sábado. 20.04.2024

El monumental Rodrigo Arenas Betancourt

El eminente escultor colombiano tuvo un sobresaliente reconocimiento por sus obras en gran formato, que terminaron convirtiéndose en monumentos nacionales y puntos de referencia

Cuando uno habla de esculturas monumentales de artistas colombianos, las personas piensan automáticamente en Fernando Botero. Pero si hubo un escultor colombiano reconocido por sus obras en gran formato, que terminaron convirtiéndose en monumentos nacionales o puntos de referencia para tomar fotografías en el país, ese fue el inmenso Rodrigo Arenas Betancourt (1919-1995). Un historiador que escribió con bronce, cemento o concreto las crónicas gloriosas de Colombia.

Arenas Betancourt estudió en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Bogotá. Dentro de su periplo vital fue profesor en varias universidades colombianas y extranjeras e incluso fue nombrado como Ministro Consejero en la Embajada de Colombia en Italia. Podría decirse que fue el artista que mejor ha plasmado eventos heroicos y trascendentales de Colombia, así como los aspectos referentes de la identidad colombiana.

En su pueblo natal, Rodrigo Arenas Betancourt de niño se dedicó a la agricultura como sus ancestros, pero pronto descubrió la pasión por el arte, como dibujante y tallador de figuras de Cristo, hasta llegar a ser ayudante de Pedro Nel Gómez, quizás el muralista colombiano más importante. Arenas Betancourt fue un hombre de diversos talentos, también se interesó por la escritura, siendo autor de textos diversos, fotógrafo de arquitectura, dibujante, acuarelista, pero sin duda, fue la escultura en donde mejor supo expresarse.

Difícil determinar cuál es la mejor obra o la más representativa de Arenas Betancourt, así que aquí vamos a escoger unas cuantas en orden cronológico tomando su año de creación y que sean los lectores los que se queden con su favorita.

El Bolívar Desnudo (1956 – 1962). Bronce de 10 metros, ubicada en la Plaza de Bolívar de Pereira (Risaralda, ColombPrometeo (1968 – 1970). Bronce y concreto de 18 metros. Universidad de Antioquia en Medellín.

Monumento a los Lanceros (1968 – 1971), 33 metros de altura. Conmemorativo de la batalla del Pantano de Vargas. Localizada en Paipa (Boyacá, Colombia).

La Vida (1971 – 1974), 14 metros y ubicada en la Plazoleta del Edificio Suramericana de Seguros, Medellín.

Monumento a la Raza (1988), 38 metros. En Centro Administrativo La Alpujarra, Medellín.

Las obras de Arenas Betancourt no sólo son exclusividad de Colombia, algunas también se encuentran en México, país en donde estudió en la Academia de San Carlos, por ejemplo, La Guacamaya Herida (1959) en Cuernavaca o las Cabezas Monumentales de los héroes de la Revolución Mexicana, en diferentes lugares.

Es difícil sintetizar en una texto, la magnitud de la importancia de un artista como Rodrigo Arenas Betancourt, un hombre cuyos amigos recuerdan como gran conversador, amable, sencillo, que no se jactaba de sus grandes obras y a quien Colombia le debe un homenaje acorde a su legado histórico y artístico, mediante un museo que albergue las obras en formato más pequeño que dejó. Una herencia que sale de los materiales duros para llegar a los espacios siderales.

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Dixon Moya es diplomático colombiano de carrera, escritor por vocación, lleva un blog en el periódico colombiano El Espectador con sus apellidos literarios, en el cual escribe de todo un poco: http://blogs.elespectador.com/lineas-de-arena/  En Twitter a ratos trina como @dixonmedellin 

El monumental Rodrigo Arenas Betancourt
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