Cuando hablamos en el extranjero que vivimos, o hemos vivido en Emiratos, creo todos tenemos la sensación que nuestro intercoluctor considera “estamos forrados”. Noticias como las recientemente publicados por EL CORREO DEL GOLFO convergen en esa línea: “Emirates Airlines paga a Jennifer Aniston cinco millones de dólares por su nuevo anuncio” o “Un indio compra la matrícula con el número cinco de Dubai por 33 millones de dirhams”. Emiratos Árabes, el área del Golfo en general, es un territorio asociado al dinero. Con claridad, a estar forrado.
No podemos ignorar esa afirmación. Y es cierto que gran número de extranjeros, principalmente los denominados expatriados de países occidentales –europeos y americanos-, tienen un nivel de vida superior al que dispondrían en sus países. Tampoco es falso que en el país existe una dicotomía bien marcada entre los salarios de unos y los salarios de otros. Grandes diferencias pero que no deben ocultar la realidad de las cosas.
Fue hace mucho tiempo, en uno de mis primeros viajes a Emiratos, cuando pregunté a uno de los chofers de la compañía cuál era su sensación en Emiratos. De aquellas, hablo creo recordar sobre el 2008 o 2009 cuando aún no se había inaugurado el Burj Khalifa, me contestó que estaba muy feliz. Justo esos días yo había visto un reportaje televisivo sobre trabajadores del sur de Asia en Emiratos. En confianza le pregunté sobre el tema. Su respuesta franca me sorprendió. Con una sonrisa, siempre tienen una sonrisa, me comentó que en Emiratos podía pasear por la calle sin que le mataran – era musulmán de la India -, que tenía trabajo, ganaba mucho más que su país – realmente cobraba un sueldo-, sus hijos podían ir a la escuela, y él era muy feliz.
Ese día se me quitaron muchas manías. Admito que hay condiciones laborales complicadas de entender, pero tanto como condiciones de vida dificílmente imaginables para un europeo. Discernir qué es mejor o peor es complicado si uno no vive ciertas situaciones. Es muy fácil para cualquier conocido pensar que estamos forrados, pero quizás es más sencillo averiguar cada circunstancia para constatar cada realidad. El chofer indio tenía unas infinitas mejores condiciones que en su país. Podía disfrutar de algo para nosotros, a veces, cotidiano: la tranquilidad de pasear por una calle sin ningún tipo de riesgo por el color de piel o una religión.
Esos valores, como el propio dinero, son al final muy subjetivos. Quizás para nosotros, al menos para mi, los cinco millones de Jennifer Aniston, suenan a una gran cantidad de dinero. Quizás en otros ambientes es simplemente lo que se paga por un trabajo. No podemos olvidar que nuestra realidad no debe alejarnos de la realidad del máximo de gente. A veces, escuchar, oír, compartir es la mejor forma de vivir. No todo es blanco, no todo es negro. Alguno quizás está forrado, pero quizás no tanto como mi chofer indio. Simplemente él esta forrado de felicidad.
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La foto que ilustra este texto corresponde al 'skyline' de Dubai en el crepúsculo del 10 de octubre de 2016. (Rafael Pérez / EL CORREO DEL GOLFO)