viernes. 29.03.2024

30 años después de Chernobyl

"Los niveles de radiación superaron en alrededor de cinco mil veces el daño causado por la explosión de la bomba arrojada sobre Hiroshima durante la Segunda Guerra Mundial"

En una semana como esta, pero 30 años atrás, el mundo fue testigo de la peor catástrofe ambiental hasta ese momento. El 26 de abril, durante un ejercicio de simulación, el reactor número 4 de la central nuclear Lenin inició un proceso de sobrecalentamiento que terminó con la explosión del hidrógeno almacenado en el núcleo de dicho reactor.

La cifra inicial de víctimas mortales fue de 35 personas, aunque durante los años sucesivos llegó a superar el centenar, debido al efecto de las altas concentraciones de radioactividad en la zona del desastre, y que se propagó por casi todo el continente europeo.

Según estimaciones de la época, los niveles de radiación superaron en alrededor de cinco mil veces el daño causado por la explosión de la bomba arrojada sobre Hiroshima durante la Segunda Guerra Mundial. Tal fue la magnitud del desastre que una de las medidas de mitigación del daño fue la evacuación de las zonas aledañas, y obligó a establecer un radio de exclusión 30 km, alrededor de la planta. Esto se mantiene hasta el día de hoy, por la presencia de niveles de radiación que representan un riesgo para la salud humana.

Más allá de las nefastas consecuencias, directas e indirectas, del accidente que afectó a buena parte de los países del norte y el este de Europa, Chernobyl  mostró que el totalitarismo y la corrupción también matan y producen daños irreparables. Si bien el hecho sucedió el 26 de abril, no fue sino hasta el 14 de mayo que el entonces premier soviético, Mijail Gorbachov, emitió una declaración con los detalles y la evaluación de los resultados. La demora obedeció al hermetismo vigente, como parte de la política de comunicación del modelo totalitario soviético y la competencia, también, en el ámbito nuclear con el bloque de países occidentales. Admitir un error de tal dimensión o un mal manejo de la crisis suponía una derrota para el régimen que se encontraba en un periodo de crisis, y que explotó  a principios de la década de 1990.

Una primera lección de este caso es valorar la transparencia y la rendición de cuentas, como un insumo fundamental en la comunicación del gobierno. Ocultar datos e información, sobre todo ahora en tiempos de redes sociales y flujos de información en tiempo real, es casi imposible, y muchas veces tiene consecuencias negativas sobre una gestión. La gente no olvida, y no le gusta que intenten engañarla.

La segunda lección, y tal vez la más importante, aunque de aplicación tardía, es la que mostró la necesidad cada vez mayor de optar por modelos energéticos amigables con el medio ambiente. Si bien la opción nuclear fue y, lamentablemente, para algunos países continúa siendo una alternativa para obtener gran cantidad de energía con un saldo positivo en costos, no se sostiene en el marco de los beneficios derivados de su aplicación, o mejor dicho, de los riesgos que supone.

Más de un cuarto de siglo después del desastre de Chernobyl, la catástrofe de Fukushima, provocada por un sismo y un tsunami, obligó al mundo a replantearse muy seriamente el tema de la energía nuclear. Alemania fue de los primeros países en reaccionar, y su canciller Angela Merkel estableció como objetivo la eliminación de las fuentes de energía nuclear para 2030.

Por fortuna, los avances tecnológicos han permitido la explotación de fuentes alternativas de energía, y mejor aún, de carácter renovable. Es cada vez más común observar cómo diferentes países hacen uso de recursos gratuitos y renovables, como el sol, el viento y la geotérmica, para obtener energía limpia, eficiente y de bajo costo económico, y libre de riesgo para los ciudadanos.

Panamá ha sido bendecida con enormes recursos solares y eólicos. Es un momento inmejorable para aprovecharlos, y evitar incurrir en errores que pueden arrojar consecuencias desastrosas e imprevisibles.

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Oreste del Río Sandoval es ministro consejero en temas Políticos y Económicos de la Embajada de Panamá en Emiratos Árabes Unidos.

30 años después de Chernobyl
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