jueves. 28.03.2024

Fernando Gaitán, el García Márquez de los libretistas

"Algunos lo consideramos uno de los mejores escritores colombianos, pues a eso dedicó su vida. Mucho y muchos le debemos"

La educación sentimental que forjamos gracias a la televisión, permite que uno sienta auténtico dolor al conocer sobre la muerte de una persona a quien nunca se conoció, ni se encontró de improviso siquiera. Esa sensación de pérdida la experimenté cuando el pasado 29 de enero mi esposa Patricia me comentó que Fernando Gaitán había fallecido en Bogotá de un infarto. A pesar de no saber mucho sobre la vida de Gaitán, tan solo su nombre bastó para que me visitaran un montón de buenos recuerdos, los mismos que describí en dos pasadas columnas publicadas en este espacio.

Es injusto que a personas que escriben, no se les llame escritores. Empecemos por ahí. Fernando Gaitán Salom fue un bogotano que dedicó su vida a escribir, pero se le rotuló como libretista o guionista, pues sus escritos eran destinados a la televisión. Gaitán fue uno de los motores de la era dorada de la televisión colombiana que revolucionó el mundo de las telenovelas latinoamericanas gracias a historias frescas, como “Café con aroma de mujer” (1994), “Yo soy Betty, la fea” (1999), “Hasta que la plata nos separe” (2006), para dar tres ejemplos.

Fernando Gaitán Salom nació en Bogotá en 1960, en el seno de una familia relacionada con las letras, no en vano su tío Álvaro Salom Becerra fue destacado escritor y su padre se desempeñó como agente comercial de una empresa de máquinas de escribir. Se inició como periodista escrito, concretamente como reportero judicial. Intentó en vano ser guionista en Hollywood, aunque años después llegaría indirectamente por cuenta de la versión estadounidense de su gran obra, con el personaje de Betty, quizás la colombiana ficticia más famosa en el mundo entero.

Todos conocen la extraordinaria historia de “Yo soy Betty, la fea” (1999), convertida en un fenómeno mundial, considerada por el Guinnes Records como la telenovela más exitosa de la historia, al ser transmitida en más de 100 países, con múltiples versiones, la cual sigue muy vigente, con una exitosa puesta en teatro.

"Gracias a Fernando Gaitán, hubo un tiempo en que fui telenovelero, afición que inicié cuando la televisión colombiana ofreció historias no solo más creíbles, sino protagonizada por personajes imperfectos, humanos, pero con una capacidad increíble de trabajo, tenacidad, sacrificio y gran creatividad, en una palabra, colombianos"

Gracias a Fernando Gaitán, hubo un tiempo en que fui telenovelero, afición que inicié cuando la televisión colombiana ofreció historias no solo más creíbles, sino protagonizada por personajes imperfectos, humanos, pero con una capacidad increíble de trabajo, tenacidad, sacrificio y gran creatividad, en una palabra, colombianos. Los personajes de Gaitán eran dignos de imitar, cuando la televisión nacional en mala hora decidió glorificar a narcotraficantes, prostitutas y otros personajes de dudosa ortografía, ahí terminó mi afición telenovelera.

Gaitán mientras contaba un cuento de amor, era un serio investigador que se preocupaba por los temas de inequidad social, mientras mostraba diferentes territorios de la geografía nacional como la península de la Guajira, el eje cafetero, el Valle del Cauca y la complejidad urbana de Bogotá.

Fernando Gaitán es el García Márquez de los libretistas, gracias a historias universales de color local y personajes inolvidables. Logró traducir al lenguaje televisivo unos relatos que a pesar de estar ubicados en la geografía colombiana, cualquier persona del vecindario mundial puede identificarse, no solo con las dificultades, sino con los deseos de superarlas. Especialmente los personajes femeninos, mujeres empoderadas que solo dependen de sí mismas para lograr sus objetivos.

Sea el momento para agradecer a Fernando Gaitán, a su memoria, por todo lo recibido. Es una paradoja triste que hace unas semanas Gaitán firmó un acuerdo con la productora Sony Pictures, para el desarrollo de contenidos televisivos. Bueno, al menos, tuvo tiempo para llegar a Hollywood. Descanse en paz ese melómano, disc-jockey, fundador de bares y restaurantes, generoso anfitrión y quien deseaba retirarse un día a escribir libros y dejar los libretos. Aunque algunos lo consideramos uno de los mejores escritores colombianos, pues a eso dedicó su vida. Mucho y muchos le debemos.

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Dixon Moya es diplomático colombiano de carrera, escritor por vocación, lleva un blog en el periódico colombiano El Espectador con sus apellidos literarios, en el cual escribe de todo un poco: http://blogs.elespectador.com/lineas-de-arena/  En Twitter a ratos trina como @dixonmedellin

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