viernes. 19.04.2024

Diplomacia deportiva

El deporte, y en especial el fútbol, son universales. Extienden sus reglas de juego por todo el planeta, y sus jugadores y entrenadores son ejemplo para millones de personas en el mundo, ya sea por sus técnicas de juego, sus cualidades físicas o de mando o por sus excentricidades públicas.

Esa cualidad de este deporte que le hace único como medio de captación de masas, lleva a multitud de empresas de diferentes sectores económicos a querer figurar en las camisetas de los jugadores que se ven en millones de pantallas y redes sociales. Ya sea mediante un nombre, un signo o el logo de su multinacional. En el caso de las empresas del mundo árabe, muchas de ellas emergiendo con gran impulso y otras ya con una fuerte consolidación en el mundo empresarial global, lucir el símbolo de sus compañías en las equipaciones de clubs como el Real Madrid, Barcelona o en el caso del Atlético de Madrid con varias iniciativas novedosas en la zona del Golfo Arábigo.

De manera que el deporte, y más en concreto el fútbol, se convierte en un instrumento de internacionalización. Compañías y empresas de un lugar determinado del mundo extienden su nombre por todo el planeta valiéndose para ello de una actividad tan aceptada por la sociedad como es el deporte. Razón por la cual es imprescindible que todas las multinacionales con una visión global potencien el trabajo enfocado al desarrollo detallado de estrategias de diplomacia deportiva. Les permitirán extender su área de influencia por los rincones de los cinco continentes. Así, el fútbol es también un instrumento económico, no sólo en sí mismo por los movimientos de capitales que genera, sino por su papel como plataforma visual de otras empresas.

Es claro entonces que esa capacidad de movilizar a las masas durante 90 minutos ante un partido determinado, un derbi o un “clásico”, tiene consecuencias más allá de lo meramente deportivo. La exposición de esas multinacionales en las camisetas de los jugadores exige que este deporte sea algo limpio, saludable y ejemplar en valores. De manera que las acciones plasmadas en el terreno de juego se puedan extrapolar a otros niveles como las relaciones personales, mercantiles o laborales. Es en este aspecto donde se habla de la transversalidad del deporte. De su incidencia en diferentes disciplinas y cuestiones sociales importantes como la economía, la cultura o la propia salud.

Una capacidad difusiva y dinamizadora de la sociedad de estos grandes clubs futbolísticos que los convierte en piezas claves de la diplomacia internacional entrando en el juego del intercambio de intereses. Actualmente, los equipos españoles de mayor renombre internacional, los dos de la capital y la estrella de la ciudad condal, son portadores de la marca España en el mundo árabe. Un hecho que les proporciona una gran visibilidad entre la gente de la zona -Oriente Próximo y Golfo Arábigo- y que actúa como plataforma para su crecimiento internacional y una gran muestra de ello es la apertura de la primera oficina de Liga Española de Futbol fuera de España en Dubai.

Consecuencia de ello es la búsqueda de nuevas vías de consolidación de su imagen en esta zona del mapa. Las escuelas y academias deportivas, en las que se promocionan valores como el esfuerzo, el juego limpio o el trabajo en equipo, son la muestra del calado de estos conjuntos futbolísticos dentro de la sociedad. De manera que el deporte salta del césped a otras esferas dominadas por el juego diplomático y en las que la regla primordial es la misma que para los jugadores en el terreno de juego: llegar a lo más alto pero respetando al rival.

Diplomacia deportiva
Comentarios