jueves. 25.04.2024

Historias de pioneros

La actitud del pionero ante todo representa la derrota de la incertidumbre, es una toma de decisión en medio de dudas, temores e inquietudes pero independiente de lo que señale la veleta caprichosa de la fortuna, es de por sí un triunfo frente a la comodidad de lo establecido.

No hablo en términos abstractos sino por la experiencia. Me honra escribir para el primer periódico en español en los Emiratos Árabes Unidos, feliz iniciativa de una familia periodística de Huelva, ciudad que ha sido cruce de incontables caminos e historias. Esa tierra andaluza está acostumbrada a ver partir a pioneros, hace unos siglos a un tal Cristóbal Colón (apellido convertido en nombre del bello país del cual procedo), y más recientemente a periodistas que tienen el deseo de traer el castellano a una comunidad necesitada de leerse en su idioma.

Digo que hablo desde la experiencia, porque me honra ser uno de los pioneros que ha ayudado en el establecimiento de la primera Embajada de Colombia no sólo en EAU, sino en toda la región del Golfo Arábigo. Una misión diplomática y consular que resultaba necesaria, no sólo para estrechar lazos con esta parte del mundo, sino para atender a otros buenos pioneros, cientos de colombianos que diariamente se destacan por su talento y trabajo, personas que han sembrado y cosechado en el desierto.

Hay una anécdota personal, que me permito compartir. La primera vez que oficialmente se izó la bandera de la República de Colombia, fue una tarde de marzo del 2012 en una villa de Al Bateen en Abu Dhabi, de mano del Señor Embajador Roberto Vélez Vallejo, verdadero pionero ya que fue el primero de la Misión Diplomática en arribar a este país, fue una emocionante y discreta ceremonia, acompañada de las gargantas trémulas que cantaron el Himno Nacional. Sin embargo, hubo un simulacro previo que paso a contar.

Como toda fundación, crear una embajada implica una parte dedicada a la instalación física, montar el entorno material y técnico para que cuando los funcionarios lleguen a desarrollar su trabajo, lo encuentren todo o al menos casi todo listo. Durante una de aquellas primeras jornadas de trasegar con compras, cuentas e informes administrativos, cables que parecían serpientes infinitas habitando el cascarón de la casa de la embajada, llegaron las personas que instalaron el asta de la bandera. Me impresionó que eran dos jóvenes operarios de la India, que prácticamente solos pudieron erigir la columna donde flotaría el amarillo, azul y rojo que los colombianos llevamos a toda parte.

En medio de mi habitual torpeza física, intenté colaborarles para dejar derecho el mástil de este barco que transita sin moverse de su sitio. Fue cuando uno de ellos me pidió que pusiera la bandera para ver si funcionaba bien el mecanismo. Mientras izábamos aquella tela tricolor que a medida que subía por el espacio vertical empezaba a sentir el azote de la brisa decembrina en Abu Dhabi, por los rostros de mi esposa Patricia, compañera incondicional en la aventura de la vida, y del suscrito cronista también bajaba una emoción en forma de lágrima feliz, como las que acompañan a las tareas de los pioneros cuando las realizan.

Porque lo más importante en la experiencia del pionero, es el sabor de la primera vez, que generalmente mezcla dolor y felicidad en el mismo momento. Como cuando se nace. Ahora que nace EL CORREO DEL GOLFO en papel, todos los éxitos y que la palabra en español tenga un feliz destino en la amable tierra emiratí, suelo fecundo para los sueños, como lo demostraron los hombres que hace 42 años fundaron a los Emiratos Árabes Unidos, liderados por ese gigante pionero llamado Sheikh Zayed.

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