instrumentos como la flauta o los de percusión.

El bambuco también se identifica por un baile muy bello, el sanjuanero, un deleite para todos los sentidos, que se despliega imponente en el Festival Folclórico y Reinado Nacional del Bambuco que cada año se celebra en Neiva, capital del Departamento del Huila, cuya imagen acompaña esta columna. Lo interesante es que el reinado de belleza, es más de talento, lo gana la candidata que a juicio del jurado baile mejor esta bella danza de cortejo clásico.

Los grandes clásicos del bambuco surgieron en el siglo XX, de la mano de compositores como Jorge Villamil, José Alejandro Morales, Luis Carlos González para mencionar solo tres, con canciones que son himnos, por su trascendencia. Como no quiero agotar el tema en una sola columna, hoy quiero dejarlos con algunas de las muchas piezas clásicas de Jorge Villamil (1929 – 2010), un médico que le dio el mejor tratamiento sanitario a Colombia, con su música y sus letras. El maestro Villamil fue muy versátil, no solo como compositor de bambucos, sino de otros ritmos colombianos como el pasillo (que naciendo en Colombia se ha convertido en el ritmo nacional de Ecuador), el torbellino, la guabina. También cuenta con valses preciosos (el vals originalmente de Europa, ha tenido variaciones en todo el mundo).

En un momento tan difícil como el que vivimos en el mundo, propongo como terapia para el alma, escuchar alguna de estas bellas canciones y si es posible divulgarlas con sus amigos y conocidos, para que no solo sea patrimonio de los colombianos, sino del mundo. En la próxima columna, espero dejar varios de los bambucos más célebres del cancionero colombiano, así como de los otros ritmos mencionados.

'Espumas' (pasillo), aquí les dejo la versión original interpretada por el dueto colombiano Silva y Villalba, pero les recomiendo la del mexicano Javier Solís y la del venezolano Felipe Pirela, dos bellas voces para una canción cuya letra es un poema.

'Me llevarás en ti' (pasillo) con los grandes Garzón y Collazos. Los más modernos, pueden buscar la versión ranchera de Alejandro Fernández.

'Llamarada', (vals), es una de las canciones más bonitas de Villamil, aquí en la versión de Isadora, cantante caleña de voz aterciopelada, aunque es posible que hayan escuchado la interpretación de Luis Miguel

 

'Oropel' (vals), no es una canción, es una inolvidable declaración de principios. Hay muchas versiones, pero escogí la de Soraya, una cantante colombo-estadounidense quien desapareció prematuramente, víctima del cáncer. Oropel es latón que imita al oro, algo que aparenta un valor que no tiene.

En la próxima columna, seguiremos con el bambuco y otros ritmos, remedios para los males y las penas.

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Dixon Moya es diplomático colombiano de carrera, escritor por vocación, lleva un blog en el periódico colombiano El Espectador con sus apellidos literarios, en el cual escribe de todo un poco: http://blogs.elespectador.com/lineas-de-arena/  En Twitter a ratos trina como @dixonmedellin

POSDATA: Gracias al lector Elías Novoa Parra, quien gentilmente me aclaró que las canciones seleccionadas no eran bambucos, sino los otros géneros musicales colombianos que hemos corregido. La verdad es que el universo musical colombiano es infinito y quienes no somos musicólogos, sino meros aficionados a los ritmos andinos de nuestra querida patria, solemos confundirlos, al menos en mi caso.

Bambuco y otros ritmos colombianos, remedios para las penas
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