martes. 23.04.2024

Un diplomático escritor

"Federico Palomera Güez quien actualmente es el Cónsul General de España en Chicago, acaba de cumplir cuarenta años de servicio público y ha publicado su primera novela «El negro zumbón»"

“No hay nada más peligroso que un diplomático con un público cautivo”, suele decir Federico Palomera Güez, al referirse a cierta tendencia flagelante de los diplomáticos a la hora de dar un discurso. Ahora bien, me pregunto si la peligrosidad se incrementa cuando el diplomático escribe, que eso es otra cosa, pues el lector, lamentablemente es una persona libre y no el espectador que por respeto o cortesía extrema, no puede levantarse de su silla y darse la vuelta ante los excesos o faltas de un discurso fallido.

He tenido el privilegio de coincidir en la vida con Federico, compartiendo esa doble condición de colega, como diplomático y escritor e intento seguir sus pasos, aunque su camino me lleva notoria ventaja. Federico Palomera Güez quien actualmente es el Cónsul General de España en Chicago, acaba de cumplir cuarenta años de servicio público y ha publicado su primera novela 'El negro zumbón', sobre la cual me referiré a continuación.

Federico Palomera -izquierda- y Dixon Moya, autor de este texto -derecha-, dos diplomáticos escritores. (Cedida)Es necesario iniciar por el título. 'El negro zumbón', recuerda invariablemente una canción que fue muy popular en Hispanoamérica en los años cincuenta del siglo pasado, pero que a diferencia de lo que piensa la mayoría, no era originalmente una melodía iberoamericana sino italiana, pues era banda sonora de 'Anna' una película italiana de 1951, interpretada por la bellísima actriz Silvana Mangano (aunque la verdad ella doblaba, pues era otra quien cantaba). 'El negro zumbón' tuvo diversas versiones posteriores en nuestro idioma.

Ahora bien, en el caso de la novela de Federico Palomera, el título alude a la figura del 'negro' literario, que en inglés se conoce como el 'ghostwriter', un escritor que es contratado para realizar una obra, pero su nombre nunca figurará en los créditos, que se los lleva otra persona, lo cual es frecuente en el caso de las “autobiografías” de celebridades, que no escriben una coma, pero terminan firmando sus memorias. Estando en un país como Estados Unidos, supongo que Federico tendrá que explicar el sentido del título, para evitar malos entendidos, por las connotaciones de la palabra negro. Incluso en nuestro idioma, algunos son contrarios a usar el término.

La novela es un delicioso relato que navega por varios afluentes para llegar al mismo río.

Por un lado, la historia de una ficticia editorial española, aunque uno como lector empieza a pensar en posibles identificaciones con reales compañías, la cual después de haber llegado a la cúspide de su industria, experimenta la crisis de las letras impresas y debe buscar estrategias para sobrevivir en el mundo actual, más virtual que real.

No solo se trata de la evolución empresarial, sino de los tejidos familiares al interior de la editorial, que desembocan en Jaime, un traductor con sueños de escritor, a quien el editor jefe le propone escribir a la sombra, la biografía de Mitzuko, una bailarina coreana, aunque nacida en Japón, de raíces polacas y radicada en Estados Unidos y quien estará una temporada en España, para que ella pueda nutrir con sus recuerdos las pluma del biógrafo anónimo.

La narración se centra en las aventuras y desventuras de Mitzuko, al tiempo que nos hace recordar o conocer, en cualquier caso, hechos históricos de la convulsa primera mitad del siglo XX.

La bailarina le entrega un manuscrito a su escritor fantasma, que lo va envolviendo, como al mismo lector de esta novela. Sin cometer una revelación sensible de la trama, el biógrafo que en principio tomó el trabajo como una aburrida obligación, se anticipa al lector de 'El negro zumbón' al apasionarse por la vida de la esquiva danzarina.

Hay un capítulo que especialmente disfruté y fue la descripción de una elegante recepción en una embajada extranjera, a la que acude el escritor, en la cual sale a relucir toda la gracia de la cual goza Federico Palomera, no solo en lo escrito, pues puedo decir que es el diplomático más divertido que he conocido, sin que su buen sentido del humor, afecte su serio devenir como representante de España. Como autor, Palomera es de una fineza de filigrana, los pequeños detalles se convierten en tema de disquisición, en la cual su erudición en todos los temas humanos es palpable. Si no fuera algo disonante, podría afirmar que Federico como escritor es un gran “descriptor”.

Aunque pueda interpretarse que el personaje de Mitzuko, es una débil veleta, que se mueve a la orden del viento más fuerte, en mi opinión, por el contrario, es el retrato de una mujer independiente, de un ser que ama su libertad por sobre todas las cosas, a riesgo de perder los afectos y su propia estabilidad artística, social y económica. Una mujer que se me parece mucho a Asa, la esposa del autor de la novela  y a quien va dedicada la obra, por esa extraordinaria capacidad de defender su propio espacio. Pero cada lector tendrá su propia visión sobre los personajes de 'El negro zumbón'.

La diplomacia y la literatura son caminos que coinciden en algunos privilegiados que pueden desarrollar esas dos disciplinas, dos vocaciones que se nutren mutuamente.

Es frecuente el caso de escritores consagrados que han sido designados diplomáticos, pero el caso inverso no lo es tanto, es decir, diplomáticos profesionales que incursionen con éxito en el campo de las letras. Debo decir que Federico Palomera es un buen ejemplo y sus amigos, estamos seguros que recibiremos grandes noticias de su trasegar literario.

Casi con sabor de postdata, finalmente debo agregar que la coincidencia con Federico, no se agota en habernos encontrado en la misma ciudad, representando a nuestros países. Sin saberlo previamente, hemos aparecido publicados en el libro 'Cuentos Meta', de Magma Editorial, que aparece por estos días. Un honor estar al lado de un gran diplomático escritor.

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Dixon Moya es diplomático colombiano de carrera, escritor por vocación, lleva un blog en el periódico colombiano El Espectador con sus apellidos literarios, en el cual escribe de todo un poco: http://blogs.elespectador.com/lineas-de-arena/  En Twitter a ratos trina como @dixonmedellin 

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