jueves. 28.03.2024

El plato de Harvard

"Tuve algún entrenador que me sugirió que comiera 1000 calorías al día y siempre arroz con pollo"

No soy ninguna experta en nutrición ni en alimentación. Voy a hablar, como suelo hacer siempre, desde mi autoaprendizaje y experiencia con el deseo de que lo que aquí expongo le pueda servir o ayudar a alguien. 

Comenzaré diciendo que me encuentro en muchos momentos de mi vida estresada por la comida, por lo que como y dejo de comer, por los artículos que leo, los vídeos que veo, la información que obtengo. Estoy empezando a decir basta. Encuentro mucha contradicción en internet; una dice que hay que ser vegana y el otro que hay que comer las vísceras de los animales. Y, al final, como siempre, lo mejor es escuchar a tu propio cuerpo y ser equilibrado, en el término medio, se encuentra la virtud, ya lo decía Aristóteles.

Durante la mayoría de mi vida no me he alimentado "bien", es decir, he comido muchos productos con azúcares y superfluos y, además, con una rutina donde escaseaba bastante la actividad física. Tuve sobrepeso algunos años debido a este estilo de vida; siempre se ha dicho que en España se come muy bien, pero, desde mi experiencia y en mi generación, eran pocos los niños que comían frutas y verduras. En nuestros platos, si había alguna verdura, estaba en forma de sofrito, triturada o batida. Así que realmente no disfrutábamos de todos sus beneficios y no nos acostumbramos a ellas. Los platos del almuerzo eran muy copiosos y contenían diferentes carbohidratos y proteínas, incluso varios tipos de carne. Hasta hace poco en mi horizonte de posibilidades no existía un plato llamado “lentejas” que no tuviera chorizo, carne magra de ternera, pollo, morcilla e incluso jamón. Después de un plato así, lo más probable es que aparezca sueño, cansancio y una gran pesadez.

Conforme fui dejando la adolescencia atrás, empecé a moverme más y a perder peso, aunque mis hábitos alimentarios continuaron siendo los mismos, algo que me pasó factura en el momento en el que volví a llevar un estilo de vida sedentario. En Emiratos Árabes Unidos me desplazaba la mayoría de las veces en el coche, trabajaba en el ordenador y hacía varias comidas a la semana fuera de casa. A diferentes personas que he conocido por aquellas tierras les ha pasado; comienzan a poner peso con los años. Es un país con una gran oferta gastronómica y el estilo de vida no incita a la actividad física.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) dice que “los elevados ingresos y el gusto por la comida rápida y las bebidas azucaradas han empujado a los ciudadanos de los Emiratos Árabes Unidos a formar parte del club de la obesidad”. Asimismo señala que en el año 2000 "el 50 por ciento de los hombres y mujeres de los Emiratos Árabes Unidos presentaban sobrepeso o eran obesos". 

Aquí os dejo también un informe con datos relacionados con la enfermedad de la diabetes en EAU.

Cambios en mi rutina

Fue cuando comencé a ir al gimnasio que me interesé por lo que comía y, desde entonces, he escuchado de todo. Tuve algún entrenador que me sugirió que comiera 1000 calorías al día y siempre arroz con pollo; he seguido dietas bajas en carbohidratos; he leído sobre dietas veganas, vegetarianas, cetogénicas. Había veces que simplemente comía lo que me apetecía y otras no probaba el azúcar, pero nunca he dejado de tomar proteína animal, aunque sí he reducido su consumo.

Mi cuerpo ha cambiado mucho desde entonces y la clave no sólo está en ser constante con la actividad física sino también en ser disciplinado con la alimentación -seguir una dieta con sentido común y equilibrada-.

El plato de Harvard, que está sustituyendo a la famosa pirámide nutricional con la que crecimos, sugiere que la mitad de nuestro plato de comida debe estar compuesto por frutas y verduras -más verdura que fruta-; un cuarto del plato, con granos enteros y el resto, debe ser proteína -ya sean pescados, legumbres o aves-. Aconseja reducir el consumo de carne roja y los lácteos y evitar el bacon, los fiambres y las carnes procesadas. Y esto, en realidad, es lo que resume una buena dieta, saludable y rica en nutrientes. Puedes ver, dentro de estas opciones, cuáles son aquellas que más te gustan o que mejor te sientan, puedes valorar, por ejemplo, tu tolerancia a las legumbres, a los granos, al gluten o la lactosa.

Pincha aquí para ver lo que dice la OMS con respecto al consumo de carne. 

Desde mi experiencia, esta dieta junto con ejercicio de intensidad media-alta al menos tres veces a la semana produce cambios considerables. No hace falta hacer cinco comidas al día, puedes hacer tres o incluso dos -como mi madre-, pero si sientes ansiedad toma algo como unos anacardos o una manzana entre comidas.

Un último apunte que me gustaría mencionar es que, en mi caso, los productos light y desnatados me producían efecto rebote; al final, acababa teniendo más hambre porque no terminaban de saciarme. El yogur natural entero, por su contenido en grasa, sacia más que uno 0,0. Si te interesa, también puedes reducir el consumo de alimentos con gluten; yo tomo en dos o tres comidas a la semana y me siento mucho menos inflada.

Espero que este artículo te haya ayudado a esclarecer un poco tus ideas si lo necesitabas. Recuerda que si sientes que tienes algún problema relacionado con la alimentación debes acudir a tu médico para que te revise. Las recomendaciones que hago aquí están basadas en una dieta aconsejada por expertos en salud de todo el mundo.

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Atención: Ten en cuenta que este texto está escrito de acuerdo con las experiencias de vida de la fundadora de DETRIBU y con lo que ella ha conocido, puede haber diferentes visiones sobre un mismo tema dependiendo de las vivencias de las personas. Todas se respetan y se escuchan.

El plato de Harvard
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